Y no lo estará. Nunca, hasta ahora, desde que la forma de Estado en 
España es la  Monarquía, se había atacado, de forma tan directa, como se
 está haciendo. No creo le tranquilicen las encuestas que, como se está 
viendo, no responden a la realidad. Al menos, en la izquierda. Y ya lo 
dijo “el coletas” cuando declaró, cínicamente,  que no se convive en 
democracia con un rey o una reina. Y que Felipe,  si quiere seguir 
siendo Jefe de Estado, que se presente a unas elecciones. Ganas de decir
 tonterías.
De Norte al Sur del país, se está extendiendo el ataque a los 
símbolos de la Monarquía. Empezó el alcalde de Cádiz, Jose María 
González “Kichi”, sustituyendo el retrato del Rey por el de un alcalde 
anarquista, durante la I República. Le siguió la alcaldesa de Barcelona,
 Ada Colau, retirando el busto de don Juan Carlos del Salón de Plenos 
del Ayuntamiento, de una forma desagradablemente ostensible, con luz y 
taquígrafos.
En Zaragoza, se sustituyó el nombre que Felipe daba a un pabellón 
deportivo por el de un entrenador. En la localidad barcelonesa de 
Montcada, también el retrato del actual Rey para sustituirlo por una 
imagen de la localidad. Y en el municipio orensano de Arrua, la 
alcaldesa, María Albert, retiró dos fotografías del Rey en cuanto tomó 
posesión. Como la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos, quitó el retrato 
del Rey para sustituirlo por la fotografía de Castelao, padre del 
nacionalismo gallego. La lista es interminable porque el efecto Colau se
 ha extendido por toda España.
Sabíamos que España era una Monarquía sin monárquicos. Con millones 
de juancarlistas. Pero no sabíamos que la Institución tenía tantos 
enemigos y tantos detractores.
Lo peor, está todavía por llegar. La coordinadora 25S, ya ha 
comenzado la campaña para derribar a la Monarquía, haciendo suya la 
convocatoria de la llamada Junta Estatal Republicana, para la 
manifestación que se celebrará el 28 de septiembre, coincidiendo con el 
fin de semana de las elecciones catalanas, bajo el lema “Monarquía no es
 democracia, es dictadura y corrupción”.
Pablo Echenique, secretario general de Podemos en Aragón y, desde su 
silla de ruedas, ha asegurado que “cada territorio o ciudad tiene que 
pensar que símbolos le mueven y representan y actuar en consecuencia”. 
¡Toma ya!
No les vale a muchos que la vicepresidenta, Soraya Sáez de 
Santamaría, exija respeto a la Ley. La ignoran como “un gesto de 
normalidad, madurez e higiene democrática” ya que “la figura de Felipe 
representa una institución antidemocrática y anacrónica”.
Hasta ahora, diez o doce han sido las visitas de Felipe a Cataluña. 
En todas ellas se ha esforzado en caer bien hablando catalán. 
Independiente de que no sirve de mucho, tampoco es necesario. Como no lo
 fue hablar en francés en su comparecencia ante la Asamblea Nacional 
francesa el 3 de junio pasado. Todos los Jefes de Estado del mundo, en 
sus comparecencias a este nivel, utilizan su idioma. Todos sabemos que 
habla un magnífico inglés y un aceptable francés, pero él es el 
representante del Estado español. Son detalles que no debe olvidar.
Si un día deja de ser Rey, al menos que lo haga consciente de que 
siempre fue un soberano lleno de dignidad, sin gestos a la galería que 
jamás agradecerá nadie.
Mucho me temo que la cuenta atrás de la Monarquía puede, si Dios y 
Felipe no lo remedian, haber comenzado ya. Yo que él no estaría 
tranquilo.
Una pregunta: cuando Letizia se casó con Felipe, ¿pensó, en algún 
momento, en todo lo que está pasando y puede pasar? A lo peor, no iba a 
ser un camino de rosas, como muchos piensan. ¿También los republicanos 
de su familia?
Nada de esto sucedió durante los 40 años del rey Juan Carlos. Sería bueno no olvidarlo.
(*) Periodista

No hay comentarios:
Publicar un comentario