MADRID.- La Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha archivado la investigación relativa a la venta de preferentes y deuda subordinada por parte de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) en aplicación de la conocida como doctrina Botín al no ejercer acusación el Ministerio Fiscal y después de que las acusaciones particulares pidieran el sobreseimiento de la investigación.
El tribunal explica en un auto que, de esta manera, se archiva la causa abierta contra los exdirectivos de la caja alicantina Roberto López Abad y Dolores Amorós,
 que se enfrentaban a diez años de prisión por delito de estafa y 
maquinación para alterar el precio de las cosas y multa conjunta de 11 
millones de euros.
El pasado 4 de julio, con motivo de la primera sesión de vista oral, el 
letrado murciano Diego de Ramón, que representa a cerca de 1.000 clientes, y la 
asociación Adicae, que ejerce la defensa de 700 personas, se retiraron 
al exponer que la mayoría de sus representados habían sido resarcidos 
por el Banco Sabadell al ofrecerles la recompra de acciones de la 
entidad.
No obstante Adicae solicitó la continuación del procedimiento en calidad de acusación popular
 pero ahora, el tribunal que preside la magistrada Ángela Murillo 
deniega la petición y sobresee la causa, aunque deja abierta la 
posibilidad de una sanción por la vía administrativa. Contra esta 
resolución se puede interponer recurso de casación en el plazo de cinco 
días.
No se constatan más perjudicados
"Es importante tener en cuenta que en autos no se 
constata la existencia de más supuestos perjudicados, distintos de los 
personados y de los que aparecen resarcidos en su derechos económicos, 
no dejando margen de actuación a la acusación solitaria de Adicae, pues 
los intereses públicos y particulares reunidos en el procedimiento han 
manifestado su tajante voluntad de retirada", reza el auto.
La fiscal Anticorrupción Ana Cuenca, que no ejerce 
acusación en este procedimiento, solicitó al inicio de la vista oral que
 se aplicara la doctrina Botín, que establece que, si el Ministerio 
Fiscal y el acusador particular solicitan el sobreseimiento, se archive 
la causa. De esta manera los dos exdirectivos acusados evitarán un segundo juicio
 en estas dependencias judiciales ya que ya fueron juzgados y condenados
 a tres años de cárcel el pasado año por falseo de cuentas relativas a 
los ejercicios 2011 y 2012.
Tras la larga instrucción, la magistrada Carmen 
Lamela abrió juicio oral el pasado mes de enero contra los dos 
exdirectores de la caja alicantina, aunque fue en marzo de 2016 cuando 
propuso inicialmente juzgarles debido a las irregularidades en la venta 
de estos productos tóxicos.
No ocurrió lo mismo en la investigación que se hizo 
en una pieza separada de las cuotas participativas emitidas por la 
entidad y cuya instrucción archivó en varias ocasiones al considerar que
 los últimos estados financieros publicados en el momento de la emisión 
de este producto eran los de diciembre de 2007, que no estaban 
falseados.
850 millones en la emisión C
En lo que respecta a la venta de preferentes, la caja alicantina realizó tres emisiones:
 la serie A emitida en agosto del año 2001 por 300 millones de euros, la
 B de agosto de 2002 por 160 millones de euros y la serie C emitida el 
29 de septiembre de 2009 por importe de 850 millones, según el escrito 
de las acusaciones particulares que recoge que, en lo que respecta a 
deuda subordinada, se realizó una emisión en febrero de 2004 por importe
 de 300 millones de euros.
La comercialización de la serie C a un total de 
5.540 clientes se hizo en un momento en el que la Caja de Ahorros del 
Mediterráneo atravesaba graves problemas financieros, lo que le llevó a 
ocultar la verdadera situación económica de la caja y a presentar unos 
balances durante los ejercicios de 2011 y 2012 que reflejaban beneficios
 de 38,9 millones de euros cuando tres meses después las cuentas 
arrojaban unas pérdidas de 1.136 millones de euros.
Finalmente, la CAM fue intervenida por el Banco de 
España el 23 de julio de 2011 y recibió una inyección de 2.800 millones 
de euros por parte del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria 
(FROB), que elaboró los informes donde se describen las numerosas 
irregularidades cometidas por los antiguos gestores, sobre todo en la 
concesión de créditos al sector inmobiliario y en la concesión de 
pensiones vitalicias para la cúpula directiva.

 
 
