BARCELONA.- Al parecer, la mayoría de los españoles tenemos en común siete 
carencias. Nos falta información sobre lo que ocurre a nuestro alrededor
 (1), nuestra ética no está a la altura de la “ética occidental” (2), no
 tenemos cultura financiera
 (3), nadie asume responsabilidades (4), así como tampoco riesgos a la 
hora de emprender o adaptarnos a los cambios (5), somos cortoplacistas y
 decidimos sobre la marcha (6) y los servicios que ofrecen nuestras 
empresas y administraciones públicas son un auténtico desastre (7). Lo entrevista El Confidencial 
Vincent R. Werner ha dedicado 383 páginas a explicar
 todo lo que, a su juicio, funciona mal en España. Que es bastante. La 
tesis del libro que acaba de lanzar (
“It is not what it is. The real (S)pain of Europe”)
 es que nuestra sociedad es una bomba de relojería que podría acabar 
dinamitando toda la Unión Europea. El texto es una sucesión de ideas, 
tópicos, datos y anécdotas personales acumulados durante 17 años: dos en
 Madrid y 15 en Barcelona.
 
Vincent llegó con 26 del brazo de una 
chica catalana, Susana, de la que se había “enamorado perdidamente” en 
Ámsterdam y con la que se instaló en 
Olesa de Bonesvalls,
 un pueblecito que aquel año contó con “900 habitantes, cuatro vacas y 
un holandés perdido”. 
Un tiempo después volvía a estar soltero e 
instalado en Barcelona, donde ha tenido una exitosa carrera en cargos 
ejecutivos y trabajo de consultoría para multinacionales como 
Apple o el
 banco holandés 
ABN Amro.
PREGUNTA.
 Tu libro empieza con la premisa de que “el mundo necesita saber lo que 
realmente está pasando en España”. ¿Qué es lo que está pasando?
RESPUESTA.
 Hace 17 años que escucho aquí eso de que “hay que cambiar el chip”, 
pero nadie lo cambia. Solo se quejan echando la culpa al Gobierno. Está 
esa otra frase, la de “esto es lo que hay” (que da título al libro). 
España está mucho peor de lo que piensan en el extranjero y nadie 
intenta cambiarlo. Eso es lo que yo quiero comunicar. No lo digo desde 
el odio. Al revés, yo amo el país. En Holanda me llaman 'el español' y 
aquí 'el guiri'.
Vincent salta del español al inglés, idioma en el que tampoco es nativo 
pero con el que se encuentra más cómodo. Le preocupa mucho que su 
mensaje se interprete como un ataque. “Planeo seguir viviendo aquí mucho
 tiempo. Hay cosas que me fascinan de los españoles, como la manera de 
divertirse, de la cual participo. Lo que me molestan son las 
injusticias. Las sufrís y ni siquiera lo sabéis porque aquí es lo 
normal”.
P. Algunas expresiones del libro me recuerdan a los tabloides 
británicos. Dices que buscamos una “vida confortable de siesta y fiesta”
 para “no estresarnos trabajando”. ¿De verdad?
R. Es un tema delicado. He dirigido equipos de hasta 50 personas en 
España. No es que la gente no trabaje, pero como les digo en inglés 
siempre, “you have to work smart” (tenéis que trabajar de manera 
inteligente). Mis amigos me dicen que han trabajado mucho y yo les digo 
que no, que lo que han hecho es pasar mucho rato en la oficina. No se 
trabaja de una forma eficaz. Hay gente aquí a la que le gusta tomar 
café, salir a fumar cada 15 minutos... He tenido esta gente en mis 
equipos y no son muy productivos.
En la 
web de promoción
 de su libro se destacan cuatro datos sobre España sin citar la fuente: 
solo el 7% de la población habla inglés de manera fluida, a pesar de que
 el 10% del PIB proviene del turismo; el 50% de los españoles no ha 
acabado la educación secundaria, el 78% no son felices en sus trabajos y
 las empresas pierden anualmente 25.500 millones por el 
absentismo laboral. 
 “Estas cosas no son normales en el resto de Europa. Como lo del 'top 
manta', como las tarjetas 'black', como los préstamos de bancos 
arruinados para fichar futbolistas. Sé que es muy difícil para los 
españoles encajar las críticas de un extranjero, pero yo digo lo que veo y creo que hay lecciones que aprender”.
