A quienes escribimos sobre asuntos 
políticos y nos referimos a la importancia del franquismo en la España 
actual suele recordársenos desde el bloque conservador que “Franco murió
 hace 42 años” y que somos unos “carracas”, que estamos “gagás”, con las
 “batallas del abuelo”. Cuando no buitres que tratan de reabrir viejas 
heridas. Por cierto esta lamentable chochez no afecta solo a los nietos 
de los asesinados en las cunetas, todos de izquierdas, sino a sectores 
muy lozanos y muy de derechas. Acaba de sustanciarse una querella en la 
que ha sido condenado Hermann Tertsch por injuriar al abuelo de Pablo 
Iglesias.  De abuelos van aquí muchas cosas. Pregunten, si no, por el 
abuelo de Aznar.
Y
 es que el franquismo de la sociedad española viene amparado, 
acompañado, protegido por una permanente presencia del dictador hoy día 
en una serie de manifestaciones, los callejeros, los toponímicos, los 
monumentos de todo tipo, empezando por el Valle de los Caidos, los 
honores, medallas y títulos, las misas de recuerdo de diversas 
hermandades franquistas, la existencia de la Fundación Nacional 
Francisco Franco, subvencionada por el Estado, el mismo que paga por el 
mantenimiento de la basílica del Valle de los Caídos en donde está 
enterrado el dictador para la eternidad y la gloria. Y a donde iba a 
rezar e inspirarse el anterior ministro del Interior, al que llamaban 
"ministro de lo Anterior".
Al
 poco de la muerte de Franco, un escritor muy popular entonces, Vizcaíno
 Casas, cuyos libros se vendían por cientos de miles, escribió uno 
titulado Y al tercer año resucitó. Resonancias católicas. Las 
resurrecciones son tercianas. En realidad no resucitó porque no murió. 
Continuó presente entre los vivos y los muertos (muchos) como se prueba 
entre otras cosas por ese libro.  Y así hasta el día de hoy. 
Hace
 unas fechas se han trasladado dos cuerpos de dos golpistas, los 
generales Sanjurjo y Queipo de Llano a dos sepulturas con honores 
militares y eclesiásticos. Esto sucede en tiempos de un gobierno que 
encuentra dinero para repatriar los cuerpos de los caídos en la infausta
 División Azul pero no para desenterrar a los asesinados por la 
dictadura en la más dantesca noche de terror prolongado que han visto 
los tiempos. Es decir, un gobierno que sigue siendo parcial en la 
fractura de la guerra civil a favor de los fascistas. Como hubiera hecho
 Franco. Ni más ni menos.
Así que Franco estará vivo mientras sus muertos sigan en la cunetas.
Lo
 demás, excrecencias de una solución cobarde al problema que afectó a 
todos de enfrentarse a las consecuencias de una dictadura criminal de 40
 años.
¿Más
 pruebas de que Franco está vivo y habita entre nosotros? La Xunta de 
Galicia ha otorgado a la Fundación Nacional Francisco Franco la gestión 
del Pazo de Meirás, el famoso pazo de la Pardo Bazán que el pueblo de Galicia “compró por suscripción popular” mediante colectas a punta de pistola para
 regalárselo ¡en 1938! al invicto caudillo, Franco, ese que sigue 
presente. Por eso su familia heredera pretende reservarse el Pazo 
prácticamente en régimen de reclusión. 
Y
 tan presente; el gobierno gallego del PP ha hecho caso omiso de la 
anunciada intención de la FNFF de dedicarse a ensalzar y enaltecer la 
figura y obra del dictador. Esa finalidad no parecerá extraña en un 
gobierno y un partido en el que con harta frecuencia se levanta el 
brazo, se muestran símbolos franquistas o se habla de las cunetas en 
términos inadmisibles. Un gobierno y un partido fundado por un ministro 
del dictador y que aún no ha condenado expresamente su dictadura. Y en 
donde unos falangistas despiden brazo en alto y cantando el Cara al Sol a
 uno de los suyos, suegro de Ruiz-Gallardón y último ministro vivo de 
Franco, el ausente/presente. Un Cara al Sol que a algún preclaro 
publicista le parece un canto de alegría y esperanza. Vamos, no solo 
presente, sino futuro. Hiela la sangre.
El
 gobierno es franquista; vergonzante, pero franquista. No constan al 
presidente Rajoy los cien mil asesinados en fosas comunes en las cunetas
 y, por lo tanto, ni un euro a la Ley de la memoria Histórica. Los 
militares, los mandos, son franquistas y muy buena parte de los 
funcionarios, incluidos los armados, gran copia de jueces y fiscales y, 
desde luego, el clero que tampoco ha pedido perdón por la barbarie que 
ayudó a crear y respaldó luego durante 40 años, se añaden los 
empresarios y financieros y sus portavoces, los medios de comunicación.
Claro que Franco vive. Y hasta Carrero Blanco.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 

No hay comentarios:
Publicar un comentario