En el vestíbulo de la sede central de PSOE en la calle Ferraz de Madrid hay un busto de  Pablo Iglesias,
 fundador del partido en 1879. No muy lejos de ese busto, la dirección 
socialista debería colocar unas pequeñas placas con los nombres de las 
personas que más contribuyeron al triunfo de la moción de censura a  Mariano Rajoy.
Hagamos memoria. Hace poco más de un año, Ciudadanos rozaba el 30% en las encuestas.  Albert Rivera
 ya era presentado por las revistas mensuales de moda como futuro 
presidente del gobierno, mientras el PSOE volvía a empatar con Podemos 
por debajo del 20%. La fuerza de propulsión de las primarias socialistas
 parecía agotada después de los acontecimientos de Catalunya.
Con crecientes apoyos mediáticos, la estrategia de Rivera 
consistía en esperar una irreversible oxidación del Partido Popular, 
como consecuencia de la acumulación de escándalos. El primer  sorpasso 
de Ciudadanos al PP debía producirse en las elecciones andaluzas y para 
ello Rivera necesitaba a  Inés  Arrimadas en primer plano. Nada de política fina en Catalunya. Acción-reacción. Broncas y muchos telediarios.
El éxito de la moción de censura lo alteró todo.  Susana 
Díaz adelantó demasiado las elecciones andaluzas y en diciembre le salió
 Vox por la culata. De ahí saltamos a la plaza de Colón, en febrero. Y a
 finales de abril pasó lo que pasó.
Nombres para las placas de Ferraz.  Marta Pascal Capdevila, que ayudó a convencer al PNV y neutralizó a  Carles Puigdemont. Pablo Iglesias Turrión,
 que hizo tándem con Pascal. Ella quería abrir un nuevo tiempo político 
en Catalunya y él retomar la iniciativa, empujando al PSOE a la 
izquierda. Más nombres.  Joseba Aurrekoetxea, influyente jefe del
 aparato del PNV. 
Francisco Toscano, veterano alcalde socialista de Dos
 Hermanas, que apadrinó a Sánchez hace cinco años y le animó a seguir en
 el momento más duro: otoño del 2016. Una placa un poco más grande para 
 Iván Redondo, estratega electoral y asesor aúlico, uno de los 
personajes más respetados en Madrid en estos momentos. 
Placa también 
para Santos y Salazar, integrantes de la primera célula sanchista.  Francisco Salazar era concejal de Dos Hermanas y Toscano le pidió que se trasladase a Madrid para ayudar a Sánchez.  Santos Cerdán era el rocoso secretario de organización del PSOE navarro.
Cerdán va a tener trabajo en su tierra, después de la 
decisión de Sánchez de frenar el impulso de los socialistas navarros de 
aspirar a la presidencia de la comunidad foral, con la abstención de 
Bildu. El PSN es hoy bisagra entre el bloque foralista-vasquista y el 
bloque foralista-españolista. Foralistas todos, incluido Ciudadanos, que
 ha jurado los fueros al incorporarse a la coalición Navarra Suma junto 
con el Partido Popular y la tradicionalista Unión del Pueblo Navarro.
Sánchez busca una investidura blanca, sin independentistas.
 No quiso hablar de Catalunya en el Cercle d’Economia y ahora piensa 
ceder Navarra a la coalición pilotada por UPN. Sánchez quisiera la 
abstención del Partido Popular en la investidura, mientras  Garicano y  
Valls abren brecha centrista en Ciudadanos y a Podemos le cae la del 
pulpo, en los medios, por sus debilidades internas.
El PSOE empieza a fortificar un espacio central. El 
PNV, que no está contento con la evolución de la coalición Geroa Bai y 
medita sobre una implantación más explicita en Navarra, no le hará la 
vida imposible.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia

No hay comentarios:
Publicar un comentario