MURCIA.- La Plataforma del Voluntariado de la Región de Murcia (PVRM), ante las últimas informaciones conocidas sobre la decisión del cierre definitivo del Centro de Protección de Menores Rosa Peñas, ubicado en la pedanía murciana de Santa Cruz, previsto para los próximos días, muestra su preocupación por el destino de los 47 niños y adolescentes que residen en él.
La organización no entiende cómo desde la Consejería de Política Social, Familias e Igualdad de la Región de Murcia, según declaraciones de su titular, se manifiesta públicamente que la mayor preocupación de la administración regional es el cuidado, la protección y la atención de los menores tutelados y, sin embargo, se aprueba un traslado sin valorar realmente las necesidades de esos niños y jóvenes, matriculados en centros educativos y con arraigo a su zona de residencia.
Aunque desde la Consejería se insiste en que se está trabajando en un nuevo modelo de acogida para los menores tutelados, lo más parecido a un hogar, como así marcan las autoridades europeas y el Ministerio de Infancia, la realidad es que el destino de estos 47 niños y adolescentes es incierto, barajándose la posibilidad de que puedan ser reubicados en el albergue juvenil El Valle, medida incomprensible para la organización ya que, de ser finalmente así, no sólo no supone una mejora de la integración de estos menores sino que además se hace uso de uno de los pocos albergues juveniles que prestan servicio en Murcia.
La Plataforma del Voluntariado de la Región de Murcia considera que ahora, más que nunca, por los acontecimientos que se vienen sucediendo, es necesario abrir un debate sobre la situación de la inmigración, pero sobre la base del respeto y la defensa a los derechos humanos.
Ante estos hechos, Roberto Barceló Vivancos, Presidente de la Plataforma del Voluntariado de la Región de Murcia, se pregunta:
"¿Cómo es posible que se utilicen a menores de edad, vulnerables, víctimas de lo que sucede en sus respectivos países en guerra, en hambrunas, de las decisiones de sus mayores de las que no son responsables, a jugar con sus vidas por tratar de encajar 'pulpo como animal de compañía' en el tablero político?
¿Acaso se entiende esta decisión, como en la guerra, un mal menor, un daño colateral asumible por el bien de la mayoría?
¿Es esta la moral de muchos de nuestros políticos?”
Así mismo, continúa:
“Digamos que todo este giro de 360º (porque volvemos a donde estábamos, pero en peores condiciones), hubiera tenido sentido si el cierre del Centro de Santa Cruz sirviera para reubicar a estos menores dentro de una inserción social plena, dándoles mejores condiciones de vida y buscando su bienestar y un futuro digno.
A lo mejor no son merecedores porque nos quitan recursos, según la opinión generalizada, pero lo cierto es que la mayoría de ellos vienen del Gobierno de España para esa finalidad. No voy a entrar si es o no suficiente.
Pero solo ha servido para trasladar un problema de un lugar a otro, pero agravándolo porque además se les quiere llevar a un centro aislado, en medio del monte, fuera de toda interrelación comunitaria porque tal vez de ese modo como que no los vemos, no sentimos. Como el avestruz que mete la cabeza bajo tierra.
¿De verdad que este es el modo inteligente, humano y ético que nuestros políticos, o algunos de nuestros políticos tienen para afrontar la inmigración? ¿El problema de la inmigración en nuestra región son 70 u 80 menores?
Es un tema, el de la inmigración, que requiere ser abordado y racionalizado, pero no fuera de la legalidad y no fuera del respeto a los derechos humanos y no fuera de una política serena, y no fuera de los datos objetivos de la contribución al crecimiento de nuestro PIB de las personas inmigrantes, muchas ya de aquí.
Se organizan numerosos actos por administraciones y organizaciones sociales para la infancia y sus derechos ¿Dónde están ahora esas voces?
Roberto Barceló Barceló Vivancos, finaliza manifestado que:
“Si el Centro de Santa Cruz no era el lugar más adecuado para que estuvieran estas personas, entiendo que se debieran buscar soluciones, pero aquellas que son mirando por su protección y respeto, no afrontándolo con cálculos aritméticos políticos, porque de ser así, siempre cualquier decisión que se tome será un fracaso, porque se estará pensando más en cómo deshacerse de ese problema que como buscar soluciones dignas. Y, claro, desde esa perspectiva, al final eso tiene muchos agujeros por donde se meten los demonios”.
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