El país vive una orgía de corrupción. Las noticias del día a día son espeluznantes. Granados, en la cárcel anda escribiendo en una misteriosa libreta vaya usted a saber qué
 maldades. Están los dirigentes del PP sobresaltados y en ascuas pues no
 creen que sean reflexiones filosóficas al estilo de Boecio o de corte 
más religioso como las de Silvio Pellico. El innombrable Bárcenas, a 
punto de calle con una fianza de 200.000 euros. Este ya entró en la 
cárcel con los cuadernos escritos y, al parecer, el PP espera que no 
hable o no demasiado. 
Otro alto cargo de la Comunidad de Madrid, 
Victoria, resulta salpicado, según reza la prensa, en la 
operación "Púnica", o Médica o de la guerra de Peloponeso, que se van a 
acabar los nombres. La corrupción tiene anegado al PP. No sé cuántos 
cientos de altos cargos del partido llevan diez o doce años cobrando 
suculentos sobresueldos pagados con los dineros presuntamente ilegales 
que allegaba Bárcenas del rebaño empresarial de parásitos de lo público.
 En algún serio periódico alemán se dice que la corrupción en España es 
endémica. No es que el PP sea incompatible con la corrupción, 
como afirmaba Aznar, sino que es tan inseparable de ella como de su 
sombra. 
La
 corrupción es la sombra misma del PP. Por eso está dispuesto a 
vendérsela al diablo, como hizo Peter Schlemihl a cambio de una fortuna.
 Al fin y al cabo, ya queda poco por vender. Vender la sombra al diablo 
trae consecuencias incómodas. Pero a medio y largo plazo. A corto plazo,
 al haber perdido la sombra, al no manifestarse esta ni a pleno sol, el 
señor Floriano puede decir tranquilamente que el PP no se enteró de nada sobre Gürtel y la 'caja b'. 
No veía su sombra, claro, porque no estaba. Esta invidencia, esta inconsciencia es una especie de mal de la memoria y del entendimiento generalizado y contagioso. Afecta a muy señaladas personalidades de la vida pública: la exministra Mato, la Infanta Cristina, la esposa de uno o dos de estos pillastres que andan de cárcel en cárcel y de juzgado en juzgado o los mismos pillastres entre sí. Ninguno sabía nada, no recordaba nada, no tenía constancia o conciencia de nada. Estaban en la inopia.
No veía su sombra, claro, porque no estaba. Esta invidencia, esta inconsciencia es una especie de mal de la memoria y del entendimiento generalizado y contagioso. Afecta a muy señaladas personalidades de la vida pública: la exministra Mato, la Infanta Cristina, la esposa de uno o dos de estos pillastres que andan de cárcel en cárcel y de juzgado en juzgado o los mismos pillastres entre sí. Ninguno sabía nada, no recordaba nada, no tenía constancia o conciencia de nada. Estaban en la inopia.
El
 pueblo, irreverente por naturaleza, se toma a guasa tanto 
desconocimiento y directamente a pitorreo las comparecencias públicas de
 Floriano negando lo evidente en la espera de que algún día niegue 
llamarse Floriano o hablar en nombre del PP. Es falta de cultura y 
respeto. En realidad, Floriano es el último representante de la 
tradición pirrónica de la filosofía española, cuya cumbre fue el médico 
del siglo XVI/XVII, Francisco Sánchez, autor de una obra genial, Que nada se sabe.
 Al fin y al cabo, oigan, si un genio como Sánchez (el médico), a quien 
muchos consideran inspirador de Descartes, dejó dicho que nada se sabe, 
¿quién es Floriano para quitarle la razón? Nada se sabe. De la Gürtel, 
ni de la caja B, ni de nada.
Es
 como esas burlas permanentes sobre el hecho de que la exministra Mato 
no viera un Jaguar en su casa y que ahora se multiplicarán porque, según
 Floriano, el PP no solo no ve un Jaguar sino flotas enteras de 
Jaguares, viajes a los paraísos fiscales y quién sabe si artificiales. 
