MADRID.- Los 5.000 millones del Plan Extraordinario de Inversión en Carreteras (PIC) que ultima el Ministerio de Fomento han reactivado a la clase media de la construcción española, donde se están moviendo alianzas en busca de volumen
 para competir con los mayores conglomerados de infraestructuras del 
país. A falta de un listado en firme de proyectos, distintas fuentes 
aseguran que hay una versión extraoficial de lo que será el plan, así 
como un borrador de pliego de condiciones que Fomento está discutiendo con el sector, según Cinco Días.
Aldesa, Copasa, Azvi, Cyopsa, Rubau, Rover Alcisa, Sarrion y Sando,
 entre otras, están entre las empresas que pueden configurar equipo. 
Alguna de ellas rondaba los 1.000 millones de facturación antes de la 
crisis y operaban en el mercado local a máximo rendimiento, pero sus 
balances se resintieron con la debacle de la inversión pública y hoy buscan subirse al tren de la recuperación.
Pese a la unánime queja entre los grupos de la oposición por
 la escasa información hecha pública hasta ahora, tanto el Ministerio 
que lidera Íñigo de la Serna como el sector privado dan pasos para la 
puesta en marcha del que ha sido presentado como un programa de impulso para “el último sector productivo en salir de la crisis”. El Gobierno está pisando el acelerador para licitar las primeras actuaciones antes de que concluya el año, pero el grueso del plan saldrá a concurso y será adjudicado entre 2018 y 2019.
Con un papel protagonista en las negociaciones de Seopan, 
asociación de las grandes constructoras, se da por descontado el interés
 de las mayores referencias del sector. Más difícil lo tienen las 
constructoras medianas asociadas a Anci, entre las que hay ciertos recelos sobre el diseño del PIC.
 De esta asociación, de la que forman parte algunas de las empresas 
citadas, pueden partir hasta tres consorcios para concursar, según 
fuentes cercanas a las negociaciones.
“Se han anunciado proyectos a partir de los 100 millones de euros,
 cuando la nueva Ley de Contratos del Sector Público propugna la máxima 
fragmentación en los mismos, con el claro fin de que planes como el PIC 
alcancen a todo un sector. Habrá que ver la lista definitiva”, se queja 
el primer ejecutivo de una de las firmas interesadas. Se espera que 
Fomento incluya los seis tramos de autovía de nueva generación que no 
pudieron licitarse para su acondicionamiento en 2007. Así, se verían 
afectados por el nuevo plan tramos de la A-3 o de la A-4 en Andalucía.
Las constructoras medianas también permanecen atentas a los filtros, en forma de requisitos de solvencia,
 que pondrá el Gobierno en los pliegos. En el sector se especula con la 
exigencia de un mínimo en fondos propios que represente el 20% de la 
inversión y no de la primera anualidad del contrato, lo que exigiría cierto músculo a los concursantes.
También se mira con lupa la demandada limitación de los riesgos de expropiación de suelo
 tras el fiasco de las autopistas radiales. Al parecer, una primera 
versión del PIC cifraría en un 175% el máximo que debe afrontar el 
sector privado sobre el coste presupuestado de expropiación, cuota que 
habría bajado al 150% en una segunda versión y que se deja abierto a 
modificación en un tercer borrador. 
Por encima de ese porcentaje, sería 
el Estado quien corre con la factura excedentaria de las expropiaciones.
 Las constructoras si correrán, por contra, con las posibles desviaciones en el presupuesto de obras y no tendrán que gestionar el riesgo de demanda o tráfico.
Las carreteras tocadas por el PIC deben formar parte de la 
red transeuropea de transportes y los proyectos saldrán en concesión. El
 canon mensual que cobrarán las adjudicatarias responde al modelo de 
pago por disponibilidad. Es decir, el sector privado adelanta la 
inversión en obras de mejora y la recupera a lo largo de 30 años de explotación –plazo que incluye el diseño y construcción–, en los que cobra en función del estado de la infraestructura. 
El PIC, totalmente independiente del presupuesto de Fomento y sin cómputo en el déficit,
 será financiado en un 40% por el BEI, las constructoras deben aportar 
otro 20% y levantar financiación de la banca comercial por el 40% 
restante.
La tradición de sumar fuerzas
- La alianza de constructoras medianas ha sido una estrategia 
recurrente cada vez que el Gobierno ha activado un plan extraordinario 
de inversiones. El último de ellos, el Plan Extraordinario de 
Infraestructuras (PEI) de Rodríguez Zapatero, motivó la creación de un 
equipo entre Cyopsa Sisocia, Rubau, Sarrión, CHM (las cuatro de la 
asociación Anci) y la vallisoletana Zarzuela.
- Un frente de compañías valencianas, integrado por Cyes, Rover 
Alcisa, Torrescámara y la ingeniería Arin, se fundió en un consorcio 
estable en plena crisis para buscar obra fuera de España.
- Hasta cinco constructoras catalanas formaron la compañía Quatuor 
Infraestructuras en 2009 en busca de concesiones. Fueron Àrids Romà, 
Emcofa, Excover, Rubau Tarrès y Vicsan Torredembarra.
- En el seno de la patronal Anci llegó a debatirse en 2012 la 
creación de una constructora abierta a la participación de los 25 
integrantes del colectivo. Se trataba de sumar balances para competir 
fuera de España.
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