A  lo largo de los últimos años, hemos vivido la explosión de las obras   públicas al calor del dinero europeo. Todas ellas, mayoritariamente a   cargo del Estado y con la finalidad de satisfacer las apetencias del   politiquillo de turno. Todas las ciudades españolas tenían que tener   autopistas, Aves, pantanos, aeropuertos, universidades… si no era un   fracaso político. 
El  franquismo supuso para este país un atraso en todos los conceptos   tanto, político, social como económicos. Carecíamos de unos medios de   comunicación escasos y malos. Como consecuencia, esto lastraba las   posibilidades de desarrollo en todos los aspectos del país. 
En  vez de hacer un análisis serio de lo que hacía falta al país y   plantear planes para un desarrollo lógico y equilibrado, teniendo en   cuenta los costes económicos, medio ambientales, sociales, etc., los   políticos tanto del PSOE como del PP, desarrollaron una política del   cemento, sin ningún tipo de evaluación de lo que significaba cada obra a   realizar, ni su viabilidad económica posterior ni su impacto social ni   medio ambiental de dichas obras.
Como  pueden ver, cuando se acercan las elecciones, asistimos a la  fiesta de  las inauguraciones de obras públicas: aeropuertos sin aviones,  AVES  completamente ruinosos, autopistas en bancarrota, pantanos que no   cumplen su finalidad cual es la prevención de riadas (cuenca del   Guadalquivir como último ejemplo), universidades que ya no tienen   alumnos…
Veamos  algunos ejemplos de aeropuertos, en los que se ha gastado  grandes  cantidades de dinero en construirlos y en mantenerlos y cuya  utilidad  es nula: Lleida, Huesca, Salamanca. León, Castellón etc. Así no  es de  extrañar que las empresas públicas sean deficitarias. En total en  el  país hay 48 aeropuertos.
Sirva  como ejemplo de la irresponsabilidad económica en muchas obras   públicas, que por cada pasajero que ha aterrizado en el aeropuerto de   Huesca ha costado a la Hacienda pública unos 700 euros por pasajero 
¿Cabe mayor despilfarro?
Esta  fiebre por el cemento en los aeropuertos, tienen claros  beneficiarios,  las constructoras. Estas, además de obtener beneficio por  la  construcción, han especulado con los terrenos cercanos, donde han   obtenido grandes plusvalías a cuenta de polígonos industriales y   urbanizaciones.
AENA  ha invertido 16.000 millones de euros en los aeropuertos en los   últimos ocho años, pensando que el número de pasajeros pasaría de los   165 millones de 2008 a 311 millones en el año 2020. Sin embargo, las   pérdidas que presenta AENA, en 2009, son de 468 millones de euros.
Los  expertos consideran que, para que un aeropuerto sea rentable, es   necesario un tránsito de cuatro millones de pasajeros anuales. Sólo   quince aeropuertos superan los tres millones de pasajeros en el año   2009.
Las  perspectivas de los tres aeropuertos privados, Ciudad Real,  Castellón y  Murcia son tan negras que se duda de su continuidad, incluso  antes de  inaugurarse. A pesar de ser privados, ya saben quién pagará  estos  despropósitos, el Estado. Las cajas de ahorro de la zona, tienen  mucho  que ver, si no que se lo pregunten a la antigua Caja de Castilla  la  Mancha, que ha quebrado y el FROB ha tenido que salir a su rescate.  En  la quiebra de esta caja, mucho tiene que ver este aeropuerto.
Como  analiza Germán Bel en su libro, acusa a la política llevada por   Fomento, planteando que se ha tirado el dinero en aeropuertos, así como   en el AVE. Tenemos la red más larga del mundo con el menor número de   viajeros. No se ha hecho una política de transporte, sino una política   de marca: deslumbramos al mundo con las mejores terminales. Hemos   querido maravillar y esto nos ha llevado a la mayor tasa de paro de la   Unión Europea y con AENA como la empresa aeroportuaria que más dinero   pierde del mundo.
El  problema actual ya es muy grave, pero lo peor está en el futuro,  pues  tanto AENA (aeropuertos) como ADIF (ferrocarril) usan unos  criterios  contables con amortizaciones a largo plazo crecientes, de tal  manera  que apenas amortiza al principio. Dentro de unos años, las  facturas  serán de escalofrío y eso tendrá consecuencias en nuestro  futuro  económico.
El  presupuesto del AVE, ronda actualmente los 97.000 millones de  euros,  entre lo construido y lo que ya está aprobado para su  realización.  Tendremos la mayor red de AVE del mundo, pero un pésimo  sistema  ferroviario, tanto de pasajeros, transporte y de cercanías. Si  se  hubiera invertido en estos sectores estas cantidades que se ha hecho  en  el AVE, nuestro futuro sería muchísimo mejor. Por ejemplo, si se   hubiera invertido en los sistemas ferroviarios urbanos de las grandes   ciudades, se generaría muchísima más ocupación, se habría democratizado   el transporte público, evitando de paso el caos urbano actual y los   grandes problemas medio ambientales (ruido, aire….) que genera el coche   en las ciudades.
Mientras un km de ferrocarril cuesta tres millones de euros, el km del AVE ronda entre los 12-35 millones según la orografía.
El  AVE español es el mayor desastre económico en el último siglo y  supone  una carga insoportable para los presupuestos actuales y futuros  del  Estado. ¿Por qué? Los ingresos que se obtiene por la venta de   billetes, no llegan a cubrir un tercio del coste real del billete, así   que los dos tercios restantes van a cuenta de los presupuestos del   Estado. Por cada euro que paga el viajero del Ave, significa que el   Estado añade dos más. 
¿Es el AVE sostenible económicamente? 
¿Es de justicia social el AVE?
Paremos ya los AVES, pues hacen peligrar nuestro futuro.
Según  los estudios de la Unión Europea, la alta velocidad no es  rentable por  debajo de los nueve millones de pasajeros anuales por  línea. El  recorrido más utilizado en España es el de Madrid-Barcelona  que en el  año 2009 llegó sólo a los 5,3 millones de pasajeros.
Sirva  como ejemplo que la línea París-Lyón tiene 25 millones de  pasajeros  anuales y los billetes son mucho más caros que los de España y  esto  hace de esta línea que sea rentable.
Como dice Antón Costas “El  peso de las consideraciones políticas  centralistas en el diseño y  financiación de las estructuras de  transporte ha creado un capitalismo  con sobredosis de negocios  subsidiados, que son un pesado lastre para  la competitividad de la  economía española, así como para el control de  déficit público”.
En necesario y con carácter urgente el replanteamiento de todo el desarrollo del AVE.
La  primera consecuencia debería ser parar todo su actual desarrollo y   pasa por no empezar nuevas obras. El segundo paso, sería abordar de una   forma sería una reconversión económica de todo el transporte, ver   carencias y posibles soluciones. Hay que rentabilizar socialmente las   infraestructuras ya existentes, potenciando el mundo del transporte   ferroviario para intentar recuperar parte de la inversión ya realizada y   disminuir el transporte por carretera, para evitar los costes medio   ambientales y económicos que representa, e intentar solucionar los   problemas que padecen millones de españoles en sus desplazamientos   diarios en las grandes ciudades.
(*) Profesor de Historia 
1 comentario:
¿Y de qué iban a vivir sin AVEs personajes que no han trabajado en su vida y que ahora se dedican a la política? !!AVEs pa tós!!
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