
Y como estamos en España y no en Alemania, se supone
que esa concentración se ha de hacer entre los grupos afines, de modo
que el extenso panel de papeletas, en la práctica, reproduce de nuevo el
esquema izquierda-derecha.
De un lado, PP, C's, Vox, y de otro, PSOE,
Podemos e IU. No hay vasos comunicantes entre los bloques, salvo la
posibilidad de que C's, en el ámbito autonómico y municipal, levante el
veto a un pacto con el PSOE que excluiría al aliado natural de éste en
la izquierda, Podemos.
Por
esto, lo relevante de las encuestas, si en realidad queremos saber lo
que está en juego, no es tanto el reparto de escaños que atribuyen a
cada partido (derivado de una fórmula matemática imprecisa y variable),
sino los porcentajes que obtienen las distintas formaciones en intención
de voto. Si atendemos a la mayoría de los sondeos publicados en el
último tramo, lo que más puede sorprendernos es la persistencia, puntos
arriba, puntos abajo, de un 60%/40% de voto destinado respectivamente a
la derecha y a la izquierda.
Hace ocho años, antes del multipartidismo,
el PP obtuvo 33 escaños con el modelo electoral de las cinco
circunscripciones (que impedía de facto en dos de ellas, y hasta en tres
muchas veces, la consecución de diputados por partidos que no fueran PP
o PSOE); ahora todo será distinto con circunscripción única y más del
doble de partidos con opción a plaza, pero la cosecha de votos en el
esquema izquierda-derecha permanece intacta en cuanto a porcentajes.
Y
así, la gobernación sólo podría variar porque uno de los partidos
adscritos a una de las dos franjas (C's, por ejemplo; es decir, el único
ejemplo) cambiara de la acerca por la que ahora transita, o por alguno
de los caprichos de la Ley D'Hont que facilite, como ocurre en Cataluña,
que gobierne la coalición de los partidos que perdieron las elecciones
en número de votos.
En la
Región de Murcia, sobre el papel, nada se ha movido en la base
sociológica, cosa que es muy interesante resaltar para evitar el mareo
que produce el ascensor (arriba y abajo) que señala la emergencia o la
decadencia de unas u otras fuerzas políticas. Una década después del
'efecto 33' del PP, y con todo lo que ha venido, el electorado murciano
parece permanecer aferrado a una similar distribución porcentual en
cuanto a bloques ideológicos, si bien ahora éstos fraccionados en
distintas alternativas.
Esta circunstancia es lo que causa perplejidad
en la izquierda, que debiera hacer algún esfuerzo para desentrañar su
estancamiento evitando el resorte de la superioridad intelectual y de la
estigmatización de esa mayoría de ciudadanos que se les resiste. Un
buen ejercicio de investigación de las causas para comprender las
consecuencias.
(*) Columnista
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