Poco más de tres minutos ha durado la fría y discreta toma de 
posesión del presidente interino de la Generalitat, Quim Torra, 
(bautizado en Bruselas por el periódico belga De Staandard como
 “malhablada marioneta de Puigdemont”) en una ceremonia sin invitados, y
 solo con la presencia de su esposa y su madre, así como el presidente 
del Parlament Roger Torrent.
Una ceremonia minimalista, como su mandato, sin bandera española ni 
foto del Jefe del Estado, sólo con una bandera estelada, y sin la 
presencia de ninguna autoridad del Gobierno central (ha sido vetada por 
Quim Torra la presencia de Soraya Sáenz de Santamaría) a pesar de que el
 Presidente es, según el Estatuto de Cataluña, la máxima autoridad del 
Estado. 
La ceremonia ha terminado con una jura singular en la que ni 
siquiera se ha nombrado la Constitución. “Juro cumplir lealmente las 
obligaciones del cargo de Presidente con fidelidad a la voluntad del 
pueblo representado por el Parlament”. Y, punto final. Sobre la mesa ha 
quedado la medalla que reciben todos los Presidentes elegidos… No la ha 
querido a la espera que se le imponga de nuevo a…Puigdemont.
La triste y pobre toma de posesión ha coincidido con lo que parece 
ser una ola de sorpresa e indignación por la personalidad del Presidente
 interino de la Generalitat, y la extrañeza internacional de cómo ha 
sido posible que haya sido elegido por el expresidente desde Berlín, 
bautizado como marioneta malhablada de Puigdemont. 
Para Torra, España 
es el enemigo. Basta con leer sus tuits y artículos que escribió hasta
 hace unos años. En 2012, comparó a los españoles con “hienas, 
víboras que esparcen un odio nauseabundo” y encontró antinatural hablar
 español en Cataluña. Consideró que España es un país que atrae la 
miseria, y escribió que los españoles son la causa de la 
discriminación racial y el subdesarrollo. Sus críticos califican estas
 declaraciones despiadadas de racistas.
La mayoría de los medios internacionales sostiene que el nuevo 
presidente autonómico catalán es un ferviente separatista y defensor de
 la línea dura, y que  la sensibilidad diplomática brilla por su 
ausencia. Quien en mensajes cortos en Twitter acusa a los españoles de 
no saber hacer otra cosa que saquear, no quiere una solución pacífica.
 Por desafortunado que sea, es probable y es una opinión generalizada 
que Torra radicalice aún más la política catalana. Ya está apuntando 
con mano firme hacia nuevas protestas y dividiendo a la población 
catalana.
The New York Times, por ejemplo, es claro en su análisis: 
“hay un racista presidiendo la Generalidad de Cataluña, y eso es algo 
que debería repugnar a todos los demócratas, al margen de su posición 
con respecto a la independencia “Torra sostiene que al seguir el camino 
de la independencia cumplirá el mandato del 1 de octubre. Este mandato 
-aclara el periódico- no existe: aquel día no se celebró un 
referéndum, sino una votación chapucera y sin garantías, cuyos 
resultados ni siquiera avalaron los observadores que llevaba la propia 
Generalidad” 
“Con un intransigente liderando una coalición secesionista
 que tiene los mismos objetivos que provocaron la actual crisis 
constitucional en España, -es la opinión del periódico británico The Guardian se
 ve ahora más remota que nunca una reconciliación entre Madrid y 
Barcelona, o entre lo que ahora es una sociedad catalana profundamente 
polarizada.
No menos duro es el diario francés Le Monde: “Quim Torra es 
un nacionalista puro y duro. Uno de los que nunca se han sentido 
españoles y que rechazan la doble identidad que sin embargo asumen el 
70% de los catalanes. En decenas de artículos de opinión irónicos y de
 tuits, durante años, ha demostrado que tenía una concepción étnica 
del catalanismo. Insulta a los españoles que “únicamente saben 
expoliar”. Habla de su “ADN accidentado”, afirma que “la raza socialista
 catalana ha entrado en decadencia y se mezcla con la raza socialista 
española”, juzga que “no es normal hablar español en Cataluña” o 
califica la región de “última colonia de Europa”.
Dentro de la prensa alemana destaca el editorial del Frankfurter Rundschau que
 recuerda que aunque a Cataluña no le espera un colapso estruendoso, 
porque económicamente, la región es demasiado fuerte para que ocurra 
algo así, la región se encuentra al comienzo de una gradual pérdida de 
peso. Eso debería dar que pensar a Quim Torra, el nuevo presidente. 
“Pero él tiene otras preocupaciones: las de un revolucionario que, ante
 la promesa de un futuro dorado, se olvida del presente de color gris”.
(*) Periodista y economista

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