Desde
 Nicolás Salmerón, que fue presidente de la República en un breve 
periodo de un mes en 1873, creo que no habíamos tenido el honor de que 
un almeriense fuera miembro del Consejo de Ministros de España, salvo el
 vizconde José Barrionuevo, como ministro de Interior del primer 
gobierno de Felipe González. 
Por lo menos en el periodo que yo he 
conocido como profesional, a partir de la muerte de Franco, en los 
gabinetes de la democracia han habido muchos gallegos, muchos 
sevillanos, castellanos, pero almerienses, Pepe Guirao es el segundo. 
Este, ahora excelentísimo, natural de Pulpí, ya despuntó como experto en
 gestionar la cultura, tanto en la Diputación Provincial de Almería, 
como a su paso por los distintos engargos gubernamentales, en la Junta y
 como director del museo Reina Sofía, donde al parecer puso orden, 
aparte de alguna que otra exposición polémica inaugurada bajo su 
mandato.
Ahora
 es el nuevo ministro de Cultura y la verdad es que no sé cómo podría 
ayudar a que, por ejemplo, en España se volvieran a leer libros, en 
papel o en formato digital, pero que los jóvenes lean algo más que lo 
que ven en Facebook, Twitter o WhatsApp. Parece que la implantación de 
las nuevas tecnologías está creando generaciones de jóvenes muy expertos
 en la consola, en utilizar el móvil para casi todo. Incluso ya hay 
clínicas donde niños, jóvenes y mayores deben desintoxicarse de la 
adicción al juego en el móvil, en la consola...
Pepe
 Guirao, que respira cultura por los poros, también podría hacernos el 
favor de estudiar cómo los medios informativos, los de papel o 
digitales, vuelvan a ser referentes del control al poder. Porque sin una
 prensa independiente, y debe ser independiente económicamente, la 
democracia no está completa. Lo sufrimos en las pasadas legislaturas 
populares, donde doña Soraya, la vicepresidenta salvó a algunos 
periódicos de la ruina, de la quiebra, sólo para que apoyaran a su 
partido. Cesó a directores como condición de que las ayudas oficiales, y
 las de Telefónica, volvieran a cierto rotativo. Creo, de verdad que lo 
creo, que eso no le gusta al nuevo ministro.
En
 los dos años que restan para que este gobierno dé el testigo al que 
llegue tras las elecciones, como muy tarde en el verano del 2020, no se 
cómo nos puede ayudar Pepe Guirao desde su despacho de la calle Alcalá 
34. Aunque conciendo al personaje, algo hará.
(*) Columnista 

 
 
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