Días despuéss de que el presidente de la Generalitat, Carles 
Puigdemont, anunciase que no repetiría como candidato a la Presidencia 
en unas próximas elecciones, una encuesta del Instituto GAD 3 para La Vanguardia
 señala que es el mejor candidato, a pesar de que su partido PDE Cat 
(Partido Democratico de Cataluña), antigua Convergencia, se hunde 
electoralmente. Puigdemont contaría con el apoyo de electores de la 
antiigua Coinvergencia i Unio, Esquerra y de un porcentaje pequeño de la
 CUP (Candidatura de Unidad Popular). Una posible candidatura de Artur 
Mas sería, según la encuesta, un auténtico fracaso electoral.
Quizás la principal conclusión que se desprende de la encuesta sea, como destaca La Vanguardia,
 que el bloque soberanista rersiste, pero no logra ensanchar su base, 
hasta el punto que la coalición Junts Pel Si formada por la antigua 
Convergencia, que a la vista de los escándalos no ha tenido más remedio 
que cambiar de nombre por el PDE Cat, y por Esquerra, sacaría menos 
diputados si los dos partidos fuesen a las elecciones por separado. Hoy 
obtendrían por separado más escaños, un total de 64, que en la coalición
 que concurrió a los comicios de septiembre del 2015, cuando 
consiguieron 62. La encuesta ofrece dos importantes datos. La primera, 
es que Esquerra (con 37 escaños) se pondría claramente por delante de la
 antigua CDC (con 27), cuando la ventaja de ERC (con 33 diputados) era 
de apenas dos puntos y dos escaños.
El segundo dato es el retroceso de la CUP que, aunque menor que en 
una anterior encuesta realizada en el mes de junio, sigue siendo 
dramático para los anticapitalistas ya que perderían ahora la mitad de 
su capital electoral y parlamentario, por lo que retendrían únicamente 
cinco de los 10 diputados actuales. En consecuencia, el ascenso de ERC 
no sólo se produciría a costa del PDECat, sino también de la CUP. Los 
soberanistas moderados habrían perdido en seis años, destaca La Vanguardia,
 la friolera de 35 diputados. CiU obtuvo 62 en el 2010 y 50 en el 2012, 
últimos comicios autonómicos en los que CDC y Unió concurrieron en 
coalición. La estimación actual (27) supondría prácticamente la mitad 
que en el 2012, que ya fue el peor resultado de la coalición, con la 
excepción de los comicios de 1980. La primera fuerza no independentista 
seguiría siendo Ciudadanos con 24 diputados, seguida del PSC con 15 
escaños y Catalunya Si que es Pot (CSQP) con 14 y, Partido Popular con 
13 escaños.
Los resultados de la encuesta dan la razón al importante semanario The Economist
 que esta semana, en un amplio resumen de la situación en Cataluña, 
llega a la conclusión de que la sociedad catalana permanece divida y que
 los números no cuentan para que avance la independencia “pero sí con 
los suficientes para hacer algo de ruido”. Este estancamiento le ha 
resultado políticamente beneficioso no sólo a los nacionalistas 
catalanes sino, también, a Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno y a
 su conservador Partido Popular. La firme defensa de la unidad 
territorial del país resulta popular en muchos lugares fuera de 
Cataluña. “Durante años, Rajoy no respondió́ a los agravios catalanes,
 algunos de los cuales eran justificados”.
Sostiene el semanario britanico que Rajoy podría ofrecer concesiones 
sobre financiacióńn e infraestructuras. De forma más polémica, podría
 proponer el reconocimiento del idioma cátalán o que Cataluña sea una 
nación dentro de España. Todo esto podría recortar el apoyo a la 
independencia en torno al 25%, aunque la cuestióńn más ardua es el 
referéndum. “No es momento para contemplar cualquier tipo de plebiscito 
con ecuanimidad. Los nacionalistas catalanes afirman ser pro-europeos 
ejemplares. Pero siguen oyéndose ecos de Brexit en Cataluña. En lugar 
de Bruselas, es Madrid a quienes los nacionalistas acusan de robar el 
dinero de los catalanes. Argumentan que la independencia sería dápida y
 fácil. El enorme crecimiento del apoyo a la independencia desde 2002 
ha sido la primera manifestacióńn de populismo en España.
La conclusión del Economist es demoledora: “En su búsqueda 
de la independencia, los catalanes se parecen a los partidarios del 
Brexit, pero en una autonomía plagada por la corrupción y el desempleo, 
los nacionalistas podrían ni ganar”.
(*) Periodista y economista

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