Desde que Podemos entró en escena, hace ahora mil días, el mapa 
político español se tambalea. Las apuestas estratégicas de los 
“podemistas” se han ejecutado y cumplido con precisión, ante el pasmo de
 los demás partidos, de la mayor parte de los analistas y de la propia 
opinión pública, incluidos, muy probablemente, sus propios votantes.
Apostaron en las europeas por entrar en las instituciones, y lo 
lograron con creces, con casi un 10% de los votos. Apostaron en las 
autonómicas y locales por ampliar su perímetro de alianzas para obtener 
buena posición en las grandes ciudades, y lo consiguieron también con 
creces con el 15% de votos y la obtención de las alcaldías de las 
grandes ciudades, con la amble ayuda de los socialistas (¿tontos 
útiles?). Solo se les ha resistido Andalucía, donde los socialistas 
manteniendo su feudo.
El CIS preelectoral, una tradicional encuesta de referencia a la que 
no faltan errores de bulto, ratificó ayer que el hecho diferencial de 
las tendencias de voto es el adelantamiento (sorpasso) de Podemos sobre 
el PSOE que les convierte en cabeza de la oposición. No solo eso, 
también cuenta el dato (ojo, es solo una encuesta) de que una hipotética
 coalición de izquierdas rozaría la mayoría absoluta, por delante de la 
coalición PP/Ciudadanos.
La comparación más fiable no es con respecto a los resultados de 
diciembre sino con la misma encuesta preelectoral de octubre. Entonces 
el CIS otorgó a los cuatro grupos bajo el manto de Podemos el 16% de los
 votos y hasta 50 diputados. El resultado de diciembre fue mucho mejor: 
21% de votos y 70 diputados). Todo lo contrario para el otro grupo 
nuevo, Ciudadanos, a los que la preelectoral del CIS asignó un 19% de 
los votos y 63/65 diputados, muy por encima del resultado de diciembre: 
14% y 40 diputados.
Con respecto a los viejos partidos, PP y PSOE, el pronóstico del CIS 
acertó en el caso de los primeros (28,6% y entre 120 y 128 asientos), y 
no tanto para los socialistas a los que atribuyó el 20,8% y entre 77 y 
89 diputados, frente a un resultado efectivo de 22% y 90 escaños. Para 
ambos partidos el CIS estima ahora el 29,2% y 21,”% de votos, y entre 
118/121 diputados populares y 78/80 socialistas. Es evidente que la 
alianza con IU favorece la cosecha de la coalición y les permite ganar 
el resto para el último escaño en varias provincias a costa de los 
partidos viejos.
Pocos cambios aparentes respecto a diciembre pero de suficiente 
entidad como para ratificar el vuelvo del tablero que puede provocar 
cambios de fondo en los partidos tradicionales. Si el PP y Rajoy no 
consiguen mantener el gobierno se abrirá una crisis en el partido de 
incierto desarrollo. Y otro tanto para el PSOE, tanto si se subordine a 
Podemos a cambio de unos puestos en el consejo de Ministros, como si se 
queda en la oposición con apoyo tácito al gobierno por el centro 
derecha, el partido tendrá que definirse, algo de lo que ha huido hasta 
ahora con más coste electoral del que imaginó el equipo de Sánchez que 
va a obtener los peores resultados de la historia del partido, aunque 
tratarán de disfrazarlo para seguir.
Las encuestas solo son encuestas, fotos fijas que no siempre 
coinciden con los votos reales, pero proporcionan argumentos para los 
relatos de la campaña que impactan, sobre todo, en los candidatos y a y 
través de estos en los electores.
Con el panorama que dibujan las encuestas, ¿cómo va a funcionar el voto útil?, ¿cómo afectan a lo que queda de campaña y a su incidencia en los indecisos? La respuesta el día 28 a primera hora de la madrugada.
(*) Periodista

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