"El modelo del 80 fallaba estrepitosamente porque estaba constituido 
sobre una premisa falsa y extremista: el desbordamiento del sentido 
natural de la independencia judicial (...) la idea de control se diluye 
hasta casi desaparecer a favor de los jueces y magistrados y el servicio
 público justicia se hace opaco e infiscalizable"
 Fernando Santaolalla López -  Consideraciones constitucionales sobre el llamado autogobierno judicial
Este jueves se votaba en el Congreso la "inocente" 
enmienda presentada por Ciudadanos y el Partido Popular para volver a 
1980 y que los doce vocales judiciales del Consejo General del Poder 
Judicial sean elegidos de nuevo por los propios jueces. Doce son 
mayoría. Inocente en un sentido totalmente irónico, ya me entenderán. En
 el caso del PP es una huída hacia adelante después de que se 
descubriera el tejemaneje interno que se traen y la forma servil en la 
que tratan a los jueces, a través del wasap de Cosidó. 
El PP no cree en 
la elección gremial de los 12 vocales judiciales, como ha demostrado a 
lo largo de su historia, pero ahora se apunta. Les pillaron con el 
carrito del 'helao' y a Casado alguien le dijo que salvara la cara así. 
Ciudadanos, Ciudadanos no es  believer sino de sí 
mismo así que hemos de pensar que tiene claro que sacará tajada de que 
los jueces se autoelijan, aunque no sea más que por el lavado de cara 
electoral que les procura esta medida que, dicen, pretenden despolitizar
 la cúpula judicial. Ahora veremos qué hay de verdad en esto.
 Hay que explicarlo porque en estos últimos días hay toda una pléyade de
 magistrados en redes sociales, y por tierra, mar y aire comunicacional,
 intentando explicarnos por qué es necesario que el Poder Judicial se 
convierta en el único que se elija a sí mismo y se controle a él mismo, 
sin ningún contrapeso externo. 
Bienvenidos al populismo judicial, al 
verdadero. No son seres angélicos, son seres que en muchos casos buscan 
el poder y quieren ocuparlo ellos. Ante la posibilidad siquiera remota, 
porque mucho confío en que el resto de grupos parlamentarios vean de qué
 va esta emboscada, de poder repartirse el poder sin intervención alguna
 ajena están dispuestos a blanquearlo todo, a confundir los conceptos y a
 intentar confundir al pueblo con la promesa de una vida mejor. 
En todo 
eso andan con una cohorte de informadores que, desconocedores de las 
raíces profundas del problema, les aplauden como una  claque
 expectante. El esquema es el de todos los populismos: hay un problema 
insoportable de injerencia política en las cúpulas judiciales y de falta
 de independencia ergo dennos todo el poder a nosotros los jueces y 
verán como esto mejora.  Plas, plas, plas. 
Los 
jueces, que venden que para ser independientes necesitan independizarse 
absolutamente y no tener ningún control externo, como si la 
independencia no fuera una virtud de la que cada uno individualmente 
debe revestirse. Ser un juez independiente no consiste en que un 
político o un chorizo o el puñetero dinero no traten de influirte sino 
en que tu tengas la valentía y la honradez de rechazar tales envites y 
mantenerte firme en tu función incluso si eso supone no medrar. 
Si hoy 
día hay jueces dependientes siquiera moralmente del poder político, lo 
son porque han aceptado serlo. Son malos jueces, no son víctimas del 
sistema. Un juez tiene que ser imparcial, independiente, sometido 
exclusivamente al imperio de la ley y, por ende, valiente para aceptar 
las consecuencias de mantener tales premisas. Algún día les hablaré del 
número de los valientes.
 Los magistrados y sus 
asociaciones se han estado reuniendo todos estos días con los grupos 
políticos para venderles la mercancía de que la despolitización de la 
Justicia y, sobre todo, de los nombramientos jurisdiccionales 
(magistrados del TS y presidentes de todas las salas y tribunales 
importantes) pasa por juntar las manos en signo de plegaria y, con una 
fe ciega, entregarles un poder omnímodo. 
Los jueces no buscan ser 
independientes sino independizarse de todo poder y de todo control y 
para ello presentan como deseable una fórmula que ya fracasó 
estrepitosamente en su día. La primera regulación del CGPJ se produjo 
por la ley 1/1980 que estableció un sistema corporativo para a la 
elección de los 12 vocales judiciales, primó a los escalones superiores 
de la judicatura y estableció unas competencias más amplias. 
