La gran maquinaria de injerencia rusa, una compleja red de medios financiados
 con dinero público y tecnológicas privadas de empresarios cercanos al 
Kremlin, decidió hace tres años ampliar su radio de acción después de 
lograr dos rotundas victorias. Ahondando las divisiones del electorado 
estadounidense y británico, la propaganda digital rusa había facilitado 
la victoria del sí en el referéndum del Brexit y que 
Donald Trump ganara las elecciones. Tras esos dos logros, la propaganda 
rusa se reforzó en español, poniéndose a prueba en el referéndum de 
independencia en Cataluña y, ya este mismo año, alentando las protestas 
en países de Sudamérica como Ecuador, Chile o Colombia.
Dos 
importantes investigaciones judiciales en España han revelado esta 
semana que un espía de una unidad de élite rusa visitó España en 2016, 
cuando los medios del Kremlin publicaron las primeras noticias falsas 
sobre el independentismo catalán, y que un círculo de asesores del 
expresidente catalán Carles Puigdemont ofreció cooperación diplomática a Rusia a cambio de que este país diera por valida la declaración de independencia en Cataluña en 2017.
 Esta segunda revelación se desprende de una investigación del juez de 
Barcelona Joaquín Aguirre, que instruye una causa sobre malversación de 
fondos públicos en Cataluña.
Desde 2016 la red global de 
desinformación del Kremlin fue penetrando una crisis tras otra, 
interfiriendo en elecciones y referendos sucesivos. Su primera noticia 
falsa sobre la crisis catalana llegó en septiembre de aquel año, cuando 
el portal estatal Sputnik publicó la crónica «Una Cataluña independiente
 reconocerá que Crimea es rusa». Durante la investigación del juez 
Aguirre, un registro policial reveló pruebas de que un socio de 
Puigdemont, el empresario Víctor Terradellas, ofreció a un colaborador 
del Kremlin, Serguéi Markov, el reconocimiento de la anexión rusa de 
Crimea a cambio del apoyo del Kremlin a la declaración unilateral de 
independencia catalana.
Uno de los objetivos prioritarios de Vladímir Putin,
 que este año cumple dos décadas en el poder, ha sido debilitar la Unión
 Europea ahondado sus divisiones internas, con campañas a favor del auge
 de partidos populistas en Francia, Italia y Alemania; la salida del 
Reino Unido del acuerdo de la misma UE, y el fomento del separatismo en 
España y otros países. En 2017 el propio Putin dio un discurso un mes 
después del referéndum del 1-O en Cataluña en el foro Valdái en el que 
comparó el caso de Cataluña con el de Crimea, la península de Ucrania 
que declaró su independencia en 2014 y luego fue anexionada por Rusia. 
Asilo a Puigdemont
El
 Kremlin busca el reconocimiento internacional de la anexión de Crimea, 
algo que según la investigación judicial ofreció Puigdemont en el caso 
de que Cataluña llegara a ser independiente, tal y como ha revelado «El 
Periódico». Sólo 11 de los 193 países representados en Naciones Unidas ha reconocido que Crimea es rusa,
 casi todos satélites rusos como Venezuela o Siria. La semana pasada el 
líder de los ultranacionalistas de Rusia, Vladímir Zhirinovski, ofreció 
asilo a Puigdemont en Rusia con el objetivo de evitar ser repatriado a 
España por medio de una euroorden.
Varias investigaciones 
elaboradas en años recientes por el Parlamento Británico, la Fiscalía de
 EE.UU., la Asamblea Parlamentaria de la OTAN y la UE demuestran que 
Rusia ha convertido las injerencias digitales en política de estado,
 financiando medios estatales como RT o Sputnik (ambos operan en 
español) y apoyándose en empresas de distribución tecnológica de 
propaganda por medio de cuentas falsas como la Agencia de Investigación 
de Internet. La fiscalía estadounidense ha presentado cargos contra 12 
agentes de inteligencia y espionaje, 13 civiles y tres empresas de 
Rusia.
Esas campañas forman parte de una guerra híbrida definida 
en 2013 por un general ruso, Valeri Gerásimov, de este modo: «Las normas
 de la guerra han cambiado. El papel de los medios no militares para 
lograr fines políticos y estratégicos ha crecido y, en muchos casos, ha 
demostrado ser mucho más efectivo que el uso de la fuerza con armas». 
Así se explica que la desinformación conviva con operaciones como el    
                                                                        
     envenenamiento del espía Serguéi Skripal 
 en Reino Unido en marzo de 2018, tapado por una cortina de humo digital
 con la que los medios rusos trataron de sembrar dudas sobre la autoría 
del Kremlin con 20 teorías diferentes.
Esta semana se ha sabido 
también que la Audiencia Nacional investiga varios viajes a Cataluña en 
2016 y 2017 de un espía implicado en el intento de asesinato de Skripal 
en Reino Unido. Se trata de Denis Serguéiev, que emplea el alias Serguéi
 Feodotov, un agente de la unidad de élite 29155 que estuvo también en 
Ucrania, República Checa, Italia, entre otros.
Apoyo a Maduro y Morales
Los
 mismos medios y redes que difundieron esas informaciones dudosas y 
manipuladas en la crisis catalana, con titulares como «Efecto dominó: Si
 Cataluña se independiza, hasta 45 nuevos países podrían surgir en 
Europa», han desplazado su centro de gravedad a Iberoamérica este año, con dos objetivos:
 en apoyo del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y de Evo Morales en
 Bolivia y fomentando la protesta en otros países con gobiernos elegidos
 democráticamente como Ecuador, Chile y Colombia.
En Iberoamérica,
 dos tipos de intereses confluyen: los del chavismo y los de su 
principal socio internacional, Rusia, asistidos ambos por los medios 
estatales en español de sus principales socios, incluido el portal 
HispanTV de la República Islámica de Irán. Alertados, tanto los 
gobiernos de Ecuador como el interino de Bolivia han tratado de cortar 
la señal televisiva del portal estatal ruso RT, aunque este tiene más 
influencia por medio de internet y las redes sociales que por emisiones 
tradicionales.
(*) Periodista
(*) Periodista

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