Vulgaridades, propias de patanes incapaces de apreciar que tanto Mato 
como Floriano y, con él, el PP en pleno son los últimos representantes 
del idealismo subjetivo en la formulación más lograda del obispo 
Berkeley: esse est percipi, es decir, el ser tiene que ser 
percibido. Si no percibo, si no veo algo, ese algo no existe. ¿Está 
claro, chusma? La exministra no ve el Jaguar, luego el Jaguar no existe.
 Floriano con sus dos ojos y el partido con sus diez mil no ven la 
Gürtel ni la caja B, luego la Gürtel y la caja B no existen.
El
 Jaguar invisible, la Gürtel invisible, España es el país de la 
invisibilidad. La existencia de la caja B, presunta ubre generosa de la 
que manaron sobresueldos, incluidos los del presidente del gobierno, fue
 enfáticamente negada por este en sede parlamentaria. La caja B es más 
difícil de encontrar que la caja negra de un avión estrellado en el mar.
 Rajoy no vio lo que hacía su mano derecha, Bárcenas, porque este usaba 
la izquierda para la caja. Y la dama Cospedal no ha visto 12.000 metros 
cuadrados de su propiedad. La señora Aguirre no vio la Gürtel ni la 
colección de supuestos granujas de la que se rodeó que llevaban años 
llenándose los bolsillos. Tampoco vio a los alcaldes de la Sierra 
haciendo mangas capirotes con la recalificación de terrenos, a pesar de 
haber recibido comunicaciones de aviso. 
Aquí
 nadie vio nada, percibió nada. Luego no hubo nada.  ¿Los jueces? Bueno,
 bueno, qué va usted a contarme. Esos son todos socialistas que ven 
justamente lo que no hay.
La mentira es uno de los recursos 
habituales de los politicastros de la vieja y corrupta escuela. En el PP
 mienten hasta los notarios y nadie cree una sola palabra de lo que dice
 Rajoy o cualquiera de los cobradores de sobresueldos a sus órdenes.
En
 el mitin en Sevilla, Pablo Iglesias acusó ante 4.000 personas a Susana 
Díaz de haber prohibido que la TVA lo entrevistara. Poco después, la 
directora del programa desmentía en directo la acusación
 afirmando no solamente que la censura o prohibición  no se había 
producido sino que, al contrario, la cadena lleva meses solicitando una 
entrevista con el dirigente de Podemos sin conseguirla hasta la fecha.
La
 acusación de censura a un  medio de comunicación es muy grave. Ataca la
 dignidad de los profesionales. Al comentar el asunto Palinuro sostuvo 
que ese incidente no puede quedar así: o Iglesias demuestra su acusación
 o se retracta. Después de las explicaciones de los periodistas,  si no 
hay prueba ni retractacion, hay mentira. Y, si alguien es capaz de 
mentir a 4.000 personas en su cara, ¿por qué no va a mentir a 47 
millones?
Palinuro añadía que, si se probaba que Díaz había dado orden de que en su televisión no se entrevistaba al coletas, debía dimitir.
 Y lo mantiene. Pero ahora añade que si, por el contrario, resulta que 
el que ha mentido es Iglesias, es él quien debe dimitir e irse a su 
casa.
¡Qué
 tontería! Pero hombre, Palinuro, dice la sabiduría convencional, esto 
es España, lugar en el que miente todo el mundo, empezando por el 
gobierno. Y no dimite nadie, nunca, por nada.
Verdad es, pero estos de Podemos, ¿no venían a desterrar tan malos hábitos y regenerar el país? 
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Actualización: leo que Podemos ha divulgado un comunicado según el cual la entrevista estaba acordada pero TVA la canceló sin previo aviso ni explicación. Aportan un whatsup con TVA que parece probarlo. Eso vuelve a poner la pelota, al menos en parte, en el tejado del canal público. ¿Son suficientes las explicaciones de la directora del programa? ¿Estaba o no acordada la entrevista? Y, si lo estaba, ¿quién la canceló, por qué y por qué no se explicó?
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED 

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