
En estos cien días Valcárcel ha cambiado de talante, dicen los observadores. “Se ha vuelto menos beligerante, más dialogante, más regionalista y hasta más comodón”, me comenta un militante histórico del PP . Efectivamente ha cambiado su estrategia a nivel regional y ha tomado la iniciativa de fomentar encuentros con los dirigentes regionales de la oposición. El martes recibió al socialista Saura y el lunes lo hará con Pujante, el líder de Izquierda Unida en la Región.
En su agresividad con la Administración Central ha bajado considerablemente el listón, a pesar de estar ya en campaña para las próximas generales. Parece que Zapatero ya no es tan enemigo de Murcia. Y en lo de los viajes y su preocupación europeista también ha dado un giro y sorprende su no asistencia al encuentro de los presidentes autonómicos españoles en Bruselas con Barroso, dicen que con derecho a cena y una pregunta.
También ha dejado un poco congelado su presencia en el frente tripartito con Esperanza Aguirre y Camps para ocupar espacio de poder en Génova. Dicen los más allegados que se ha “quedado en casa y no quiere problemas”. Qué repartirá parabienes en las próximas candidaturas para las generales y que los ajustes en el Consejo de Gobierno no tienen porque ser contundentes como se habían previsto en la hoja de ruta de hace un año.
En la Región ha estabilizado su desencuentro con la oposición del último periodo de la pasada legislatura. En el aspecto político y personal fue un año para olvidar. “Las acusaciones socialistas sobre presuntas corruptelas le resultaron personalmente tan duras que le llegaron a enojar profundamente”, apunta una persona de su círculo personal. Y ahora parece que ha optado por pasar página en lugar de ajustar posibles cuentas, “utilizando la ironía o el cinismo frente a los rivales”.
También la oposición socialista ha cambiado de estrategia, tras los malos resultados que lograron con la denuncia permanente y parece que ahora apuestan por el camino del consenso para intentar recuperar votos. Y también la situación económica ha evolucionado en el último año con las subidas de los tipos de interés y el “aterrizaje suave del ladrillo”.
El nuevo equipo de gobierno en su mayoría no ha disfrutado de vacaciones y ha tenido que utilizar estos cien días para aterrizar en sus consejerías. Aquí también el estilo es distinto, empezando por la Consejería de Presidencia. “El talante también es menos beligerante y más comodón y más protocolario”, insisten los observadores. Los consejeros y consejeras han adoptado, según estas fuentes, el papel de “gregarios”, de trabajo callado y discreto. dejando el protagonismo al jefe de filas.
Claro que en Sanidad, María Angeles Palacios tiene su trabajo, como María Pedro Reverte en Hacienda, o Ballesta. Pedro Alberto Cruz, Joaquín Bascuñana y Benito Mercader han tenido encima que estar buscando locales, porque vivían de prestado. Y luego pasa lo que pasa, que los expedientes se registran y se almacenan, y la Croem se queja con toda la razón del joven consejero de Desarrollo Sostenible.
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