Una de las monsergas más injustas con el
 PSOE dice que es lo mismo que el PP. Tiene muchas variantes pero, en lo
 esencial, procede siempre del campo de la izquierda comunista o cercana
 a él, y su finalidad generalmente es la misma: desplazar al PSOE hacia 
la derecha en la percepción de los votantes a los efectos de ocupar su 
lugar. Pretende así ganarse el favor de un electorado mayoritario tanto 
en España como en Europa que combina un igualitarismo reformista anclado
 en una justicia social redistributiva con un espíritu respetuoso con la
 libertad basada en las garantías del Estado de derecho. Es la codiciada
 fórmula del socialismo democrático, la socialdemocracia.
Tal
 fue el empeño del comunismo europeo en los años 70 del siglo pasado al 
que se incorporaron los partidos comunistas de España, Francia e Italia y
 recibió el nombre de Eurocomunismo. Ocupar el sitio de la 
socialdemocracia, empujando a esta a la derecha para ganarse a sus 
votantes. La verdad, sin embargo, es que esta táctica que podría 
llamarse "del cangrejo ermitaño" no ha funcionado nunca en ningún país 
europeo. El socialismo democrático, la socialdemocracia, ha sido siempre
 hegemónica en la izquierda en todos los países europeos, salva la 
excepción de Italia antes de la crisis de la I República y, quizá, en 
Grecia actualmente. 
Al
 fracasar en esta táctica de ocupación, la izquierda comunista española 
recurrió en los años 90 a la de la llamada "pinza", una unidad de acción
 con la derecha para sacar al PSOE de las instituciones. Este segundo 
recurso sirvió para privar del gobierno a los socialistas (poniendo a la
 derecha en su lugar) pero no para asegurarse la preferencia del 
electorado. El PSOE siguió siendo hegemónico y no había sorpasso.
Ahora
 bien, la irrupción de la crisis financiera en 2008, que resultó 
intratable con el viejo recetario keynesiano, sembró el desconcierto en 
el PSOE que, falto de argumentos contra el neoliberalismo, cedió en sus 
principios y se acomodó a aquel. La secretaría general de Rubalcaba  consolidó
 un proceso de deriva neoliberal en lo económico y conservador en lo 
político. Tanto este como su sucesor, Sánchez, convirtieron el viejo 
partido de Pablo Iglesias en uno dinástico, centralista y complaciente 
con los privilegios de la Iglesia católica. 
La
 conjunción de la devastadora crisis económica con la incompetencia de 
los líderes socialistas a la hora de articular un programa 
socialdemócrata de recuperación, convirtió en realidad palpable lo que 
hasta entonces solo había sido un deseo, un wishful thinking de 
los comunistas. Abrió a estos una "ventana de oportunidad". Los hechos 
eran irrefutables y del dominio común: la socialdemocracia española en 
el gobierno había hecho suyo el programa neoliberal, había abandonado la
 posición de la izquierda, se había rendido a la derecha. ¿No fue Carme 
Chacón quien abrió el camino a la avalancha de desahucios? ¿No fue la 
reforma laboral del PSOE la que inició el desmantelamiento de la 
protección jurídica del trabajo? ¿No fue Zapatero quien redujo los 
salarios de los funcionarios y congeló las pensiones? ¿No fue él quien, 
mano a mano con Rajoy, modificó el artículo 135 de la Constitución?
Por fin se probaba que el PSOE era igual al PP. Esa era la verdadera pinza y no la de Anguita con Aznar. 
La
 sumisión del PSOE a un PP avasallador y revanchista desde 2011 
desnaturalizó el sistema parlamentario que funciona siempre como un 
equilibrio entre el gobierno y la oposición. El PSOE no osó presentar 
una moción de censura durante toda la X legislatura (2011-2015), aunque 
amagó con ella en una ocasión. En realidad no fue sombra, ni amago de 
oposición y no lo fue en el Parlamento ni en los demás niveles de 
gobierno. La derecha neofranquista campó por sus (escasos) respetos. 
Ello provocó dos consecuencias: a) generalizó la corrupción en las 
instituciones, faltas de control político y jurídico, convirtiendo 
España en un patio de Monipodio; b) hizo que la oposición se articulara al margen
 del Parlamento, que fuera una oposición extraparlamentaria. Esta 
oposición tomó dos formas muy distintas: de un lado se consolidó en el 
movimiento soberanista catalán y, de otro, se echó a las calles y plazas
 de las ciudades como rebelión de los indignados. Si los partidos 
institucionales, especialmente el PSOE, no hacían frente al gobierno 
autoritario y corrupto de la derecha, se lo harían el independentismo 
catalán y el movimiento espontáneo del "no nos representan".
