BARCELONA.- Los usuarios de la autopista de peaje (AP-7) entre Tarragona y Alicante y los de la AP-4 entre
 Sevilla y Cádiz, que desde mañana 1 de enero del 2020 dejarán de pagar 
por circular por esas vías de alta capacidad se ahorrará unos 290 
millones de euros, según los datos que maneja el Ministerio de Fomento,
 a quien le corresponde a partir de ahora la gestión de los 468 
kilómetros --374 de la AP-7 y 74 de la AP-4-- de esas autopistas, recoge hoy El Periódico. 
La 
mayor parte de esa cantidad (unos 230 millones) corresponde a la vía que
 transcurre por el litoral mediterráneo y 60 millones a la que une las 
capitales andaluzas, ambas gestionadas por Abertis por medio 
de Aumar hasta ahora. 
La mayor parte del impacto del levantamiento des 
peajes en la vía litoral se concentran en la Comunitat Valenciana: unos 
175 millones; el resto (55 millones) corresponden al tramo catalán de la
 AP-7.  
No obstante, Fomento calcula que si se considera el incremento 
del tráfico que se producirá en estas dos vías: un 30%, el ahorro potencial para los usuarios podría alcanzar los 380 millones de euros, de los que 300 millones se producirán en la vía mediterránea .
Aunque el impacto económico se notará en el bolsillo de los usuarios y
 en las cuentas de la empresa concesionaria, su repercusión también se 
dejará notar en los presupuestos del Estado, ya que el Ministerio de Fomento se hace cargo, a partir de ahora, de las labores de conservación que
 hasta ese momento realizaba la empresa concesionaria con cargo a los 
ingresos por peajes. 
“Estas labores de conservación tienen un coste 
significativo, que debe ser asumido por el presupuesto destinado a 
carreteras del Ministerio”, ha puntualizado fuentes de Fomento. 
Fomento ha licitado cinco contratos de servicios para la conservación y explotación de ambas autopistas (uno por cada provincia afectada), por un importe de 32,4 millones anuales.
 No obstante, todavía no se han adjudicado. 
Además, se han licitado 12 
contratos de concesión de servicios, para la gestión por cinco años, de 
cada una de las 12 áreas de servicio que existen en las autopistas que 
revierten (tres en la AP-4 y nueve en la AP-7). En este caso, será el 
adjudicatario el que deberá abonar al ministerio un canon por la 
explotación de estas áreas. 
Déficit en infraestructuras
En todo caso, son cifras que se suman al déficit que genera el 
mantenimiento y conservación de la red de carreteras del Estado y que 
desde algunos organismos, como la Cámara de Contratistas de Obras Públicas de Catalunya (CCOC) se cifra en más de 7.000 millones de euros.
 “El ministerio no tiene dinero para hacer frente al mantenimiento de 
todas las vías que deben volver al Estado”, ha comenta Joaquín Llansó, 
presidente de la CCOC. 
Desde Fomento no se confirma la cifra del déficit, pero se 
apunta que “el presupuesto de carreteras ha disminuido durante los 
últimos años”. La media desde el 2012 es de 850 millones de euros 
destinados a conservación, cuando antes de la crisis se destinaban 1.250
 millones, y sin embargo, la red ha ido aumentando. 
“La reversión de 
autopistas de peaje es un ejemplo significativo, al tener que gestionar 
el Ministerio, en el plazo de  algo más de un año, 550 kilómetros más de
 autovías”. A estos, en teoría se le sumarían los 425 kilómetros 
de Acesa, cuando venza la concesión, el 31 de agosto de 2021. Se trata 
de los tramos de la AP-7 de La Junquera a Barcelona y de Barcelona a 
Cambrils, además del de Montmeló a El Papiol, así como el de la AP-2 
Zaragoza-Mediterráneo. Todos ellos de Abertis, como los 60 kilómetros 
del tramo Montgat-Palafolls y del de la C-33 Barcelona-Granollers. 
Efecto en el tráfico rodado
Con lo económico, el impacto de la supresión afectará 
directamente al tráfico rodado que discurrirá por esas vías. O como lo 
denomina Pere Macias, ex conseller de Política 
Territorial y presidente de la Fundación Círculo de Infraestructuras, 
“externalidad negativa de la eliminación de peajes: más tráfico y más 
emisiones de CO2”, sin contar los menores impuestos recaudados por 
Hacienda. 
Fomento espera que se produzca una redistribución del tráfico desde
 las carreteras convencionales que van paralelas a las autopistas, como 
la N-340 o N-332 en el caso de la AP7 o la N-IV en el caso de la 
AP-4. 
Este descenso mejorará sensiblemente la congestión y las 
condiciones de seguridad vial de estas vías paralelas y por otra parte, 
“la mayor intensidad de tráfico de las autopistas harán que sea 
necesario adaptarlas a las nuevas condiciones de explotación. 
Básicamente, habrá que analizar los niveles de servicio del tronco y de 
los enlaces para ver si es necesario aumentar su capacidad, también 
aumentar la conectividad con el territorio a través de nuevos”, 
considera Fomento. 
Los únicos datos sobre aumento de tráfico que tiene el 
ministerio tras la supresión de peajes corresponde a la experiencia de 
la única vía revertida, la AP-1 entre Burgos y Armiñón. Ha provocado que
 cada día casi 8.000 vehículos, en su mayoría camiones, hayan cambiado 
de carretera, desde la N-I a la autopista. Esto supone un incremento en 
la intensidad media diaria (IMD) de un 30%.
 Según Abertis, la intensidad
 actual del tramo Tarragona-Valencia de la AP-7 es de 12.023 vehículos y
 la del tramo sur es de 14.966. 
 
 
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