La izquierda europea está en crisis y desconcertada desde el inicio 
del estallido financiero de Wall Street en 2008 y la aplicación en la UE
 del ajuste de las políticas sociales con las que la canciller Ángela 
Merkel ha pretendido la salvación del euro en pos de la convergencia 
fiscal y de la unión bancaria.
Está situación ha facilitado el nacimiento del populismo de 
izquierdas (en Grecia, Italia y España) y de derechas (en Francia, Gran 
Bretaña y Holanda) provocando un terremoto político que ya tiene 
consecuencias en el Brexit inglés.
Ahora la crisis de la izquierda crece en Francia donde el ex ministro
 más radical de François Hollande el izquierdista Benoit Hamon acaba de 
derrotar al ex primer ministro Manuel Vals en la primera ronda de 
primarias y ambos van a la final del próximo domingo para ver quien de 
los dos competirá en las elecciones presidenciales de las próximas 
semanas como Marine Le Pen y François Fillón.
En Italia el riesgo de elecciones es muy alto y tiene al partido 
Cinco Estrellas del populista Beppe Grillo como el posible vencedor. Y 
en España PSOE y Podemos están en crisis ante sus respectivos congresos y
 no acaban de ofrecer una política nacional al país mientras ellos 
dirimen sus luchas por el control de sus respectivos liderazgos.
Ni siquiera el desembarco de Donald Trump en La Casa Blanca, al que 
de momento no prestan mucha atención, ha servido para templar y amainar 
las luchas fratricidas por la conquista de sus respectivas zonas de 
poder en el PSOE y en Podemos. Y especialmente en este último partido 
donde Íñigo Errejón mantiene alta la vara de su desafío a Pablo Iglesias
 a quien desea cortar las alas de su secretaría general, bloqueando de 
paso su plan de fusión con IU para lograr el ‘sorpasso’ contra el PSOE.
Un partido socialista también muy dividido donde, sin todavía 
anunciar su candidatura al liderazgo, Susana Díaz acaba de entrar en 
campaña para decir -aludiendo a Pedro Sánchez- que se acabó el tiempo de
 ‘las derrotas encadenadas’ y que ella, con un ‘mensaje potente’ está 
lista para ganar las elecciones al PP.
Mientras tanto Patxi López, el tercero en la discordia, pide 
inocentemente que no haya luchas fratricidas y anuncia que llegará hasta
 el día final de las votaciones, lo que beneficiará a Susana si con ello
 rompe el ala crítica de la izquierda del partido.
El flanco por donde saldrá Sánchez diciendo que en el PSOE las bases 
deberán escoger entre quienes dicen no -su único discurso político- a 
Rajoy y al PP y los que votaron a favor de la investidura del presidente
 del gobierno y puede que pronto los Presupuestos de 2017, momento que 
utilizará Pedro Sánchez para lanzar su ofensiva contra quienes en su 
partido defienden una ‘oposición útil’ y de pactos ‘progresistas’ con el
 PP.
Entre otras cosas para evitar unas nuevas elecciones que serían 
pésimas para los socialistas y los dejarían al alcance de Podemos si es 
que Errejón e Iglesias llegan a un acuerdo en la asamblea de Vistalegre 
II.
De lo que no hablan en la izquierda es de los problemas de España y 
de la importancia que en estos tiempos convulsos en la escena 
internacional tiene la estabilidad política, económica y social de 
nuestro país. Cuestiones que por lo que sabemos no llegarán a los 
congresos de la izquierda, al menos al de Podemos -porque algo de ello 
ya dice Javier Fernández en la gestora del PSOE- donde la palabra España
 no acaba de ocupar el lugar que merece en un partido que se dice de 
alcance nacional.
(*) Periodista

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