La
 oposición había abandonado la Carrera de San Jerónimo y se había 
instalado en Cataluña y los indignados. A ello debe añadirse que, en el 
curso de su adaptación al neoliberalismo, el PSOE se había burocratizado
 y patrimonializado entre "familias" generalmente territoriales y se 
habia ido alejando no de la sociedad, pero sí de sus sectores juveniles.
 Además de burocratizarse, el PSOE se había esclerotizado.
Y
 aquí es donde surge la "ventana de oportunidad" por la que se cuela 
Podemos que quiere recoger el espíritu radical de la izquierda y el 
respeto a las libertades del Estado de derecho; que pretende por tanto 
una vez más, arrumbar al PSOE en el museo de la historia, en el pasado, y
 presentar en su lugar una forma nueva y convincente de socialismo 
democrático. De ahí la lluvia de primarias, horizontalidad, 
espontaneísmo, círculos y resto de parafernalia asamblearia. De ahí que 
si, de un lado, los portavoces de Podemos identifican al PSOE con el PP,
 Iglesias predique un nuevo evangelio verdaderamente socialdemócrata. 
La
 ocasión la pintan calva. Los trastornos de la crisis, la postración del
 PSOE, la desafección de la gente, la polarización política y la 
movilización ciudadana, la confrontación Estado/Cataluña, todo apuntaba a
 la oportunidad de revitalizar el viejo sueño comunista del sorpasso.
 Un pésimo resultado electoral en 2011 apuntaba a otro aun peor en las 
siguientes elecciones y abría la posibilidad de que la "nueva", la 
"verdadera", la "transformadora", la "auténtica" izquierda alcanzara una
 posición que llamaba de centralidad política.
Una sola precaución se imponía: ese nuevo intento de sorpasso
 no debía confundirse con los eternos perdedores del Partido Comunista y
 su hopalanda de IU. Había que marcar distancias. Las distancias se 
marcaron y, en las elecciones europeas de mayo de 2014 se dio la 
sorpresa de casi un sorpasso, pero no al PSOE sino a IU. Podemos 
entraba en combate con cinco eurodiputados. A partir de ahí, todos los 
medios difundieron la doctrina: una nueva izquierda se imponía y 
prometía dejar atrás a IU y el PSOE. El bipartidismo (curioso concepto 
que niega a IU la condición de tercer partido) estaba tocado de muerte. 
Los sondeos se volvieron locos y algunos pronosticaban un tercio de los 
votos para Podemos. La triste suerte del PSOE estaba escrita en el 
hundimiento del PASOK. Para ello era preciso que IU sucumbiera, cosa que
 esta hizo obedientemente para dejar via expedita al choque de gigantes,
 la pelea a dos en campo abierto en la que Podemos triunfaría sobre el 
PSOE  y honraría la memoria de Lenin, de José Díaz, de Pasionaria, 
Carrillo: reunificar el la izquierda bajo una sola bandera. Asaltar los 
cielos.
Las
 elecciones del 20 de diciembre de 2015, con un bisoño Sánchez al frente
 de un mortecino PSOE, carcomido por baronías de covachuelas, fueron un 
baño de dura realidad para Podemos que, con un ramaje de confluencias, 
quedó por detrás del partido del Pablo tipografo. Retirada a los 
cuarteles de invierno, crisis interna y cambio de táctica. Lo que 
sucedió en esos meses de diciembre a junio es de conocimiento universal.
 Ya no bastaba con destruir a IU. Era más práctico incorporarla y 
hacerse con ese millón de votos (pagando los millones de euros de deuda)
 para ir a nuevas elecciones. Dicho y hecho: Podemos devoró a IU como 
Zeus se tragó a Metis. Al cabo de un tiempo, con la ayuda de Hefaistos 
que le abrió gentilmente la cabeza, Zeus alumbró a Palas Atenea, igual 
que Podemos alumbró la nueva criatura Unidos Podemos, reina de todos los
 platós televisivos  alegremente ajena al hecho de que la confluencia 
con IU retrotraía a Podemos al ámbito comunista del que había querido 
separarse en un principio.
