La derecha española es 
muy ultra. Mientras la familia Franco sigue su pulso con el Gobierno 
para llevar la momia del dictador al centro de Madrid, Ciudadanos, Vox y
 el PP se marcan una cita en Alsasua. La convocatoria es una provocación
 en toda regla, por lo que deja en evidencia su intencionalidad a la 
hora de buscar nuevos escenarios emblemáticos para viejísimas ideas.
 La derecha española, que es ultra, ha acostumbrado a tildar de 
guerracivilismo a sus oponentes políticos, principalmente si aspiran a 
una justa memoria histórica, pero ahora está aplicando la más 
guerracivilista estrategia: escenificar la confrontación en una 
localidad muy sensibilizada con las manipulaciones del caso de los 
chicos de Alsasua, para quienes la Fiscalía de la Audiencia 
Nacional llegó a pedir hasta 50 años de cárcel, acusados de terrorismo 
por una pelea de bar con miembros de la Guardia Civil que no ha sido 
debidamente esclarecida. 
Se encuentran en prisión cumpliendo condenas de
 entre 2 y 13 años por delitos de atentado a los agentes de la 
autoridad, lesiones, desórdenes públicos y amenazas. A los acusados de 
agredir a los guardias les buscaron vinculaciones con ETA que no fueron 
capaces de demostrar, y el delito de terrorismo, para decepción de la 
Fiscalía, que también es muy ultra, quedó descartado.
 Como era de esperar, el provocador desembarco de Rivera 
ha generado reacciones en una buena parte de la población de Alsasua, 
que ha recibido al inestable líder de manera que quedara patente su 
rechazo. Nada mejor para abrir titulares sobre la violencia y la 
intolerancia local. Solo que al montaje se le han visto mucho las 
costuras. Han ido a poner una pica en Alsasua para convertirla, en 
palabras del naranjito, en lugar de defensa del constitucionalismo. 
Y 
como Alsasua es lo menos parecido al lugar adecuado para tal cosa, pues 
hasta el propio alcalde lo ha llamado, por ceñirse estrictamente a los 
hechos, provocación. Las campanas del pueblo sonaban para contrarrestar 
el ruido de los provocadores.
 Rivera también dijo que
 habían ido a Alsasua a debilitar el sanchismo, demostrando un 
retorcimiento que tampoco cuadra con su presunta cruzada por la unidad 
de España: la decisión de ir allí solo puede desunir lo que, por otra 
parte, nunca estuvo unido. Albert Rivera quería liarla para atraer la 
atención de los medios y dar zafarrancho a sus compañeros de filas, que 
no de formación. 
El objetivo de convertir la localidad navarra en llama 
viva de un conflicto que sería mucho mejor tratar con responsabilidad 
política, respeto a los vecinos y unas aspiraciones menos innobles que 
la de armar bulla es guerracivilista y no democrático, como 
chulescamente han pretendido argumentar. Por supuesto, para avivar esa 
llama Rivera habló de ETA. Faltaba Aznar. No faltó, sin embargo, ese 
Santiago Abascal sin cabeza ni corazón que ha clamado por penas de 74 
años para presos políticos catalanes como Junqueras.
 
Ir a Alsasua ha sido ir a buscar el enfrentamiento para cargar de 
demagogia y exaltación el discurso que no pueden sostener con argumentos
 ni con respaldo político. Ciudadanos, Vox y PP han ido a sembrar odio a
 Alsasua, un municipio donde ninguna de las tres formaciones de 
ultraderecha tiene representación por las urnas. Los fachas se han 
plantado, como si de una falange se tratara, en un territorio que había 
logrado mantener la calma frente a los posibles abusos policiales y 
judiciales del caso de la pelea de bar. 
No puede haber otra razón para 
ello que buscar la foto en que a alguno le cayera algo en la cabeza y 
pudieran aferrarse a la sangre, que es el violento lenguaje implícito a 
sus consignas. La otra razón era la de hacer llegar fuera de allí su eco
 expansivo. Por eso el alcalde les ha acusado de usar su pueblo de 
“rehén”.
 El PP de la regeneración que es regresión y 
el Ciudadanos de la patria y la bandera han ido a provocar acompañados 
de los fascistas de Vox. Y de estrella invitada se llevaron Fernando 
Savater, que antes era filósofo progresista y ahora es taurino 
trasnochado, eso sí que es degenerar. Dime con quién andas y te diré 
quién eres. No era necesario hacerlo explícito, pero lo han hecho, lo 
cual es toda una declaración de principios. Están haciendo ensayos para 
cuando llegue el momento de constituirse en ese frente nacional con el 
que Aznar tiene sus sueños más húmedos. De sangre. 
Le llaman 
engañosamente constitucionalismo pero solo se constituyen ellos. En un 
bando. Justo en el momento que ellos mismos perversamente definen como 
de ruptura de España. La suya en Alsasua podría entenderse como una 
forma también de rebelión. Al menos iban escoltados por guardias 
civiles, policías y guardaespaldas armados. 
 Y mientras tanto la familia Franco sacando pecho en Madrid.
(*) Periodista

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