Algo huele a podrido en el palacio de la Moncloa por donde deambula 
con cara de pillo el ministro Cristóbal Montoro que ha dejado al juez 
Llarena a los pies de los caballos de la Puerta de Brandeburgo de 
Berlín, diciendo que no hubo malversación alguna de fondos públicos 
durante los trámites del golpe de Estado catalán (sic).
Algo huele a podrido en La Moncloa mientras la vicepresidenta Soraya,
 otra que mal disimula y que preside en funciones la Generalitat, no se 
ha dignado a recurrir el voto delegado en el Parlament por Comin y 
Puigdemont a pesar del auto que, sobre la expresa prohibición de dichas 
delegaciones de votos, había dictado contra los prófugos el Tribunal 
Constitucional.
Al
 final y como esto siga así será Rajoy quien pueda ser encausado de 
‘alta traición’, prevaricación, malversación de fondos públicos y 
dejación de sus funciones constitucionales si, a la vista de todo esto, 
se descubre que Rajoy tiene abierto un canal secreto de negociación con 
los golpistas en contra de la independencia de la Justicia y de la 
aplicación estricta de la legalidad.
Y si a todo esto se le añade que está haciendo concesiones al PNV en 
base al erario público, a pesar de que este partido y el gobierno de 
Urkullu exigen el final del 155 en Cataluña y califican de presos 
políticos a los golpistas del  27-O pues todavía mucho peor.
Sobre todo porque sabemos que no recurrir el ‘voto delegado’ de Comin
 y Puigdemont es una burla al TC para facilitar la formación de Gobierno
 en Cataluña y retirar el 155 como exige Urkullu para aprobar los 
Presupuestos de 2018. Y para que Rajoy pueda permanecer atrincherado en 
la cúpula del poder hasta 2020 y para que no lo vuelva a citar a 
declarar ningún juez de los que se ocupan de la corrupción del PP.
Y preguntamos ¿a qué espera Albert Rivera para acabar con esta farsa 
tan lamentable y escandalosa de desistimiento contra el golpismo catalán
 y de compra de los votos del PNV -ahora con más concesiones a los 
jubilados- retirando C's su apoyo a los Presupuestos para decir de una 
vez por todas: ¡váyase señor Rajoy!
Algo huele a podrido en La Moncloa donde Rajoy, en la intimidad, ya 
habla en euskera y en catalán, porque está desesperado y ve la enorme 
vía de agua que tiene el galeón desvencijado del PP. Y por eso se agarra
 como a un clavo ardiendo y en secreto al PDeCAT y al PNV con pactos 
ocultos e inconfesables de los que ya se atisba la punta del iceberg.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés

 
 
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