El Gobierno PSOE-UP no es de coalición sino ‘bicéfalo’ porque lo 
presiden Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al alimón. Y está agotado y 
fracasado por sus niveles de incompetencia y permanente fractura 
política e ideológica en el Consejo de Ministros donde ambas partes se 
han vuelto a enfrentar en pleno ‘estado de alarma’, y de crisis 
sanitaria, económica y social, nacional.
Dando con ello una pésima imagen de España, dentro y fuera de 
nuestras fronteras, y en plena crisis sanitaria del coranovirus con más 
de 200 muertos y 6.000 enfermos. Y con los ciudadanos de todo el país 
confinados en sus domicilios y asustados por el virus. Y por la 
incompetencia de un Gobierno en el que, además y como es habitual en 
Sánchez, no dice toda la verdad sobre la situación sanitaria y el 
progreso de la enfermedad.
De manera que algo importante y urgente tiene que pasar en España 
para dar un vuelco a ésta lamentable situación. Y ese algo debe pasar 
por el fin del vigente Gobierno de coalición PSOE-UP y la formación de 
un gobierno de ‘unidad nacional’ PSOE-PP, con o sin Sánchez en la 
presidencia.
En Alemania lo llaman la ‘gran coalición’ de los partidos 
conservadores y socialdemócratas y así se ha gobernado y ha progresado 
este gran país en los últimos decenios. En España debió de hacerse algo 
así en los últimos años, o algo parecido entre PSOE y Cs tras las 
elecciones de abril de 2019, pero Pedro Sánchez no quiso y Albert Rivera
 no se movió.
Sin embargo ahora estamos bajo el volcán del coranovirus y no hay más
 tiempo que perder ni existe otra solución para abordar el ‘estado de 
alarma’ nacional, que acaba de decretar el Gobierno de Pedro Sánchez, 
que la formación de un Gobierno de ‘unidad nacional’ del PSOE con el PP,
 que se sustente en una mayoría absoluta parlamentaria de 220 diputados.
Ofreciendo dentro y fuera de España una imagen de fuerza y de 
cohesión nacional que hoy no existe. E integrando en el Gobierno a 
ministros de una probada experiencia y eficacia política del PSOE y del 
PP y también con la presencia en el Ejecutivo de ministros 
independientes de alta cualificación.
Naturalmente, esto requiere la ruptura de los pactos de Sánchez con 
Unidas Podemos y con los soberanistas de PNV y ERC, porque es tiempo de 
poner en valor no solo la unidad política sino la constitucional. Y de 
acabar con la locura soberanista catalana, recuperando el prestigio de 
la Justicia y en pos de una batalla frontal contra el coranovirus y su 
impacto económico y social.
Además Pablo Iglesias y sus ministros han demostrado una incapacidad 
flagrante en la gestión pública y ausencia de lealtad al presidente 
Sánchez, creando en el seno del Ejecutivo varias crisis de unidad, como 
la última de ayer. Y para colmo UP no es un partido que respete la 
Constitución, la legalidad -dice que en España hay presos y exiliados 
políticos- ni la unidad nacional.
Y lo mismo pasa con el PNV -que ahora se acuerda de España- con su 
ristra de chantajes indecentes al Gobierno y al Estado, y con el loco, 
inhabilitado y condenado Quim Torra, y sus partidos adjuntos de ERC y 
JxCAT, dirigidos por un delincuente preso, Oriol Junqueras, y por un 
delincuente prófugo, Carles Puigdemont, ambos promotores y responsables 
del golpismo y de la crisis económica, de convivencia y social de 
Cataluña.
Y buena prueba de ello han sido las críticas de Urkullu y Torra al 
decreto de ‘estado de alarma’ que califican de aplicación emboscada del 
artículo 155 de la Constitución, rompiendo una vez más la solidaridad 
nacional.
Pedro Sánchez, autor de ‘Manual de resistencia’, esta vez no debe ni 
se puede equivocar. Y debe impulsar cuando antes el Gobierno de la 
‘unidad nacional’ porque en estas tan graves circunstancias el PSOE no 
puede estar en manos de partidos que actúan fuera o al borde de la ley y
 desprecian el marco constitucional, mientras este país se desploma 
hacia un precipicio de desconocida profundidad.
Y si Pedro Sánchez no da ese paso hacia delante, probablemente lo 
darán otros dirigentes nacionales y regionales del PSOE, sin Sánchez y 
echando así por tierra el apoyo parlamentario del que el presidente 
disfruta. Y no solo por los graves errores cometidos por él y su 
Gobierno en el arranque de la crisis del coranovirus, sino porque el 
deterioro nacional lo exige para ofrecer un horizonte de esperanza a los
 españoles y una imagen de fuerza y unidad en la escena política y 
económica internacional.
Pedro Sánchez y sus temerarias alianzas, con populistas y 
soberanistas, han llegado al final de su demencial e irresponsable 
escapada de la estabilidad y del marco constitucional al que, sin 
demora, el PSOE debe de regresar.
Y si Sánchez duda en tomar la iniciativa del pacto nacional es Pablo 
Casado quien debe de hacer el ofrecimiento a Pedro Sánchez de esta 
necesaria y a la vez urgente ‘gran coalición’, incluso a sabiendas que 
Pedro Sánchez la va o la puede rechazar camino de su suicidio político 
en España y en el PSOE.
Se aproximan semanas preocupantes en la expansión de los contagios y 
de las muertes, respectivamente, de miles y cientos de ciudadanos y con 
alto riesgo para la respuesta del personal sanitario y del material de 
protección y hospitales que se necesita. Todo ello con el problema 
añadido del impacto económico y social que está generando la epidemia en
 nuestro país y en los españoles más vulnerables y desfavorecidos de la 
sociedad.
Y por todo esto urge por parte de Pedro Sánchez y de Pablo Casado una
 clara y decidida actuación de firmeza, credibilidad y de estabilidad. Y
 para ello no existe una mejor opción que la formación de un gobierno de
 amplia mayoría y ‘unidad nacional’.
(*) Periodista

 
 
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