
No han dejado títere con cabeza ni palo del flamenco sin tocar en
este gran butrón que comenzó con el Tamayazo -la compra de dos diputados
para que Aguirre llegara en calesa a la Puerta del Sol- y que se
extendió por todos los campos de la gestión del gobierno autónomo,
empresas públicas y pueblos madrileños.
Y conste que las operaciones Lezo, Púnica y Gürtel son solo parte de
un todo completo que se esconde en los concursos públicos que duermen
reflejados en el Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma de Madrid (el
BOCAM) bajo cuyas alfombras figuran las empresas concesionarias de
contratos públicos de los últimos años en los que se hicieron trampas y
pagaron comisiones a los políticos corruptos e intermediarios
encartados, a los que écheles usted ahora un galgo.
Mucho ha ido saliendo. Desde el Canal de Isabel II, buque insignia de
la flota de fantasmales empresas latinoamericanas pagadas a precio del
oro, hasta Bankia (con la inestimable ayuda de los Blesa y Rato),
Telemadrid, la Plaza de Toros de las Ventas, el Palacio de Deportes con
sillas y videomarcadores (y lo que habrá caído a los amplios bolsillos
de los estadios de Bernabéu y Manzanares) y empresas como Arpegio,
Avalmadrid, etcétera, etcétera.
Y luego las obras públicas del famoso tren de Navalcarnero que nunca
llegó a su destino y las obras del Metro, autovías, carreteras
comarcales, tranvías locales, pisos de protección oficial, terrenos
públicos y servicios de Sanidad, Educación, limpieza, seguridad y otro
gran etcétera, en el que hay que incluir licencias y dineros a los
medios de comunicación que estaban al servicio de Aguirre, sus andanzas y
empeño en derribar a Mariano Rajoy del liderazgo del PP nacional.
Porque, por simplificar, lo de Bankia les parecía poco y ellos
querían tocar poder nacional para ir a por el Banco de España, y puede
que más adelante y sin complejos a por la Reserva Federal de los EE.UU.,
el banco central USA con sede en Fort Nox. De ahí que guionistas de
Hollywood deberían estudiar una producción titulada ‘De Madrid al Cielo’
si es que Almodóvar y Segura no se atreven a plantearse una
coproducción o una serie televisiva de los Soprano de Madrid.
Y ella, la lideresa liberal Esperanza Aguirre nunca supo nada del
Tamayazo ni de las aventuras de González, Granados, López Viejo y demás
artistas de su gobierno y partido en esta extraordinaria función del
ladroneo regional.
Y si la ‘pobre’ Aguirre no sabía nada de la bacanal que se celebraba a
su alrededor pues imagínense el hoy asombrado Mariano Rajoy quien puede
que conociera el Tamayazo desde su entonces despacho de vicepresidente
del Gobierno de Aznar. Como en 2007 fue informado del asalto al tren de
Navalcarnero en un tiempo en el que se le oyó decir: ‘todo lo que usted
me cuente de Ignacio González me va a parecer poco’.
Y así fue y así les va a todos ellos mientras decenas de ranas de la
ciénaga de Aguirre, como si de una plaga bíblica se tratara, inundan los
medios y la vida política nacional y se enseñorean en el Congreso de
los Diputados donde le cantan coplas de ciego a los ministros de
Justicia e Interior, Zoido y Catalá, que tan contentos están.
(*) Periodista
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