Con independencia de los muy sesudos o encendidos análisis que nos esperan ante esta flamígera declaración de Jordi Turull a la salida del Consell Executiu, es de ley reconocer que tiene una resonancia fuerte, beligerante, arriesgada. De l'audace, encore de l'audace, toujours de l'audace, exclamaba Danton. Hay un tono heroico en esa intención, un sentido trascendental en ese con todas las consecuencias.
Para
 calibrar estos aspectos, nada mejor que recordar la filosofía profunda 
del gobierno de Rajoy: "sensatez, sentido común, nada de ocurrencias". 
La política como gestión "razonable" de lo cotidiano. Nada de saltos en 
el vacío. Para Rajoy, Puigdemont y los indepes son un grupo de 
insensatos con tendencias delictivas que será preciso cortar en su 
momento. 
Para
 Puigdemont y los indepes Rajoy y, en general, la clase política 
española son la materialización de la corrupción, el desgobierno, la 
irresponsabilidad y el maltrato a Cataluña. La lucha contra estos males 
no se limita al fangoso territorio de las leyes, los reglamentos, los 
recursos y contrarrecursos, sino que se lleva al terreno político de la 
movilización popular para obtener un cambio político radical y esto solo
 es posible hablando de valores, de principios, y dando ejemplo. 
Son los dos mundos que se enfrentan aquí y ahora en España. Del resultado dependen muchas cosas. 
La comparecencia de Rajoy dio de sí lo 
que se esperaba: nada. Se hizo a instancias de la oposición de izquierda
 para aclarar cuestiones relativas a la financiación gürteliana e ilegal
 de su partido y su presunto perjurio en la declaración testifical en la
 Audiencia Nacional. Pero no se habló de nada de eso. El presidente de 
los sobresueldos ensartó una sarta de mentiras sobre cuestiones que, 
además, nada tenían que ver con el objeto de su presencia. Quien quiera 
hacerse una idea cabal de las trolas que Rajoy soltó, las tiene 
cuidadosamente expuestas y probadas en un artículo de Ignacio Escolar, Las mentiras de Mariano Rajoy en su comparecencia sobre la Gürtel. Sabido es, este hombre no ha dicho una verdad en público en su vida. 
Pero
 lo curioso no es que Rajoy mienta en una comparecencia para explicar 
por qué mintió supuestamente en sede judicial; lo curioso es que su 
táctica haya dado resultado, haya conseguido salir indemne de la comparencia.
 Y lo ha conseguido por la impericia y la falta de recursos de la 
oposición que, en lugar de ignorar los ataques y mentiras del presidente
 y empeñarse en hablar de la Gürtel, se dedicó a defenderse de aquellos.
 Que el único que insistiera en la corrupción fuera Tardà ya lo dice 
todo. 
Es tal el desconcierto y la inoperancia de la oposición de izquierda que Rajoy se permitió el lujo de retarla a presentar una nueva moción de censura.
 Es casi una burla, pues cree saber que los números no dan, ya que el 
PSOE no quiere aceptar los votos de los indepes a cambio del referéndum.
 
Es
 también la confianza que le inspira la situación misma de crisis de la 
izquierda. El PSOE, principal responsable de que Rajoy esté en el 
gobierno, tiene poco crédito al pedir ahora su dimisión. Las relaciones 
entre el PSOE e UP son cainitas, por más que las direcciones digan lo 
contrario. Entre los socialistas, muchos se oponen con uñas y dientes a 
todo pacto con Poemos; en Podemos sigue habiendo una fuerte corriente 
antisocialista.
En
 esta situación, pensar en la posibilidad de una moción de censura del 
PSOE con los votos de Podemos y los indepes y un compromiso de 
organización de un referéndum es una quimera. Y, sin embargo, es lo 
única forma real de dar cumplimiento a lo que los dos partidos de 
izquierda dicen tener como objetivo prioritario: desalojar a Rajoy de La
 Moncloa y al PP del poder. 
La
 opción alternativa son dos años más de gobierno de la corrupción y la 
financiación ilegal. Precisamente, la forma de evitar ese triste sino es
 anunciar un acuerdo para una moción de censura ganadora. Probablemente 
Rajoy respondería disolviendo las cortes y anunciando elecciones 
anticipadas. Es también una forma de alcanzar los objetivos de la 
izquierda, aunque con escaso margen de maniobra. 
Por lo demás, si efectivamente se piensa que Rajoy mintió en su declaración en la AN lo que cumple es ir al juez. 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 
 
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