«Tenemos una sobrecarga de trabajo excesiva. Hay muchas camas en las
habitaciones, mucho estrés, mucho agobio. En verano las camas se
duplican. La mayoría de turistas que vienen son familias, así que ya no
son dos camas, sino cuatro, lo que conlleva que esas habitaciones estén
más sucias haya más trabajo y además hace más calor. Este mes de agosto
es horrible».
Así lo explica la portavoz de las Kellys en Benidorm,
Yolanda García, quien recuerda que estas profesionales, con turnos de
ocho horas diarias, deben hacerse frente a una cifra media de 20 a 23
habitaciones este verano, además de limpiar las zonas comunes de los
hoteles.
García avisa del final que les espera: «la sala de urgencias del
hospital más cercano o una receta de dos ibuprofenos al día para poder
llevar los ritmos del mes con más visitantes del año».
De acuerdo a la Encuesta de Ocupación Turística de 2025 del Instituto
Nacional de Estadística, este junio ha habido un total de 1.013.870
viajeros en hoteles de la Comunitat Valenciana, lo que supone 35.005
viajeros más que el año pasado.
Pero además de este aumento, García ha destacado el cambio en el
perfil del turista. «Ahora no es como hace unos años, cuando venía con
más tiempo. Ahora es raro que esté más de cuatro o cinco días, con lo
cual nosotros tenemos más trabajo al tener que hacer más salidas y
entradas en las habitaciones», ha sostenido.
Además durante este mes de agosto, pero también en junio y julio, las
habitaciones están «mucho más sucias» que en el resto de meses, lo cual
implica más trabajo. La arena, las cremas, y todo lo que conlleva
volver mojados de la playa o de la piscina hacen que una trabajadora
necesite el doble de tiempo para limpiar una habitación.
Dolor lumbar, en las manos, en los hombros... El malestar físico se
une al estrés y la ansiedad por querer acabar de trabajar a su hora para
poder volver a casa, y todo eso favorecen a un «desgaste» por parte de
las camareras de pisos.
«Es como si tu reloj se convirtiera en tu peor enemigo, porque no
haces más que mirarlo, vas con prisa porque tienes ganas de terminar a
tu hora, no quieres regalar ni 10, ni 15, ni 30 minutos de tu tiempo.
Muchas veces no duermes bien, ni descansas, ni nada, porque estás
siempre con dolores o muy estresada, y pensando que al día siguiente
tienes que venir otra vez y hacer exactamente lo mismo», ha declarado.
Las camareras de piso se rigen a través de convenios de hostelería,
que se revisan cada cuatro años. Ellas cobran «un poquito más» del
salario mínimo interprofesional y que este año, han percibido una subida
de 20 euros, «pero no es suficiente».
«Tal y como se ha puesto la vida,
ahora 20 euros no son nada. Los alquileres han subido mucho, hay falta
de vivienda y muchas compañeras, después de haber trabajado como burras,
viven al día y mirando su bolsillo constantemente», ha denunciado
García.
La mezcla de dolores físicos, estrés, sobrecarga de trabajo, poco
salario y falta de personal para hacer frente a las habitaciones, hace
que la principal reclamación de las trabajadoras sea la declaración de
su trabajo como penoso para poder solicitar la jubilación anticipada.
Tras la entrada en vigor el pasado mes de junio del Real Decreto
402/2025, de 27 de mayo, por el que se regula el procedimiento previo
para determinar los supuestos en los que procede permitir anticipar la
edad de jubilación en el sistema de la Seguridad Social mediante la
aplicación de coeficientes reductores, las camareras de piso han
reclamado que su trabajo cumple las características de penosidad.
El artículo dos de este Real Decreto describe los trabajos penosos
como la «realización de actividades en condiciones extremas que implican
un esfuerzo constante o de gran dificultad caracterizado, entre otras
circunstancias, por la edad, la exposición a calor o frío extremo,
ruido, vibraciones, uso permanente de fuerza física, nocturnidad y uso
permanente de equipos de protección personal portados».
Según García, las camareras de piso consideran su trabajo como penoso
«por la cantidad de bajas de incapacidad temporal» que tienen. «Casi
ninguna camarera de piso se jubila en buenas condiciones o cuando llega
la edad de jubilación, sino que lo hace porque necesitan operaciones o
por incapacidades a causa de este trabajo. Nuestro trabajo requiere
mucho esfuerzo físico y jurídico y no podemos estar atrapadas aquí hasta
los 60 y 70 años».
Además de la jubilación anticipada, las trabajadoras han denunciado
que en muchas ocasiones los convenios no se respetan y han pedido que
estos se cumplan. García ha subrayado así la problemática de la
existencia de camareras externalizadas a las que se les aplican
convenios de limpiadoras fuera de los de hostelería.
Asimismo, reclaman
que se consideren esas dolencias causadas por las condiciones de trabajo
como «dolencias profesionales», y no tengan que «estar peleando
judicialmente para que sean reconocidas como tal».
La carga de trabajo, no obstante, no puede solucionarse tan solo con
una jubilación anticipada. Esta va a seguir estando ahí aunque las
trabajadoras puedan acceder antes a la jubilación. En este contexto,
demandan más personal para no tener que hacer tantas habitaciones por
persona.
«Pero también hay un problema generacional. Las camareras de piso ya
tienen cierta edad y su cuerpo no está listo para continuar haciendo un
trabajo como este», ha añadido.
Por otra parte, las 'kellys' trabajan por horas y no por
habitaciones, sin embargo, si no realizan las habitaciones que deben
hacer, son «sancionadas».
«Estoy contratada a seis u ocho horas o las
que sean, no a trabajar por un número de habitaciones, porque eso no es
legal. Lo que hay que hacer es denunciar a la Inspección de Trabajo si
eso ocurre, porque no se puede sancionar si se han cumplido las horas de
trabajo», expone García.
No obstante, la administración es lenta y «tarda mucho en actuar»
después de que llegue una denuncia, pero García considera que debería
ser «más ágil» en estos temas.
«Al final queremos que se cumplan las
leyes de prevención y los convenios, pero no hemos adelantado mucho con
las administraciones para poder mejorar nuestra situación», ha
destacado.
Las camareras de piso no solo reclaman la acción de sindicatos,
patronal y Gobierno, sino también la «consideración» del turista que se
hospeda en los hoteles.
«Que tenga un poco más de empatía. Que sepa que
detrás de su habitación hay una persona que la limpia cada día. Hay
turistas que aunque pagan por la limpieza saben que no pueden ensuciar
toda la habitación, pero hay otros que no tienen ninguna consideración
hacia las personas que están trabajando. Que ensucian, rompen cosas,
vomitan... Porque se piensan que al pagar pueden hacer de todo» ha
destacado García.
«Igualmente no culpamos al turista porque desde el hotel se sabe que
estas cosas pueden pasar, pero queremos mejores condiciones para que
mientras limpiamos no tengamos que estar tomándonos ibuprofenos todos
los días», ha finalizado.
Las trabajadoras esperan que este pueda ser el último año sin
jubilación anticipada y que sus condiciones mejoren para el año que
viene con la consideración de su trabajo como penoso con el nuevo Real
Decreto.