Vincent empezó a pensar en escribir su alegato al atravesar una 
frustración profesional, cuando trabajaba de 'business developer 
manager' para la expansión de ABN Ambro en España. “Yo era el máximo 
responsable y desde lejos todo pintaba muy bien porque en Holanda leían 
los informes de Bloomberg y de consultoras conocidas que utilizan 
indicadores oficiales. Cuando los directivos vinieron a Madrid, hicieron
 un montón de planes que luego fue una tortura llevar a cabo porque nada era como les habían prometido.
 Empecé a redactarles un informe describiendo la verdadera España y al 
final decidí que lo tenía que convertir en un libro. La burocracia, la 
lentitud de todo, las colas, las esperas… Es todo desesperante”.
P.
 En el libro dices que España es el país más corrupto de la Unión 
Europea y su eslabón más débil. ¿Has llegado a esa conclusión leyendo 
periódicos o por tu propia experiencia?
R. He visto 
muchas cosas que confirman lo que dice la prensa. La corrupción es 
consecuencia de dos cosas: nadie asume responsabilidades y hay una 
enorme falta de ética. La gente cuando piensa en la corrupción piensa en
 el Gobierno, pero yo creo que está extendido a las empresas, a la 
economía, en el 20% del PIB que 
se mueve en negro,
 en los 'top manta'… Cuando camino por las calles de Barcelona, sé dónde
 están las plantaciones ilegales de marihuana porque huele. Y siguen ahí
 porque hay gente que cobra directamente de los dueños de esas 
plantaciones.
Vincent intruduce la falta de 'ética occidental' de los españoles con una 
famosa frase
 de Bárcenas (“No voy a decirle que tenía una cuenta en Suiza cuando no 
se sabía que tenía una cuenta en Suiza, ¿no? Es de sentido común”). Y lo
 desarrolla así: “En las empresas españolas yo siempre he visto esa 
misma actitud: gente buscando vacíos legales, huecos por los que colarse. Hecha la ley, hecha la trampa, que es una frase casi intraducible y típicamente española”.
P. ¿Algún ejemplo más de esta ética no ajustada a Occidente?
R.
 Conozco gente que trabaja en grandes consultoras y les obligan a 
trabajar como poco 50 o 60 horas a la semana. Hay multinacionales que no
 tienen ni idea de que sus filiales en España están haciendo este tipo 
de cosas. No puedes comparar la productividad con la de EEUU, Canadá, 
Alemania, porque esos horarios son infernales… Aquí hay gente que no 
tiene tiempo de ver a sus hijos por la noche. Y al día siguiente es más 
de lo mismo. Y al siguiente, y al siguiente…
P. Todos los estudios que intentan comparar los niveles de 
corrupción hacen variaciones de la siguiente pregunta a los encuestados.
 ¿Ha pagado usted alguna vez un soborno para conseguir algo? ¿Con qué 
frecuencia? Se lo pregunto a usted.
R. Lo más chocante me
 lo contó un empresario extranjero instalado aquí en Cataluña. Me dijo 
que una gran compañía americana tuvo que entregar un sobre con 5.000 
euros para participar en una licitación. Y otros 3.000 euros justo 
después. Son cosas que yo he visto en África y que no pueden aceptarse 
en la UE de 2018.
Frente al “perfil de riesgo cero” que atribuye al carácter español, 
Vincent se define como una persona con “un perfil de riesgo elevado”. 
“Al margen de mis trabajos, he montado un montón de negocios aquí. He trabajado como consultor,
 he hecho estudios de mercado para multinacionales. Ahora por ejemplo 
estoy levantando una escuela para enseñar a los turistas extranjeros a 
hacer paella”, dice.
P. ¿Los expatriados con los que te 
juntas tienen una visión parecida de España? Cuando os juntáis, ¿habláis
 de todos estos defectos?
R. He visto cientos de 
extranjeros yendo y viniendo, de todo el mundo. La gente más feliz es la
 que trabaja para grandes multinacionales y tiene jefes de perfil 
internacional, que pueden ser también españoles que hayan viajado o 
vivido fuera y están acostumbrados a otras dinámicas. Pero del resto, la
 mayoría esperaba encontrarse con un país diferente y va desarrollando 
una visión menos positiva con el tiempo. La gente más joven es 
diferente, porque se divierten mucho, pero todo cambia si quieres crear 
algo, construir un proyecto de vida, montar un negocio…
El libro está cuajado de afirmaciones complicadas de digerir. Dice, por ejemplo, que el 
nivel de pobreza
 actual es el más alto desde la II Guerra Mundial. 
“Es que es doloroso 
ver miles de personas sin techo por las calles de Madrid y Barcelona. 
Hay una enorme diferencia en la manera de tratar a la gente sin techo. 
