No tenía intención de comentar la 
entrevista de Évole a Puigdemont porque tampoco me pareció que llegara 
ni de lejos a las expectativas que había suscitado. Me limité a señalar 
en el post anterior que "de
 la entrevista de Évole es razonable quedarse con la afirmación de 
Puigdemont de que la DUI no está encima de la mesa del govern, pero no 
la descarta, como tampoco descarta la posibilidad de ir a la cárcel,
 por desagradable que le parezca. Eso dibuja una percepción de liderazgo
 del que no hay ni sombra en el campo del Estado." 
Pero
 vengo leyendo muy airadas reacciones al programa de Salvados y voces 
muy críticas hacia Évole de un lado y Puigdemont de otro. El 
intercambio, rapidísimo, suscita pasiones. Se carga mucho contra Évole, 
al que se acusa prácticamente de acoso y está generalizada la impresión 
(en unos casos alborozada y en otros triste o indignada) de que el 
presidente no salió bien parado. No me dio esa impresión en modo alguno.
 Fue, desde luego, una entrevista dura, sin concesiones. Pero es lo que 
se espera de un periodista de altura. Quizá corta en exceso al 
interlocutor pero eso redunda en beneficio de este que se adapta y 
coloca siempre el mensaje que desea. 
Se
 menciona mucho el episodio del Kurdistán y el voto en contra de 
Puigdemont en 2014 y se subraya que pareció desconcertado. Eso enfurece 
más a sus partidarios que han buscado una explicación en el diario de 
sesiones del Parlament sin darse cuenta de que caen en la trampa de dar 
importancia a algo que no la tiene. Es un hecho: en 2014 Puigdemont 
votaba contra la autodeterminación del Kurdistán y en 2015 propone la de
 Cataluña. Pero, ¿qué se quiere decir con eso? ¿Que en una de las dos 
veces mentía? ¿Que su propuesta de autodeterminación para Cataluña no es
 sincera? El asunto es anecdótico y, en todo caso, se refiere a la 
coherencia interna del afectado, pero no a la pertinencia de la causa 
que ahora propone. 
Se
 menciona mucho menos que Puigdemont ha expuesto con claridad su 
posición y su programa ante un auditorio de millones en toda España. Y 
toda España ha visto y entendido que el referéndum se hará, no por 
malévola voluntad de un grupo de conjurados e iluminados, sino por la 
voluntad del pueblo. La gente ha entendido porque la explicación ha sido
 meridiana que es la gente como ella la que hace el referéndum. 
El fiscal general ha dado orden a los mossos d'esquadra de que requisen toda urna que vean. Queda por saber si los mossos
 ejecutarán la orden y qué sucederá si no lo hacen. Puede desembarcarse 
la fuerza en las naves. Según parece, hemos comprado no sé cuantos 
aviones a los Estados Unidos por valor de varios miles de millones de 
euros, coste de la declaración que hará Trump condenando la 
autodeterminación de Cataluña. Para pagar las pensiones, el gobierno ha 
tenido que pedir un crédito de 10.000 millones. En su ansia por mantener
 la unidad de España, estos se la han cargado.
Y,
 desde luego, el momento decisivo cuando, cuestionado por el periodista,
 Puigdemont admite que la DUI no está sobre la mesa del govern pero que 
es una opción posible. 
No hay marcha atrás.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 

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