La
 noche del 26 de junio fue la de las ilusiones rotas. La noche engendra 
terrores, monstruos, fracasos. Entre conciliábulos, comités, 
declaraciones, debates y consultas colectivas, los dirigentes de Podemos
 no entienden qué ha pasado y no entienden por qué no lo entienden. Su 
soberbia sigue sin dejarles ver la realidad. Su fracaso no se debe a sus
 actos u omisiones, sino a los del adversario, el PSOE. Y no por su 
inexistente agresividad hacia Podemos sino porque se ha mantenido, se ha
 atrincherado, ha resistido. No es el PASOK y tampoco el PP, por cierto.
 No es hacia dentro de Podemos hacia donde deben mirar estos en busca de
 errores. Es hacia fuera. 
Pero
 hacia afuera sabiendo lo que se ve y se dice. No es el miedo "a lo 
nuevo" lo que ha restado votos a Podemos. Es algo distinto. Es la 
lealtad a la socialdemocracia de los votantes del PSOE. Estos han 
acudido a salvar a su partido con todos los elementos en contra: los 
medios, los sondeos, la espiral del silencio, la mediocridad de la 
dirección, las maniobras diversionistas, las zancadillas y las 
intervenciones no pedidas de la colección de floreros, jarras y 
bacenillas de otro tiempo. Y lo han conseguido. No hay sorpasso, camarada. 
Aquí enlazamos con la pregunta del post, ¿De quién es el PSOE?
 Habrá quien diga que de sus militantes y tendrá buena parte de razón. 
Suelen ser militantes de larga data, con experiencia, bregados en las 
agrupaciones, con sus vicios y virtudes, pero que viven su 
partido, aunque no aparezcan en Twitter. Pero esos militantes son una 
pequeña fracción de los votantes. Estos son millones. A ellos ha ido 
dirigido un venenoso discurso de Podemos de que los verdaderos socialistas, los socialistas de corazón,
 votarían círculos morados o los corazones de la abeja Maya. Y también 
un clima general de desprestigio: votar a los socialistas es votar a la
 derecha, las puertas giratorias, la corrupción, el neoliberalismo, los 
desahucios. Y los votantes han aguantado sosteniendo que nada de eso es 
cierto y que no hay posibilidad alguna de que el PSOE facilite un 
gobierno de la derecha de ninguna forma. Esto último está por ver pues 
el espíritu humano es inconstante.
Pero,
 de momento, son los votantes quienes han salvado el PSOE. Por lo tanto,
 el PSOE es de ellos. Puede discutirse si más o menos que de los 
militantes. Pero, desde luego de la dirección y de los barones no es; no
 es de las corrientes, grupos, familias y "sensibilidades" y mucho menos
 de las glorias del pasado. El PSOE tiene historia (es uno de sus 
activos), pero no pertenece a ella y, si lejano es el siglo XIX, también
 lo es el XX y, en ciertos aspectos, más. El PSOE es de los militantes 
y, sobre todo, de los votantes. Son estos los únicos que pueden resolver
 el evidente problema de envejecimiento del PSOE, llevando el voto a las
 franjas más jóvenes. 
Eso
 quiere decir que la necesaria refundación de la socialdemocracia deberá
 abordarse en el congreso previsto para septiembre u octubre. La reunión
 no debe servir solamente para elegir un secretario general, para buscar
 un "nuevo liderazgo", lo que es una simpleza, sino para replantear la 
doctrina socialdemócrata de hoy: neokeynesianismo basado en la 
renovación del modelo productivo en los campos en que es competitivo, 
inversión pública en investigación y desarrollo, economía social del 
mercado, sector público sostenible orientado a la cohesión social y la 
solidaridad,  republicanismo, separación de la Iglesia y el Estado, 
carácter plurinacional del Estado con respeto al derecho de 
autodeterminación de las naciones que lo integran, sociedad avanzada con
 perspectiva de género, fomento del uso de recursos alternativos 
(materiales, energéticos y de relaciones humanas) y conciencia 
ecológica. 
Debe
 encontrarse la forma de que en los preparativos de ese congreso y en 
sus deliberaciones y conclusiones intervengan los votantes, los que han 
votado por el socialismo democrático. En la sociedad de la información y
 la comunicación, los partidos deben adaptarse y cambiar sus 
procedimientos. Si Islandia ha podido hacer una Constitución mediante 
debate abierto en la red y la República Catalana está prefigurandose en 
un proyecto de Constitución con una amplia participación de la red, bien
 puede el PSOE abrir a consulta ciudadana su proyecto de reforma de la 
Constitución.
