GATA DE GORGOS.- «El periodismo
 y la ciudadanía son la última trinchera de la democracia». Dicho así, 
parece un eslogan publicitario, pero escuchado en la boca de su autor no
 se puede más que aceptar como una necesidad, una convicción personal y 
social. Y es que Francisco Arabí sabe de lo que habla, según recoge https://lamarinaplaza.com. 
Esa frase y 
muchas más similares se escucharon el pasado viernes en el Centro 
Polivalente de Gata cuando el periodista y escritor presentó su libro, Ciudadano Zaplana. La construcción de un régimen corrupto
 (Ediciones Akal 2.019). Arabí no hizo ninguna concesión a las cerca de 
200 personas que llenaron la sala. Ante la gente de su pueblo, de los 
amigos y familiares, habló de periodismo, de política, de corrupción, 
del poder. Y, obviamente, de Zaplana.
De la 
contundencia del discurso, no exento de la ironía y el humor propios de 
Arabí, habla el silencio que durante más de una reinó en la sala. Sólo 
de vez en cuando, el batir de algún abanico recordaba que, a pesar del 
aire acondicionado, hacía mucho calor, y que todo lo que se estaba 
escuchando necesitaba de una dosis extra de aire fresco para poder ser 
asimilado con toda su realidad.
El
 periodista Víctor Maceda hizo la introducción del acto definiendo el 
autor del libro de manera precisa: «Arabí es el mejor periodista 
valenciano de los últimos 25 años. Lo sabe todo de todos. Zaplana ha 
tenido la mala suerte de coincidir con él. Ha sido la mosca cojonera de 
Zaplana». El ex alcalde de Benidorm, el ex presidente de la Generalitat y
 el ex ministro de Trabajo estaría de acuerdo. 
De hecho, lo está. No le 
queda otra. Ambos, Arabí y Zaplana, son una pareja de baile que se 
conocen mucho y desde hace mucho tiempo. Cada uno ha hecho su trabajo de
 una manera impecable, con dedicación y esfuerzo, incluso con una cierta
 «admiración» mutua.
Zaplana ha 
sido un constructor de poder en el peor sentido de la palabra; Arabí un 
luchador infatigable contra ese sistema de corrupción. Su libro supera 
la figura de Zaplana y el mundo de la política para situarse como «la 
radiografía de una época que explique por qué pasó todo lo que pasó. Mis
 alumnos de la facultad no sabían quién era Zaplana. Por otro lado había
 un intento de blanquear ese pasado de corrupción, que no comenzó con la
 Gurtel en 2009, sino mucho antes. Por eso escribí el libro».
Ese
 pasado de corrupción se fomentó en la época dorada del dinero fácil. 
«La tormenta perfecta que Zaplana supo aprovechar como nadie. Zaplana no
 era del PP. Era de él. Es un empresario profesional de la política». 
Pero no estaba solo y contaba con un buen número de fieles que Arabí 
explica de la siguiente manera: «La corrupción siempre, siempre, se 
fundamenta en tres pilares: los políticos, los técnicos, y los 
empresarios, que son los que nunca salen a la palestra».
Los minutos 
pasaban y los abanicos no paran de latir. Para los postres, Arabí remató
 el trabajo en clave de reflexión general afirmando que «todos los 
mecanismos de control fallaron: los de la justicia, los de la política, 
los medios de comunicación, así como la ciudadanía, que miró hacia a 
otro lado. La ciudadanía no puede dimitir de su obligación. Está en 
juego la democracia».
 Los asistentes tomaron el turno de palabra y en un
 momento del debate alguien preguntó en voz alta: ¡pero hay solución!!? 
La sala estalló en risas y aplausos. Arabí no sonrió demasiado. «Es 
complicado. Corrupción siempre habrá», dijo.
 «Ahora
 bien, alguien se sorprendió cuando Zaplana fue detenido hace unos 
meses? Alguien dijo: Zaplana!! No lo puedo creer!! No, verdad? Todos 
sabían quién era y lo que había hecho».

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