MADRID.- Dicen los pesimistas que los sueños, sueños son. Pero los optimistas 
prefieren esta otra frase: lo sueños, se cumplen. Que se lo digan a José
 Ignacio Goirigolzarri. Su ilusión de estar dirigiendo la nave del BBVA 
se diluyó con un azucarillo en un café cuando Francisco González, 
presidente de la entidad, decidió alargar su edad de jubilación. Pero 
hace un lustro, el Partido Popular le dio una nueva oportunidad y lo 
puso a los mandos de un gigante con siete cabezas (las de las siete 
cajas de ahorro que la conforman) llamado Bankia, según publica www.merca2.es.
Ahora ambos vuelven estar ‘unidos’ ¿muy a su pesar? Según un informe de Mediolanum,
 BBVA es la entidad más indicada para comprar Bankia al Estado. ¿Choque 
de trenes de nuevo entre ambos dirigentes? “No pretendo batir ningún 
récord de mantenerme en Bankia”, afirmó Goirigolzarri en un reciente 
desayuno organizado por Nueva Economía Forum. Y añadió: “Estoy a la orden hasta que los accionistas y el consejo de administración lo decidan”. Dicho de otra manera, he acometido mi trabajo, y me iré con la cabeza bien alta (cuando toque).
Si
 finalmente la operación llegara a buen puerto, sería un excelente 
broche de oro para Francisco González. Como dirían los malpensados, los 
que tienen la mente sucia, mataría dos pájaros de un tiro. Por un lado, 
conseguiría jubilarse (en marzo de 2019 lo haría con 75 años) dejando a 
BBVA con una cuota de mercado superior al 20%. Por delante de 
Santander-Popular. Chapeau. Y, por otro, estaría de nuevo un escalón por encima de Goirigolzarri, al que algunos califican como su ‘enemigo íntimo’.
¿O no? Goirigolzarri conoce el negocio bancario al dedillo. También 
BBVA, donde estuvo más de tres décadas. Y, en la actualidad, cuenta con 
63 años, por lo que se le puede considerar como todavía joven para la 
profesión. ¿Podría darse la vuelta a la tortilla y reemplazar a quien le
 ‘jubiló’?
Bankia como trampolín
Será el consejo de administración de BBVA quien finalmente acabe 
decidiendo el sustituto de Francisco González una vez se jubile en poco 
más de año y medio. Quizás sea Carlos Torres, el actual CEO de la entidad, quien recoja el relevo.
 Él es el que está liderando la transformación digital de la entidad (el
 50% de los clientes en España ya se relaciona con la entidad a través 
de canales digitales). La sucesión natural, que dirían algunos. Fiel 
escudero de González, como en su día lo fue Goirigolzarri.
Junto a Carlos Torres, hay quien apunta a que no faltarán otros en la
 quiniela. ¿El actual presidente de Bankia? ¿Vería cumplido el que en su
 día fue su más apreciado sueño? A su favor jugaría el hecho de que ha 
estado en ambas casas. Pero hay otros aspectos por los que sumaría 
puntos.
Sobrio, tenaz, esforzado y trabajador, es un gestor muy meticuloso en
 el cumplimiento normativo, como González. Ambos también tienen otro 
punto en común: fueron puestos en sus puestos (valga la redundancia) por sendos gobiernos del Partido Popular. González, por José María Aznar (en Argentaria). Goirigolzarri, por Mariano Rajoy.
Goiri y González: ¿dos gotas de agua?
Los expertos consultados no dudan en resaltar más parecidos entre 
ambos, como que los dos son contundentes y creíbles. Y tienen los pies 
en el suelo. Son enormemente realistas. Nada de crear castillos en el 
aire. Francisco González tiene mucha credibilidad a nivel internacional.
 No en vano, y gracias a él, la expansión en Latinoamérica se puede 
considerar como un logro épico. Como también lo es la transformación 
digital y tecnológica que está implantando en la entidad. Ahí va un paso
 por delante respecto a los competidores.
Goirigolzarri puede apuntarse en su haber que, en la actualidad, 
nadie hable mal de Bankia. Y eso que en el camino se topó con las 
preferentes, las cláusulas suelo, las tarjetas black… Ese buen hacer se ha traducido en más clientes:
 en términos netos ha captado, durante el último año, 141.000. También 
ha aumentado en 103.000 la base de clientes con ingresos domiciliados.
Sin embargo, a pesar de esas similitudes, son dos estilos diferentes.
 Y, quizás por ello, no llegasen a ser todo lo compatible que cabría 
esperar. Ahí, los orígenes de cada uno de ellos, pudo ser un factor 
clave en su ‘separación’.
El actual presidente de BBVA comenzó
 en este mundillo de las finanzas siendo un bróker. Creó una agencia de 
valores (FG Inversiones Bursátiles) que acabó vendiendo a Merril Lynch 
por la nada desdeñable cantidad de 3.000 millones de las antiguas 
pesetas a finales del pasado siglo XX.
El camino inicial de Goirigolzarri fue totalmente diferente. Comenzó en este business
 siendo bancario, para tacita a tacita (como decía un antiguo anuncio 
protagonizado por Carmen Maura en la década de los 80) ir subiendo 
peldaños. No se tomó su tiempo, sino que avanzó a pasos agigantados, 
desde el área de Planificación Estratégica del entonces Banco de Bilbao,
 hasta ser CEO de BBVA. Después vino la presidencia de Bankia.
De poco le sirvió ser fiel escudero de su jefe. Cuando las quinielas 
(¿Por qué no pueden equivocarse otra vez?) apuntaban a su figura como 
caballo ganador de la carrera por la sucesión, un gol en el último 
minuto acabó rompiendo el pronóstico.
Quizás como respuesta a esta mala jugada, quizás por venganza, o 
quizás por sus ‘armas’ (capacidad de liderazgo, compromiso y habilidad 
en la gestión de equipos), Goirigolzarri acabó devolviéndole la jugada arrebatándole a José Sevilla, actual CEO de Bankia. Un gol, en esta ocasión, por toda la escuadra.
Es posible que José Sevilla cambiara de acera porque, conocedor de la
 forma de trabajar de ambos, tuviese más oportunidades de ser él mismo, 
de desarrollar su trabajo, de la mano de Goirigolzarri que de la de 
González. Porque el presidente de Bankia sabe delegar y repartir juego. Un animal bancario, como le han llegado a definir.
El presidente de BBVA, por su parte, es más bien un animal político. 
Sabe moverse como pez en el agua en diferentes mares, pero no acepta de 
muy buen grado que nadie le haga sombra. Es ortodoxia pura y dura. Ejecutivo, en una palabra. Lo que no le ha ido nada mal, vistos los años que lleva aferrado al bastón de mando.
¿Le dará la vida una segunda oportunidad a Goirigolzarri de aterrizar
 en la pista del BBVA? Por méritos, no le faltan. La pista está abierta.
 De momento, sólo tiene ojos para Bankia y su fusión con BMN.
 A lo lejos, aunque no tan distante en el tiempo (finales de 2019), la 
privatización de Bankia. Si es BBVA quien acaba adquiriendo la entidad 
nacionalizada, y una vez Francisco González ‘cuelgue los guantes’, se 
abriría la puerta de la sucesión. ¿Pensará el consejo de administración 
en Goirigolzarri o no? ¿O sería una pirueta con doble tirabuzón?
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