No hay día en que la Universidad no sea 
noticia no por su excelencia, por el trabajo de sus profesores, por su 
capacidad científica o por el buen rendimiento de sus alumnos. Hay 
buenos centros, grandes profesores, excelentes investigadores y alumnos 
de primera. Pero son los menos. 
La Universidad es noticia, por ejemplo, 
porque los rectores de las Universidades catalanas quieren reducir la 
duración de las carreras universitarias a sólo tres años y dos de 
máster. Cuando todavía Bolonia no se ha consolidado ni ha dado fruto, 
queremos enseñar una carrera ¡universitaria! en tres años y luego 
obligar a estudiar un máster dos años a precios más altos. Estos 
rectores son los mismos que se quejan por la subida de las tasas y los 
que, al menos en algunos casos, castigan presupuestariamente a las 
Facultades que suspenden más. Dicho de otra manera, si un profesor 
suspende más de lo normal, se penaliza presupuestariamente a su centro. 
Así que se baja el umbral del aprobado hasta donde sea necesario para no
 perder ingresos futuros.
   El Tribunal de Cuentas, por su parte, no sólo fiscaliza con escaso
 éxito y enorme lentitud a los partidos. En su último informe sobre el 
sector público autonómico, analiza los gastos de 33 Universidades 
públicas en 2008 y  2009 y no sólo denuncia desviaciones presupuestarias
 del 31,20 por ciento (2008) y del 35,24 (2009)  -imagínense lo que 
habrá pasado desde entonces, con más recortes y menos ingresos-, sino 
que pone sobre la mesa otros llamativos asuntos: indemnizaciones, a modo
 de premio y sin soporte legal, de hasta 300.000 euros a 1.500 
profesores jubilados anticipadamente o el exceso de profesorado en 
muchos campus en relación con el número de alumnos que se traduce en que
 los docentes no imparten los créditos anuales establecidos por ley. En 
algunos casos ni una tercera parte. 
En Universidades como la de 
Extremadura, hay un profesor por cada 12 alumnos: En la de La Rioja 1 
por cada 9 y en la Politécnica de Cartagena, 1 por cada 11. Un alumno de
 Ciencias le cuesta a la Universidad de Cantabria -es un eufemismo, se 
lo pagamos nosotros- 28.207 euros por curso mientras en Cartagena 
"sólo"  8.496. La graduación completa llega a 147.031 euros en Cantabria
 y "sólo" a 33.985 en Cartagena. Y cada alumno, incluso con la subida de
 las tasas, solo aporta un 10 o un 15 por ciento del coste real. 
Entiendo perfectamente la oposición de los rectores de las Universidades
 de Madrid -y me imagino la de los estudiantes y sus familias- porque la
 Comunidad quiere subir este curso un veinte por ciento las matrículas. 
Es un disparate. Pero sólo es la punta del iceberg. 
Ni hay control real 
sobre el gasto de las Universidades ni sobre sus recursos ni sobre su 
calidad. Nos están engañando y nos estamos dejando engañar porque no 
queremos ver el fondo del problema: tendremos más Universidades y más 
universitarios que toda Europa junta. Pero eso sólo garantiza peor 
calidad de la enseñanza y más licenciados subempleados a un coste 
imposible de soportar.

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