En este fulgurante y complicado arranque de la legislatura el 
Presidente Pedro Sánchez ha desempeñado en ocasiones (durante el proceso
 de la investidura) funciones propias del Rey Felipe VI. Mientras Pablo 
Iglesias, imponiendo su estrategia e influencia, actúa como Presidente 
del Gobierno. Lo acabamos de ver a propósito de la negativa de Sánchez 
de recibir en La Moncloa al ‘presidente encargado’ de Venezuela Juan 
Guaidó.
Una decisión impuesta por la militancia ‘bolivariana’ de Iglesias que
 choca con los compromisos de España (y la Unión Europea) con Guaidó a 
quien el presidente de Francia Enmanuel Macron acaba de recibir en el 
Palacio del Elíseo en Paris. Mientras que Sánchez ha enviado a Guaidó al
 ministerio de Asuntos Exteriores que ahora dirige la insignificante 
Arancha González Laya, en un acto de premeditada descortesía.
Y de claro favor y apoyo al régimen dictatorial de Nicolás Maduro que
 avalan Zapatero, Iglesias y Sánchez en contra de Felipe González y la 
Oposición de Pablo Casado e Inés Arrimadas y de Borrell desde la UE.
De manera que Sánchez se convierte en ‘Presidente encargado de 
España’ por designio de Iglesias, Zapatero, Junqueras, Ortuzar y Otegi 
que son sus avalistas en la investidura.
Y desde esa interinidad Sánchez desprecia a Guaidó, mientras su 
ministro José Luis Ábalos se entrevista en secreto en el aeropuerto de 
Madrid con la vicepresidenta de Maduro Celsy Rodríguez, que está vetada 
en el territorio de la UE. Mientras en la Unión Europea Josep Borrell 
recibe a Guaidó y se mantiene firme contra Maduro.
Algo parecido está pasando en la crisis catalana y los ataques del 
Gobierno en contra de la Justicia española, a la que Iglesias calificó 
de ‘humillada’ por los Tribunales de la UE. Lo que además de falso se 
convirtió en el argumento para que Sánchez -siguiendo los pactos 
secretos del PSOE con ERC- haya decidido conceder al delincuente 
Junqueras un indulto de forma encubierta mediante una reforma urgente 
del delito de sedición en el Código Penal.
Un enorme disparate anti democrático -Como lo denuncia Garcia Page- 
porque se trata de una reforma del Código Penal grave que solo tiene 
como objetivo el que Junqueras, una vez indultado, pueda ser candidato 
en las próximas catalanas para que ERC les apruebe los Presupuestos a 
Sánchez e Iglesias y la legislatura pueda continuar.
Sin embargo la amenaza de Torra de adelantar las elecciones catalanas
 puede estropear la estrategia de Junqueras e Iglesias. Y, en ese caso, a
 Sánchez no le quedaría más remedio que conceder urgentemente y de 
manera directa los indultos a los golpistas catalanes, lo que se 
convertirá en un gran escándalo en España y en el interior del PSOE.
Y es por ello por lo que Sánchez se dispone, sin pudor alguno, a 
visitar a Torra en Barcelona a pesar de que el presidente catalán se 
niega a dejar el escaño del Parlament que le acaba de quitar el mismo 
Tribunal Supremo que pronto lo va a expulsar, por inhabilitado, de la 
presidencia de la Generalitat.
Iglesias, pues, impone su estrategia catalana en colaboración con su 
amigo  Junqueras, su política Exterior a favor de Maduro y contra 
Guaidó, agita el ataque del Gobierno contra la Justicia y aplaude la 
propuesta de Dolores Delgado -a la que antes denunció por su amistad con
 Villarejo- a la Fiscalía General del Estado, presume de ser el artífice
 de la subida del salario mínimo, exige la revocación de la reforma 
laboral de Rajoy y el bloqueo de los precios de alquileres.
Mientras Sánchez se dedica sobre todo a actuaciones protocolarias más
 propias del Jefe del Estado y Rey Felipe VI, y de imagen del Gobierno 
con entrevistas pactadas en TVE para colar -sin la réplica y denuncia de
 los entrevistadores del claro indulto encubierto- la reforma del Código
 Penal.
Luego, Pedro Sánchez presenta en Davos con un discurso de propaganda y
 gran disimulo de la presencia de comunistas en su Gobierno, a su 
regreso visita las zonas destrozadas por el temporal en Cataluña, 
Valencia y Baleares y, finalmente aparece, como la estrella del Gobierno
 de las izquierdas, en la entrega de los Premios Goya del cine español.
(*) Periodista

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