El pasado 15 de febrero, en medio del eco ensordecedor por el 
pronunciamiento de la Fiscalía Anticorrupción contra la investigación al
 presidente Sánchez por el ‘caso Púnica’, uno de los columnistas 
españoles más influyentes escribía en la contraportada de ‘El Mundo’ un 
artículo titulado ‘Matando el Tajo’. 
«El trasvase al Segura se ha 
llevado miles de hectómetros cúbicos y el cieno crece en los pantanos. 
Emiliano García-Page dice, amargamente, que la naturaleza decidió que el
 Tajo iba al Atlántico y la política decidió con el trasvase que 
desembocara en el Mediterráneo», escribía Raúl del Pozo, quien arrancaba
 su artículo con versos de Garcilaso, entraba en materia con prosa ya 
descarnada («Por Toledo fluye el río lleno de mierda») y terminaba de la
 siguiente forma: «La situación de los pantanos, de donde sale el agua 
para los trasvases, es angustiosa, mientras se recrudece la guerra del 
agua entre partidos, territorios, ‘famiglie’, constructores, hoteleros, 
‘lobbys’ hídricos y políticos rateros».
Lo que me sorprende de esta columna no es su contenido. Me sé de 
memoria la letra, la música e intuyo quién susurra la melodía. Y aunque 
discrepo abiertamente del artículo (no digamos ya de su apostilla), 
respeto todos los puntos de vista. No son pocos los textos que no 
comparto y que publicamos en las páginas de opinión para favorecer la 
libre contraposición de ideas. Lo que me impresiona es que quede sin 
respuesta argumental porque no hay nadie, de semejante influencia en 
Madrid, dispuesto a desmontar esa historieta sobre la codicia hídrica y 
la falta de sensibilidad medioambiental de los murcianos. Es verdad que 
lo ponemos difícil cuando cualquier observador repara en la desidia 
política acumulada durante tantos años en la protección del Mar Menor. 
 Lo malo es que a esa crisis de credibilidad ganada a pulso se suma la 
escasa influencia para introducir asuntos y mensajes de Región en la 
agenda nacional a través de los medios que crean opinión pública en la 
capital, donde se dirimen los asuntos territoriales. A otras comunidades
 ni les hace falta hacer ‘lobby’ en La Moncloa. Hace solo unos días, el 
PNV ya hizo valer su peso decisivo de cara a la cuentas del Estado para 
obtener de Fomento un soterramiento de lujo para el AVE en Bilbao. Si 
todos los tertulianos que durante un mes se han pronunciado, a favor y 
en contra, sobre la situación del presidente Sánchez hubieran hablado de
 nuestro déficit hídrico y de la aportación al PIB nacional de nuestra 
agricultura quizá no se hubiera solucionado absolutamente nada, pero al 
menos sabrían un poco de nuestras debilidades y fortalezas económicas. 
Quizá no hay ‘share’ televisivo que resista eso, supongo. Lo cierto es 
que hoy es probable que haya más españoles que sepan de la existencia 
del Auditorio de Puerto Lumbreras que de esa infraestructura hidráulica 
que desde hace décadas da trabajo a 100.000 personas en el Sureste. 
Visto el éxito cosechado desde Murcia para colocar en Madrid 
argumentarios de parte sobre los casos ‘Auditorio’ y ‘Púnica’ (no hay 
tertuliano o político que no opine de esos sumarios, sus aristas 
políticas y posibles consecuencias), no puedo dejar de preguntarme si 
ese mismo esfuerzo con los asuntos de interés general (infraestructuras,
 agua, energía solar…) fue tan intenso en el pasado como debía haber 
sido.
Con ello no quiero minimizar lo que está sucediendo en nuestra 
Comunidad. Al contrario, está sumida en una de las mayores crisis 
políticas de su historia democrática por la investigación judicial a su 
presidente. El daño reputacional es ya incuestionable. Pero tengo la 
impresión de que en buena parte se consolida como un problema nacional 
porque de alguna forma ha sido utilizado por Rajoy y Rivera para 
perfilar sus diferentes estrategias en este conflictivo e inédito 
arranque de legislatura con un gobierno sin mayoría parlamentaria.
 Somos, de alguna forma, una especie de laboratorio político donde los 
líderes nacionales miden sus fuerzas, actuales y futuras. Si el juez 
Pérez-Templado no resuelve en uno u otro sentido antes del 27 de marzo, 
el desenlace final se decidirá en los cuarteles generales de los 
partidos en función de diversos intereses. Hoy, con los Presupuestos del
 Estado sin visos de prosperar sin el apoyo del PSOE, el ambiente 
político desprende un nítido aroma preelectoral que Rajoy intentó 
disipar el viernes en Bruselas. Entre otras razones porque hablar allí 
de elecciones anticipadas es poco menos que mentar la bicha. El plazo 
constitucional para otra llamada a las urnas queda expedito el próximo 3
 de mayo. Entonces ya se verá.
Aquí seguimos a la espera de acontecimientos, con los partidos en 
modo tregua, y sin saber cómo acabará el pacto de las lentejas firmado 
por Pedro Antonio Sánchez y Miguel Sánchez (C’s). Un pacto fáustico, 
aunque en esta ocasión el supuesto ‘diablo’, ante la queja de que el 
desahucio de San Esteban era una cláusula abusiva que además habría 
decaído con un cambio terminológico legal, se muestra dubitativo y 
acumula dos ultimátum. Ciudadanos quiere dejar una puerta abierta. Sabe 
que el sobreseimiento es tan posible como el procesamiento del 
presidente, aunque parece ignorar que es probable que Pérez-Templado no 
haya podido decidir antes del día 27. 
En ese caso, el embrollo será 
colosal porque lo que no le habría solucionado el juez querrá que lo 
hagan los electores, con el riesgo de que después de una moción de 
censura y una llamada a las urnas, Sánchez quedase desimputado antes de 
votar los murcianos. Ahí está el caso de la consejera Martínez-Cachá 
como recordatorio. Hace semanas apunté que aquí huele a ‘cadáver 
político’, pero aún hoy sigue sin estar claro qué bando será el 
escuadrón suicida en este tablero dominado por el inmovilismo de unos, 
las dudas de otros y las prisas de un cuarto.
Pronto arrancará el debate del modelo de financiación autonómica, una
 batalla que, con el órdago separatista catalán, será a cara de perro. 
Justo en nuestro mayor momento de debilidad institucional, con el 
destino inmediato de la Región depositado increíblemente sobre los 
hombros de un juez del TSJ, mientras otro sopesa en la Audiencia 
Nacional si envía un misil judicial a Murcia por la ‘Púnica’. Agua 
faltará, pero desgraciadamente nos vamos a hinchar a lentejas. Hay 
lentejas para todos. Queramos o no.
(*) Periodista y director de La Verdad

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