Aquí duermen en la calle, en los parques. Pasan frío. En Holanda tenemos
 centros donde pueden ir a comer, ducharse y dormir. Cuando veo gente 
rebuscando en la basura me duele. Sobre todo pensando en todo el dinero 
que se ha enviado a España [desde la UE]".
P. En el libro das a entender que sin la ayuda de la UE prácticamente seguiríamos en el franquismo.
R.
 El país hubiese ido mejorando porque es un proceso natural. Pero llegó 
un aluvión de dinero y muchas cosas más. El 40% de las carreteras están 
pagadas con dinero europeo, por ejemplo.
P. ¿Te preocupa que España hunda la UE? Dices que es el eslabón más débil.
R.
 Cuando empezó la crisis en Grecia, aquí decían que podría contagiar a 
España, como si este fuera un país muy limpio. Me hizo gracia eso. Lo de
 Grecia no es nada porque si España cae, cae la cuarta economía. Tenemos
 problemas en Francia, tenemos problemas en Alemania, pero yo creo que 
el mayor riesgo de todos lo tenemos con España.
Vincent ha vivido casi todo el tiempo en Barcelona, pero ha viajado 
bastante por la Península. “Estuve hasta en Cuenca una semana. Y he 
trabajado y conducido por muchos sitios con nombres que ya ni recuerdo”,
 dice. No compra tampoco el discurso del independentismo catalán, hasta 
el punto de que se manifestó con una bandera europea en la famosa 
manifestación del 8 de octubre.
 “Yo lo veo esto desde una postura económica y un punto de vista 
europeísta. No elijo un bando político porque luego me llaman fascista, 
pero creo que fraccionarse nos hace más débiles a todos”.
P. En tu blog eres muy crítico también con el nacionalismo catalán.
R.
 Me molesta que haya gente aquí [en Barcelona] que diga que el Gobierno 
central es muy corrupto y ellos no lo son. Todos sabemos lo del 3% de 
CiU y todos sabemos sobre 
Pujol
 y sobre Artur Mas… La corrupción en España está en todos lados. Seguro 
que en Holanda y en Alemania también la hay, pero aquí está totalmente 
fuera de control y sería ridículo decir que solo está en algunos sitios.
 Yo la he visto aquí en Barcelona.
En su retrato lacerante de 
España, Vicent describe como “atroz” la manera de tratar a los 
inmigrantes. “En Europa central tendemos a preocuparnos más por los 
derechos humanos de la gente. Creemos que es importante garantizar la 
vivienda, la comida, la higiene… En España no siempre es así".
P. ¿Pero crees que los españoles somos racistas?
R. Es una pregunta complicada. Digamos que la gente a veces no entiende muy bien de dónde vienen los demás, las otras culturas.
El holandés se queja también de la educación española porque cada vez 
que va a dar una conferencia la gente se pone a tomar apuntes. “Aquí no 
hay una interacción real. No se desafía al profesor. En Holanda se 
fomenta el debate. Aquí se acepta que lo que te dicen “es lo que hay” y 
no se avanza. Luego ves la tasa de fracaso escolar y no se puede 
discutir que hay un problema. Es objetivo.
P. Por seguir con los tópicos, ¿te molesta que la gente llegue tarde?
R.
 [Risas] En eso estoy bastante integrado y llego tarde yo también a las 
citas. Pero hay una diferencia entre mi vida personal y la laboral. 
Cuando necesito documentos de instituciones, cuando llamas y no te 
responden al teléfono, cuando pasas horas en una cola y luego no te 
resuelven nada o te mandan a una página web. Son cosas que podrían 
automatizarse, pero que sigue haciendo gente a las que no le gusta su 
trabajo, desmotivada, haciendo horas y horas. Nadie está contento.
P.
 Quizá, solo si te apetece, podríamos acabar la entrevista diciendo algo
 bueno de España que no sea la comida o el paisaje. ¿Te gusta algo de la
 sociedad española?
R. Me gusta que la gente está muy 
inclinada a ayudar al prójimo. Cuando alguien se tropieza, ves a tres o 
cuatro personas que van a ayudar enseguida.
P. Esa 
tendencia a ayudarse es la otra cara de la moneda que criticas en tu 
libro. En todos los países mediterráneos, esos lazos sociales tan 
intensos son los que derivan en amiguismo, enchufismo, los que te hacen 
ayudar a un familiar cuando puedes… No sé si se pueden disociar.
R.
 No puedo estar más de acuerdo, pero es muy importante que en España 
aprendamos a distinguir entre la vida personal y el trabajo. La línea 
divisoria es demasiado fina. Ese es el problema.