La presentación ayer de la lista única 
ha abierto la caja de los truenos en Cataluña. De los truenos, los 
relámpagos y otros meteoros, incluso las auroras boreales. Las 
reacciones se han sucedido en cascada hasta llegar a términos casi de 
delirio. 
Empezó
 la CUP desmarcándose con muy plausibles razones y clarificando su 
posición con bastante congruencia. Es una fuerza de izquierda 
independentista que quiere distinguirse de lo que considera el 
oportunismo de ERC y, al mismo tiempo, apoyar el proceso soberanista. Y 
pretende recoger votos entre electores que, no siendo independentistas, 
son de izquierda y no tragan la alianza con el nacionalismo burgués de 
Convèrgencia.
Al
 conocerse los integrantes de los primeros puestos en la lista, 
especialmente el de Romeva, un estremecimiento recorrió los estamentos 
de Iniciativa per Catalunya Verds que ahora teme por su integridad. 
Voces se oyeron llamando "traidor" al exeurodiputado ecologista. Los 
sentimientos se exaltan con facilidad.
En la movida, la inimitable señora Sánchez Camacho decidió disfrazarse de Cambó al menos nominalmente y pidió "una coalición de la concordia"
 para afrontar el reto soberanista. Coalición que habrá de tomar la 
forma de un "frente constitucionalista". De las palabras a los hechos, 
mucho trecho, porque cuenta para formarlo con los diputados del PP y los
 del PSC que bien pudieran en total quedarse en ocho, quizá llegar a 
docena y media si se suman los de Ciudadanos. Y está por ver si 
consiguen unirse porque, siendo pocos, también están mal avenidos.
Pero
 el zafarrancho mayor se ha montado en Podemos. El resumen del artículo 
de Roger Tugas casi parece un texto de política ficción: El acuerdo 
político inicial entre ICV, EUiA (o sea, Izquierda Unida en Cataluña), 
Podem y Procès Constituent (esto es, la plataforma de la monja 
exclaustrada Teresa Forcades) prevé un
 proceso constituyente catalán no subordinado que culmine con una 
Constitución propia y una República catalana que decida en referéndum la
 vinculación con el Estado. Hay quien se ha acordado inmediatamente 
de la República Catalana de Francesc Maciá dentro del Estado español. 
Pero esto es todavía más confuso. Y esa confusión convierte el discurso 
de Podemos tanto en Cataluña como en el conjunto del Estado en un 
verdadero galimatías, una especie de trabalenguas conceptual repleto de 
incongruencias.
El
 Podemos hostil a toda confluencia con los "pitufos gruñones" de IU en 
España va del bracete con la IU de Cataluña sin mayor problema y también
 con otras organizaciones, algunas, cuando menos peculiares, como el procès constituent
 de Forcades. Y, para más pitorreo, no solo confluye con la IU catalana,
 sino que lo hace manteniendo todos sus siglas bajo un paraguas común, Catalunya si que es pot. El nombre estará mejor o peor escogido, pero no es Podemos ni Podem, condición sin embargo inexcusable para confluir al sur del Ebro. 
El lado catalán de Podemos es un territorio feraz de posibles cuestiones quodlibetales
 que dejan al descubierto un discurso incoherente. Podemos ha dicho 
muchas veces que ejercitar el derecho a decidir mediante referéndum no 
es posible por ahora por ser ilegal. Hay que esperar a unas elecciones y
 un proceso constituyente (se supone que español) en el que se podrá debatir sobre todo (guiño a los independentistas). No es imaginable, sin embargo, constitución alguna del Estado español en la que sea legal un proceso constituyente catalán no subordinado, sea cual sea el resultado de las elecciones catalanas. 
Aunque Catalunya si es pot
 obtuviera el 100% de los votos y de los escaños en el Parlamento 
catalán, no podría poner en práctica ese propósito por ser mucho más 
inviable jurídicamente que el referéndum de autodeterminación aquí y 
ahora. Y no se hable de esa Constitución absolutamente quimérica y 
esa República Catalana ambas en el seno de la monarquía española. Eso ya
 es un puro delirio. Mucho más que en el caso de Maciá porque, cuando 
menos, el coronel esperó a que en España se proclamase la República. Y 
que este ente fantasmal decida en referéndum su vinculación con el 
Estado monárquico solamente es pensable en la Freedonia de Sopa de ganso. 
Al
 lado de este conjunto de dislates, que parecen fuegos de artificio, la 
anodina propuesta federal de los socialistas resulta un catón del buen y
 prudente gobierno. Pero el problema para Podemos no está en lo 
pintoresco de sus afirmaciones en el Principado sino en cómo explica a 
los españoles, a los que anima a constituirse en pueblo y a defender la Patria,
 popular, por supuesto, pero sin cuestionar la monarquía, que en 
Cataluña defenderá una república que, a su vez, se apoyará en otro pueblo y, por ende, otra Patria.
Dado que, con este programa en Cataluña, Podemos perderá las elecciones en España, se da la divertida paradoja de que, para poner aquel en práctica en el Principado, el partido de los círculos tendría que proponer o apoyar una declaración unilateral de independencia (DUI), justo lo que propugnan aquellos contra los que Podemos quiere luchar, con los que nunca se abrazaría, los de la lista única por la independencia.
¿No será que esto de Cataluña los supera
Dado que, con este programa en Cataluña, Podemos perderá las elecciones en España, se da la divertida paradoja de que, para poner aquel en práctica en el Principado, el partido de los círculos tendría que proponer o apoyar una declaración unilateral de independencia (DUI), justo lo que propugnan aquellos contra los que Podemos quiere luchar, con los que nunca se abrazaría, los de la lista única por la independencia.
¿No será que esto de Cataluña los supera
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 

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