Los de la trama, los que de verdad saben cuáles son los límites de lo
 que se puede contar, saben perfectamente en qué contexto debe ser 
debatida la corrupción: les encantan las anécdotas, los descubrimientos 
casuales, las caras de sorpresa ante esas personas a las que usted se refiere: Rodrigo, Pedro Ramón, Rita, Luis sé fuerte, Gustavo… Hechos aislados para un gobierno que ya se sabe que no para de tomar medidascontrala corrupción…
 entre las que se incluye taparla, prescribirla, enredarla, apostar como
 nunca por el ascenso, la promoción, el cambio y la rotación en los 
juzgados.
Los de la trama, los que saben, saben de sobra lo que NO se puede 
contar. Todas recordamos la imagen de Rafa mintiendo sobre si Podemos 
quería el CNI, el ejército o la televisión. Y ahora empezamos a entrever
 que su rictus no era de odio. Era de pánico. Porque en medio de tanta Cubazuela del Norte –con sus informes cutres de la policía privada de la trama (porque ¡era cierto! la trama tiene su propio cuerpo de policía parapolicial)–
 hay mucha gente que ya hace tiempo que sabe que la corrupción no es una
 parte del sistema, ni siquiera un fallo del sistema. 
Sabe que la 
corrupción es el verdadero sistema, y que abarca en mayor o menor medida
 todos los aspectos relevantes de la vida pública de este país: grandes 
empresas, partidos políticos, bancos, medios de comunicación, juzgados y
 administraciones públicas. Hasta el punto de que una ingente mayoría de
 personas honradas ve todos los días pasar la vergüenza de sus jefes 
delante de su puesto de trabajo, conscientes de que no pueden hacer otra
 cosa que callar… o arriesgarse a ser aplastada por un sistema que 
expulsa sin piedad la honradez de la vida pública, que enaltece a los 
cómplices por encima de los competentes, fomentando estructuras 
mafiosas, organizaciones que en nada diferencian su patrón criminal por 
más o menos franjas rojigualdas que tenga su bandera, junts per
 los mismos testaferros, porcentajes, abogados… y por la curiosa manía 
de eliminar controles democráticos, distribuir publicidad institucional y
 repartirse fundamentalmente el dinero de todas. Mucho dinero.
La trama, los que de verdad saben, no son tantos… pero son los 
que de verdad han gobernado este país durante las últimas décadas. 
Décadas de gobierno paralelo, décadas de desgaste de las instituciones, 
décadas de control de la información, de identificar, controlar o 
destruir todos los resortes de poder. Emilio, Felipe, Juan Luis, y luego
 José María, Alfredo, César, Juan Miguel…  un bloque de poder que desde 
el principio entendió la transición y la unión europea como una palanca 
para hacer de la cuarta economía de Europa un cortijo extremeño al mejor
 estilo de Delibes.
En realidad, para que la trama subsista a décadas de cambios de 
gobierno, líderes y opinión pública son necesarias muchas 
ramificaciones. Todas organizadas, todas conectadas. Todas un secreto a 
susurros para los que saben…  La empresarial, la política, la judicial, 
la periodística, la policial. Julio, Adrián, José Manuel, Manuel, 
Antonio y su amigo Eduardo, el gran José y hasta un pequeño Nicolás.
Si no sabes los apellidos no eres un problema. Si los sabes eres un 
peligro, eres su enemigo… y harán lo imposible para que no puedas 
gobernar. Si no sabes que José Luis colocó a sus comisarietes en la seguridad
 de las principales empresas de este país y puso a Eugenio a detener a 
los sindicalistas que el patrón les marcaba, si ni siquiera sabes que el futuro del blanqueo es África,
 puedes seguir palpando la incipiente recuperación camino de la oficina 
del INEM, después de haber sido despedido en un ERE por culpa de los 
recortes y una continua reforma laboral que siempre se pretende derogar…
 desde la oposición.
Si no sabes por qué Rafael mueve a los fiscales, Carlos a los jueces,
 Mariano a los ministros, Silvio a los tertulianos… si no sabes o no 
quieres saber nada, siempre puedes contribuir al crecimiento del empleo 
en este país firmando otro contrato de fin de semana o pensar en qué 
gastar la subida ¡del 0,25%! de tu pensión, mientras recibes complacido 
tu ración de miedo a que algo pueda cambiar este gran país.
Pero si sabes muy bien quiénes son, en qué chalet del Viso 
encontrarlos, cuánto pagan y cuánto cobran, tenemos un mensaje para ti: 
hacéis bien en tratar de impedir que Podemos gobierne… pero la culpa no 
es de Twitter ni se arregla todo acabando con Pablo. Hay cada vez más 
jueces y fiscales heroicos, decenas de periodistas locos, centenares de 
funcionarios que ya no se callan, miles de personas dispuestas a salir a
 la calle y unos cuantos millones de ciudadanos demasiado indignados 
como para tener miedo a la Ley Mordaza…
No, las cosas no van a volver a ser como cuando Juan Carlos.
(*) Vta 4ª del Congreso de los Diputados y secretaria de Acción Institucional de Podemos. Ex jueza sustituta.

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