Un informe de la Federación de Enseñanza de CC OO (¿Por qué la 
población joven abandona los estudios?) presentado esta misma semana y 
basado en cifras oficiales del ministerio de Educación da cuenta de la 
evolución de la tasa de abandono escolar temprano en el conjunto del 
país y en cada una de las Comunidades autónomas durante el último cuarto
 de siglo.
El abandono escolar temprano recoge el porcentaje de 
jóvenes de 18 a 24 años que abandonan los estudios sin un título 
post-obligatorio (bachillerato o FP).
El informe pone de 
manifiesto que se ha producido una significativa disminución (desde el 
41% en 1992 hasta el 19% en 2016) que a pesar de todo no consigue 
alcanzar la tasa media de la UE a 28 que se sitúa (10,7%) en casi la 
mitad de la española. Los datos indican claramente la práctica 
imposibilidad de que el Estado pueda cumplir los objetivos de la 
estrategia Europea de Empleo 2020 (reducir el abandono temprano al 10%).
En
 este contexto las cifras de la Región de Murcia son especialmente 
negativas: si en 1992 la Región era la cuarta Comunidad con mayor tasa 
(46,1) en 2016 lidera este indicador negativo con un 26,4.
El estudio presentado por CC OO diferencia tres periodos en este último cuarto de siglo: 
1992
 a 2000, periodo de implantación de la LOGSE y de ampliación de la 
escolaridad obligatoria hasta los 16 años, en el que la tasa disminuyó 
hasta el 29,5 debido al nuevo impulso dado a la FP por la LOGSE y a la 
construcción de los IES correspondientes que permitió la obtención de 
títulos postobligatorios por los jóvenes.
De 2000 a 2008, etapa 
con las competencias transferidas a todas las Comunidades autónomas en 
la que la tasa volvió a aumentar hasta el 31,9, hecho atribuible al 
freno de las políticas educativas anteriores y a un mercado de trabajo 
que absorbía cantidades de empleo juvenil no cualificado desincentivando
 la continuidad en las aulas.
De 2008 a 2016, años de la crisis y
 de incipiente salida de la misma y en los que la intemperie laboral ha 
retenido en las aulas (o ha devuelto a las mismas) a jóvenes sin 
alternativas en el mercado de trabajo y en los que la tasa ha descendido
 hasta los 19 puntos.
Esta evolución ha sido diferente en la 
Región de Murcia: en el año 2000, cuando por primera vez la tasa estatal
 bajó del 30%, Murcia repuntaba hasta el 40%; en 2008 se mantenía en 
esas mismas cifras (40,6) y era ya la segunda Comunidad con peor 
resultado superada sólo por Baleares; situación que mantiene en 2016 (a 
pesar de la reducción de 14 puntos) tras experimentar una quiebra en la 
tendencia descendente y situarse en el 24,6.
Estas altas tasas no
 pueden entenderse como fatales o inevitables, así lo demuestras 
Comunidades como Cantabria o País Vasco que se encuentran por debajo de 
la media de la UE (8,6 y 7,9 respectivamente) poniendo de manifiesto que
 es posible dentro del marco normativo estatal avanzar 
significativamente en la lucha contra esta lacra.
Parece claro 
que habría que hacer un esfuerzo por recuperar a ese sector juvenil 
(687.000 personas en el conjunto del país y casi 34.000 en la Región) la
 mitad del cual no posee el graduado en Secundaria. Y entre los cuales 
los hombres doblan el número de las mujeres. Al principio de la crisis 
dos de cada tres de estos jóvenes estaban trabajando, en la actualidad 
no llegan a la mitad y lo hacen en empleos precarios y de nula 
cualificación.
Para conseguir el éxito en este empeño es 
necesario iniciar la reversión de los recortes: desmasificar las aulas, 
aliviar la carga lectiva del profesorado y exonerarlo de tareas 
burocráticas inútiles, recuperar los recursos perdidos de atención a la 
diversidad (PTs, ALs y Educación Compensatoria) y potenciar las tareas y
 recursos para la orientación educativa y el trabajo socio-educativo.
Habría,
 además, que apostar decididamente por mejorar y aumentar la oferta de 
Formación Profesional que debería estar presente en todos los IES y 
rentabilizar las instalaciones y equipamientos ya existentes para 
aumentar las ofertas vespertinas y nocturnas de estas enseñanzas.
También
 deben reforzarse las enseñanzas de segunda oportunidad (Centros de 
Adultos) para alcanzar la titulación obligatoria o acceder a la 
postobligatoria aumentando los grupos dedicados a preparar las 
correspondientes pruebas de acceso; así como incrementar el número de 
Bachilleratos nocturnos.
Hay que apostar por las medidas de apoyo
 y refuerzo a la diversidad de intereses educativos del alumnado a fin 
de reducir el porcentaje de jóvenes en situación de abandono sin 
Graduado en Secundaria.
Finalmente, se debe fortalecer el 
reconocimiento de la formación específica en la contratación laboral, 
incentivando esta modalidad en los planes de empleo juvenil.
Es 
decir, todo lo que no hace nuestra Administración regional volcada en 
estas fechas en asestar un nuevo golpe a la Educación de Adultos y en 
transferir dinero público a la concertación de centros privados de 
élite.
El camino equivocado.
(*) Profesor de FP y de Enseñanza Secundaria. Sindicalista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/07/09/murcia-tope/843872.html

 
 
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