Ahora el 
CGPJ no sólo hace política judicial sino también política criminal y 
controla los castigos disciplinarios a los jueces, los castigos 
jurisdiccionales también los controlan los magistrados que ellos mismos 
han enviado al Tribunal Supremo. Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo 
como.
 En aquel primer Consejo, la mayoría absoluta 
conservadora tuvo un peso insoportable de la APM ya que no hubo 
posibilidad de representación proporcional y todos los vocales, lista 
única, pertenecieron a la mayoría conservadora. Aún hoy hay quien 
defiende algo así. En eso no están de acuerdo las asociaciones. Hoy día 
pasaría lo mismo. La carrera judicial es mayoritariamente conservadora. 
Yo no creo que tenga que ver nada con el franquismo ni con esas 
chorradas que a veces se dicen con buena intención. Tiene que ver con el
 origen burgués mayoritario -sí, aunque haya un porcentaje que nos vaya a
 contar siempre en las redes lo pobres que eran al opositar, esos 
siempre serán unos  outsiders y siempre los mirarán
 como tal, por encima del hombro, y ellos los saben-, con los 
preparadores y hasta con la función que representan que no es otra que 
administrar la coerción estatal. No esperen encontrar grandes 
revolucionarios en este colectivo.  Ça va de soi.
 ¿A quién tiene que representar este gobierno onmímodo que controla a 
los demás, que se controla a sí mismo y que administra vidas y 
haciendas? Los jueces pretenden que debe representarlos a ellos y otros 
muchos, incluidos los partidos de izquierdas, piensan que su 
representatividad y su legitimidad debe emanar del pueblo como la del 
resto de los poderes. 
¿Pueden unos individuos, por el hecho de pasar un 
examen jodidísimo, controlar a los demás poderes y controlarse a si 
mismos? ¿De dónde les vendría la legitimidad si el examen lo organizan y
 controlan también ellos mismos? Ya les conté la historia de la hija de 
Marchena que no ha habido forma de fiscalizar desde ninguna parte, 
Congreso incluido.
 Si ellos mismos se presentan y 
hacen campaña ¿quién y cómo se va a controlar a sus asociaciones -que 
son como partidos, porque son uniones ideológicas- o los fondos que 
reciban o de quién los reciban y a quién van a estar agradecidos? 
Hablamos de poder, de mucho poder, del poder casi sin control ninguno. 
Cuando les oigan hablar de independencia no pierdan de vista esto. Ahora
 me dirán que, en algún momento espeso, yo misma defendí esta fórmula. 
Debió ser antes de darme cuenta de hasta dónde puede llegar la postura 
gremialista en los nombramientos y en las prebendas a los propios y 
antes de darme cuenta de cómo cuando Almenar y Margarita Robles se 
encargaban de pactar los nombramientos, también lo hacían de forma más 
bien gremial y nepotista y de cómo le han arreglado el tema a la hija de
 Marchena y no ha habido forma de saber siquiera. 
Además estoy 
convencida de que una forma de elección así volvería a la carrera aún 
más conservadora. Pura necesidad. Si tus compañeros controlan tu 
progresión profesional y también la posibilidad de sancionarte y hasta 
expulsarte de la carrera, ¿no sería cada vez más difícil levantar la 
voz? De hecho, está sucediendo. 
En Jueces para la Democracia la posición
 a favor de regresar a esta forma de elección es levemente mayoritaria 
y, desde luego, no lo es el apoyo a la enmienda presentada por el PP y 
Ciudadanos. ¿Por qué no denuncian todo esto y van de comparsas? Puro 
corporativismo dado que creo que piensan que no sería bueno ser los 
únicos en discordia "con la carrera" ahora mismo.
 
Todo apunta a que todas estas razones, y muchas más en las que podría 
extenderme, harán que la moción oportunista de Ciudadanos y el Partido 
Popular no prospere este jueves. Eso no significa que no haya que limpiar y
 sacar las pezuñas de los políticos de en medio pero, perdonen, no para 
poner las de los jueces. Al menos a los otros los votamos.
(*) Periodista

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