Los mismos sinvergüenzas que han 
esquilmado el fondo de pensiones de la seguridad social y dejado sin 
jubilación a los viejos,  son los que se pulían los dineros públicos en putas, coca y juego en Palma de Mallorca;
 los mismos que se llevaban mordidas millonarias por cada escuela con la
 trama Púnica; los mismos a quienes se pagaban los confetti y viajes de 
la familia a París; los  que han estado cobrando sobresueldos durante 
veinte años; los que tienen a su padre dependiente a cargo del erario 
mientras cortan las ayudas a los demás dependientes; los que blanqueaban
 dinero para el PP, esa presunta banda de facinerosos, en el 
Ayuntamiento de Valencia; los que llevaban años robando de las arcas 
públicas en la operación Gürtel en la sierra norte de Madrid; los que 
pagaban los trajes de los mangantes a cambio de contratos públicos; los 
que se compraban palacetes en Mallorca y áticos en Marbella con dineros 
que nadie sabe de dónde han salido; los que financiaban el PP, siempre 
la banda de ladrones, con dinero negro a cambio de subvenciones; los que
 cobraban por asesorías "orales", incompatibles con sus salarios, a 
empresas que contrataban con las administraciones peperas; los que 
troceaban los contratos para embolsarse dineros ilegales; los que 
cobraban becas que no les correspondían; los que pagaban con dinero 
público campañas de imagen personal; los que robaron a mansalva en todo 
tipo de actos oficiales, desde la visita del Papa a Valencia hasta la Fórmula uno; los que han cobrado mamandurrias, enchufado a sus amigos y 
parientes; los que cobran subsidio de alojamiento en Madrid, aunque 
tienen aquí vivienda; los que mandaban SMS de apoyo y aliento a los 
delincuentes; los que tenían cuentas en Suiza; los que se han 
beneficiado de las amnistías fiscales de la banda de ladrones; los que, 
siendo ministros, no declaraban a Hacienda; los que apañaron y robaron 
en todas las licencias y contratas municipales del País Valenciano; los 
que pagaban sumas astronómicas a los periodistas lacayos para que 
mintieran a su favor en los medios públicos; los que han regalado la 
sanidad y todos los servicios públicos a sus amigos a cambio de enchufes
 para ellos; los que han pagado sobrecostes en todas las obras públicas 
para quedarse luego sus comisiones;  los que han vendido las viviendas 
protegidas por una futesa a fondos buitres y especuladores; los que 
regalan 11.000 millones de € al clero y, además le eximen de pagar todos
 los impuestos y les permiten cobrar todo tipo de tasas y sobreprecios 
ilegales; los que no pagan impuestos, pero han subido el IVA y toda la 
tributación directa e indirecta mientras ellos tienen sus dineros en 
paraísos fiscales; los que descapitalizan la enseñanza pública pero 
subvencionan a manos llenas la estafa de la enseñanza concertada 
privada; los que roban en todas las licencias, contratas y 
adjudicaciones siempre hechas con favoritismos y trampas; los mismos que
 regalan el dinero a la banca, pero se lo regatean a los particulares; 
los que asfixian a los autónomos, pero no persiguen el fraude fiscal de 
los ricos porque son ellos mismos; los que han robado a mansalva en la 
privatización de la sanidad mientras desvían los casos más caros al 
sistema público; los que han socializado las pérdidas de las autovías 
radiales; los que han estafado a cientos de miles de impositores con las
 preferentes; los que se han pulido la pasta de las tarjetas black en 
locales de alterne; los que han malgastado dineros públicos en viajes de
 ensueño con sus amantes sin justificación alguna; los que fabricaban 
pruebas falsas en contra de sus adversarios politicos; los que han hecho y
 siguen haciendo guerra sucia con fondos públicos contra esos mismos 
adversarios; los que han falsificado todas las estadísticas y datos de 
España; los que se han espiado y denunciado unos a otros; los que 
robaban los fondos de asistencia al desarrollo; los que han construido 
aeropuertos sin aviones, museos sin cuadros, trenes AVE en lugares 
desiertos pero en donde ellos tenían sus propiedades; los que han 
obligado a los jóvenes a emigrar porque les han quitado las becas; los 
que viven en áticos de lujo de cientos de metros con criados y mucamos 
con cargo al erario.
Todos
 ellos forman una gran familia y, de esa gran familia de malhechores, 
¿tengo que creerme que no han dado pucherazo en las elecciones?
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED 
 



















