CIUDAD DEL VATICANO.- «En estos días de prueba, mientras la humanidad tiembla por la amenaza de la pandemia», según sus propias palabras, el Papa Francisco
 ha invitado este domingo «a todos los jefes de las Iglesias y a todos 
los cristianos de las variadas confesiones, a invocar al Altísimo 
rezando juntos la oración que Jesús nos ha enseñado».
El Santo Padre
  invita a todos «a rezar el Padre Nuestro a mediodía del próximo 
miércoles 25 de marzo, todos juntos en el día en que muchos cristianos 
recordamos la Anunciación».
Durante el rezo del Ángelus con fieles
 de todo el mundo                                                       
                          en «streaming» desde su biblioteca
 , el Papa ha anunciado también que «el próximo viernes 27 de marzo a 
las seis de la tarde presidiré un momento de oración en la plaza de San 
Pedro, con la plaza vacía, e invito a todos a participar a través de los
 medios de comunicación».
Francisco ha adelantado que 
«escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, y 
adoraremos el Santísimo Sacramento con el que daré la bendición "Urbi et
 Orbi" con indulgencia plenaria».
El Papa ha añadido que «a la 
pandemia del virus queremos responder con la universalidad de la 
oración, la compasión y la ternura. Permanezcamos unidos. Hagamos sentir
 nuestra cercanía a las personas más solas y en mayor dificultad». Y 
también «a los trabajadores sanitarios, a las autoridades que toman 
decisiones, a los policías y a los soldados, que aseguran que se cumple 
lo que el gobierno pide por el bien de todos».
En
 la misa de las siete de la mañana, que muchos fieles siguen a través 
del canal de YouTube del Vaticano, Francisco había pedido oraciones «por
 las personas que mueren sin poder despedirse de sus seres queridos, y 
por as familias que no pueden acompañarlos en ese momento».
El pasado viernes, el Papa                                                                                 concedió indulgencia plenaria
  -con el perdón de todos los pecados y remisión de la pena temporal- a 
todas las personas en peligro de muerte por cualquier motivo, sin 
necesidad de confesión ni de ningún requisito especial.
Aquel día 
tranquilizó también a quienes no puedan confesarse debido a la 
enfermedad o la cuarentena aconsejándoles «hacer lo que dice el 
Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, 
habla con Dios, que es tu padre, dile la verdad de lo que has hecho mal,
 pídele perdón con todo el corazón y prométele:"‘después me confesaré, 
pero perdóname ahora"». 
Mediante
 esa petición de perdón a solas «volverás enseguida a la gracia de Dios»
 pues «como nos enseña el Catecismo, tú mismo puedes acercarte al perdón
 de Dios sin tener a mano un sacerdote. Este el es el momento apropiado.
 Un acto de dolor bien hecho y nuestra alma volverá a ser blanca como la
 nueve».
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