MADRID.- Una de las recomendaciones más escuchadas de expertos y organismos 
internacionales a España para garantizar la sostenibilidad futura del 
sistema de pensiones es que desincentive lo más posible la jubilación 
anticipada (aquella que implica que el trabajador se jubile antes de 
cumplir la edad legal de retiro), recoge hoy Cinco Días.
El pasado año se registraron en España 309.157 nuevos jubilados, un 
0,7% más que el año anterior. Y de todos ellos, 134.329 se jubilaron de 
forma anticipada, antes de haber cumplido la citada edad legal (65 años y
 cinco meses en 2017; 65 años y seis meses en 2018).
De esta forma, el 43,5% de todos los retiros fueron anticipados el 
pasado año, frente al 44,6% del total que representó esta modalidad en 
2016.
Se trata, por tanto, de la primera vez en tres años que descienden 
las jubilaciones anticipadas, que desde que se inició la recuperación 
habían aumentado consecutivamente un 3,1% en 2014; un 3,5%, en 2015; y 
un 7,8% en 2016.
El motivo por el que se recomienda a España restringir estas jubilaciones anticipadas
 no es otro que su mayor coste para el sistema. Esta modalidad de retiro
 es más cara para la Seguridad Social que la jubilación ordinaria, 
porque el pensionista deja antes de cotizar y cobra más años pensión.
Según los últimos datos disponibles de febrero de 2018, la pensión 
media de los nuevos jubilados anticipados es de 1.573 euros al mes, un 
40% superior a la cuantía media que reciben los que acceden al retiro 
con más de 65 años y cinco meses, que cobran 1.125 euros al mes de 
media.
Este mayor coste se produce a pesar de que, por lo general, la 
cuantía de la pensión de los jubilados anticipados se recorta con los 
denominados coeficientes penalizadores, que suponen una disminución de 
alrededor del 6% por cada año de anticipación respecto a la edad legal 
de jubilación. En concreto, casi siete de cada diez jubilados 
anticipados ve recortada su pensión para el resto de su vida por el 
efecto de estos coeficientes. En términos generales, casi un tercio de 
todas las nuevas pensiones de 2017 (el 29,3%) se vieron aminoradas por 
estos ajustes.
Pese a ello, el elevado uso de esta modalidad de retiro–que llegó a 
suponer la mitad de todas las nuevas jubilaciones de 2004– llevó al 
primer Gobierno de Mariano Rajoy a adelantar a 2013 el endurecimiento 
del acceso a todo tipo de jubilaciones anticipadas (ordinarias y 
parciales), algo que estaba previsto para 2024, según la reforma de 
pensiones socialista de 2011.
Si bien, en 2013 no se endureció el acceso a la jubilación anticipada
 en todos los casos, sino que se estableció un periodo, hasta el 1 de 
enero de 2019, en el que se permitía a muchos trabajadores seguir 
accediendo al retiro anticipado con las condiciones más ventajosas 
previas a la reforma de 2011. De hecho, el pasado año la mitad de las 
jubilaciones anticipadas aún se produjeron con estas condiciones más 
beneficiosas para el jubilado pero más caras para el sistema.
Pero a partir del próximo 1 de enero ningún 
trabajador se podrá jubilar anticipadamente con estas condiciones más 
ventajosas previas a 2011. Esto podría hacer que el descenso de las 
jubilaciones anticipadas que se ha producido en 2017 se interrumpiera en
 2018. Esto ocurriría por un efecto anticipación de jubilaciones para 
poder beneficiarse de las condiciones más ventajosas que dejarán de 
existir en enero del próximo año.
No obstante, de momento, antes de saber si se producirá o no un nuevo
 repunte de las jubilaciones anticipadas, lo único cierto es que la 
caída de esta modalidad en 2017 ha hecho repuntar la edad media real a 
la que se jubilan los españoles.
En febrero pasado esta edad era de 64,3 años de media, la mayor 
registrada nunca y que ya se dio en 2013, cuando por efecto del 
endurecimiento del acceso a la jubilación parcial esta modalidad pasó de
 representar el 42,2% del total de nuevos retiros en 2012 al 38,2% al 
año siguiente.
Según estas cifras, la edad media de jubilación de los asalariados es
 más baja que la media, ya que se retiran a los 63,9; mientras que son 
los autónomos quienes presionan al alza de la edad media del sistema, ya
 que se retiran en promedio a los 65,9 años. Sus peores carreras de 
cotización justifican que se retiren más tarde para elevar la cuantía de
 su pensión.
 
 
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