MADRID.- El PP ha decidido acelerar la creación de una oficina para luchar contra
 la corrupción, impulsada en los estatutos en el congreso nacional y que
 se aprobará en la próxima ejecutiva, ante los fallos constatados en el 
caso de las denuncias internas contra Ignacio González, el expresidente madrileño hoy en prisión, según adelanta El País.  
Al PP le llegaron varios avisos,
 por distintas vías, sobre cuentas en Suiza de González y su 
enriquecimiento, pero no hizo nada, excepto apartarle de la candidatura 
para repetir en la Comunidad. La oficina anticorrupción del PP podrá 
investigar este tipo de asuntos incluso de oficio.
“No somos la policía ni somos jueces para poder juzgar a 
nadie ni para llevar a nadie ante los tribunales cuando no existen 
pruebas y cuando además la persona (Ignacio González) y la organización,
 en este caso el PP de Madrid, lo desmienten con rotundidad”. 
Así 
contestó esta misma semana en una entrevista el número tres
 del PP, Fernando Martínez-Maillo, cuando se le preguntó por qué el 
partido no había hecho prácticamente nada cuando le llegaron por varias y
 diversas vías las sospechas de irregularidades y cuentas ocultas en 
Suiza sobre el expresidente madrileño.
Fue casi idéntica a la justificación que ofrecieron, también
 la pasada semana y en público, su antecesor en ese cargo de 
vicesecretario nacional de Organización, Carlos Floriano, y el 
secretario ejecutivo de Organización del PP, Juan Carlos Vera, cuando se
 les demandó explicaciones sobre su actuación al recibir en distintas 
ocasiones advertencias del exalcalde de Leganés Jesús Gómez, del mismo 
partido, sobre las actividades sospechosas del presidente madrileño. El 
PP se escudó en que citó a González, le preguntaron sobre esas 
cuestiones y él las negó. “¿Qué más podíamos hacer si no somos la 
policía, ni la fiscalía ni contratamos detectives privados?”, repitieron
 para parapetarse.
El PP celebró entre el pasado 10 y 12 de febrero en Madrid 
su 17º congreso nacional, tras cinco años sin convocarlo, con varios 
asuntos otra vez relacionados con la corrupción sin resolver. Una de las
 iniciativas promovidas por los organizadores del cónclave consistió en 
proponer (artículo 50.3 de los remozados estatutos)
 la creación “en el seno del comité nacional de derechos y garantías de 
una subcomisión que, con carácter permanente, velará de manera especial 
por el cumplimiento de las normas y compromisos a que han de ajustar sus
 comportamientos los cargos públicos del partido”.
Abogados e independientes
En la primera idea para su formación se apostó por 
seleccionar dos o tres vocales del comité ejecutivo nacional del PP, 
bajo la presidencia del ya existente comité de derechos y garantías. Es 
decir, muy integrada y controlada por la cúpula del partido y su 
presidente, Mariano Rajoy.
El caso González y los errores cometidos han 
ayudado a perfilar mejor esa nueva oficina anticorrupción, que ahora 
quieren que la compongan entre dos y cinco militantes independientes, es
 decir, que no ostenten ya cargos orgánicos o institucionales y que sean
 abogados o vinculados al mundo del derecho, y que puedan actuar sobre 
cualquier ámbito, por intermediación de terceros o de oficio y sin 
denuncia previa. Ese grupo solo dependería, para elevar sus 
conclusiones, del comité de derechos y garantías, que propondría las 
respectivas sanciones o expulsiones.
Las competencias de esa nueva oficina previstas en los 
estatutos incluyen desde “garantizar el cumplimiento de la normativa 
sobre declaraciones de bienes y actividades que han de prestar los 
cargos públicos del partido”, a redactar “el proyecto de declaración de 
bienes y actividades de los cargos públicos del partido, que habrá de 
someterse a la aprobación de la junta directiva nacional”. También 
“velar por el cumplimiento de los compromisos que, como garantía del 
respeto al programa electoral, asuman voluntariamente los candidatos y 
cargos” y custodiar las declaraciones y documentos citados.
La dirección del PP se ha basado para confeccionar las 
normas con las que funcionará esa oficina interna en lo redactado y 
expuesto ya en la ley reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado, aprobada en la primavera de 2015, y que se integró en el denominado Plan de Regeneración Democrática
 que el Gobierno de Rajoy impulsó para contrarrestar su imagen de 
inactividad ante la corrupción. El objetivo con la ley de los altos 
cargos, y ahora con la figura del Compliance Officer en el PP, 
es fijar principios más rigurosos de prevención y gestión de los 
conflictos de intereses tanto para responsables del Ejecutivo como del 
partido. Este tipo de oficinas se han impuesto en los últimos tiempos en
 la mayoría de las grandes empresas privadas y su debate se discute 
también para su implantación en las diversas Administraciones.
El PP de Valencia, una de las organizaciones territoriales 
más afectadas por escándalos de sus cargos junto a la territorial 
madrileña, también propugnó en su congreso regional la composición de 
una oficina semejante, que está ahora por ultimar.
La dirección nacional del PP quiere acelerar ahora su puesta
 en marcha coincidiendo con este rebrote de la corrupción que ha surgido
 tras el caso de la moción de censura contra el expresidente de Murcia, 
las derivadas de Gürtel, las ramificaciones de Púnica y, sobre todo, el caso González.
 La orden dada por Rajoy a su partido, en esta ocasión, ha consistido en
 pedir que se dé la cara, que se ayude en las investigaciones judiciales
 y parlamentarias y que se comparezca lo máximo posible ante los medios 
de comunicación para desterrar la imagen de acorralamiento.
Los populares están a la espera para su aprobación 
definitiva de que se convoque, en las próximas semanas, un comité 
ejecutivo nacional o incluso una junta directiva nacional, el máximo 
órgano entre congresos, pero aún no han cerrado la fecha.
'Compliance', responsabilidad penal o disolución de un partido
En la reforma del Código Penal aprobada ya en el Congreso por impulso del Gobierno de Mariano Rajoy se introdujo la figura del Compliance Officer, que llegó primero por el mundo empresarial anglosajón.
Muchas empresas y multinacionales, tras la brutal crisis de Lehman 
Brothers en 2008, asumieron la necesidad de un director de Cumplimiento 
Normativo como un árbitro de vigilancia y control orientado a prevenir 
la comisión de delitos.
El propio juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, la semana 
pasada en su participación en un seminario de la Deusto Business School 
sobre Cuestiones Prácticas sobre responsabilidad penal de la persona 
jurídica y Compliance, alertó de que esa reforma penal podría 
permitir, incluso, disolver todo tipo de empresas o partidos políticos 
(salvo el Estado) si sus dirigentes incurren en determinados delitos.
Eloy Velasco recordó que ahora esos planes de prevención de delitos o
 compliance son voluntarios aunque se premia al que los hace al 
eximirles de acciones penales y al suavizar las multas en caso de 
responsabilidad.
 
 
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