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VALENCIA.- Ramón se levanta cada día a las cuatro de la mañana para estar a primera hora en su granja.
A las cinco de la madrugada la planta se pone en marcha para ordeñar a
las vacas. A lo largo del día se hace tres veces y cada tanda tiene una
duración de aproximadamente cinco horas. Hay 50 puestos para los
animales. La extracción de leche dura seis minutos. El segundo proceso
del día empieza a la una de la tarde. Los trabajadores limpian las ubres
a las vacas y las desinfectan antes de ponerlas en el artilugio. Ramón
explica a El Confidencial que la máquina detecta si la vaca no tiene más leche,
entonces se detiene la extracción automáticamente de modo que se evitan
posibles lesiones en el animal. Después, el líquido pasa directamente a
unos tanques donde se mantiene en frío para que no se estropee.
Recientemente,
Danone ha otorgado a la empresa valenciana familiar
More Holstein SL el premio al Bienestar Animal.
Es una de las granjas españolas que han recibido esta distinción, con
la que el gigante agroalimentario busca reforzar su imagen e incentivar a
sus proveedores en políticas de buenas prácticas. La explotación
ganadera de lácteos nació hace medio siglo en Bétera y tiene vacas de la
raza
Holstein, que es la lechera por excelencia. Lleva 40 años
suministrando leche al gigante francés, su único cliente. Es una de las
explotaciones que tendría que haber visitado Jordi Évole para dar el contrapunto a su polémico ‘
Stranger Pigs’, emitido en
‘Salvados’.
Ramón Morla (44 años) es la segunda generación en su empresa. Ha mamado el
sector
desde joven. Creció mientras lo hacía la empresa familiar y ahora se
encarga de ella. Su padre, el fundador (76 años), sigue trabajando
—“aunque no le hace falta, lo hace porque le gusta”, observa su hijo—,
en un momento en el que cada vez cuesta más que los jóvenes se queden en
el campo. Receptora de ayudas de la PAC, actualmente la explotación
More Holstein
cuenta con alrededor de unas 3.200 cabezas, de las que unas 1.850 vacas
se encuentran en producción en una extensión de 20 hectáreas para el
ganado y otras 150 para el cultivo de forraje. Factura ocho millones de
euros al año.
El último ordeño tiene lugar a las nueve de la noche, cuando
Ramón vuelve a casa, adonde únicamente va a la hora de comer. La
plantilla de unos 40 trabajadores se dedica básicamente a esa tarea,
aunque otros se concentran en dar leche y alimentar a los terneros
recién nacidos hasta los dos meses, periodo durante el cual se
encuentran separados y reciben un mayor cuidado y atención.
“El ternero
está con casetas individuales, confortable. Intentamos que estén
limpios, con agua siempre limpia, el pienso...”, dice señalando los
terneros que aún no empiezan a comer forraje. Pueden tener unos tres
partos al día, aunque hay picos en los que tienen más de 10. Hay tres
veterinarios que se encargan de ello y del cuidado general de los animales.
Cómo se llegó a dar cuenta de que el bienestar animal incidía directamente en una mayor producción
de leche de las vacas fue una casualidad. Lo había leído en estudios,
pero pudo comprobarlo empíricamente. Antes, en un lote que tenía una
capacidad de 200 vacas, colocaban unas 20 más, porque les parecía que
había espacio de sobra. Hasta 2015, Bruselas imponía una
cuota de
producción para controlar que los precios no decayeran por un exceso
productivo; si se sobrepasaba, pagabas una multa. En su granja se empezó
a plantear la posibilidad de una sanción y tomaron medidas.
La
solución de Ramón Morla fue reducir el número de animales en la
explotación seleccionando las vacas más productivas. La consecuencia fue
que disfrutan de más espacio en la granja, lo que a su vez ha elevado
su rendimiento por razones de bienestar.
“Una granja que tiene una buena
producción, tiene que tener un buen manejo y un buen bienestar animal.
Si un animal está en la sala de ordeño con miedo y asustado, retiene la
leche, no la suelta, y hace que produzca mucho menos”.
Lo mismo se
puede extrapolar de la
industria láctea
a la cárnica, tanto del porcino como del bovino, y también a la
producción de huevos en el caso de las gallinas. Los animales producen
muchos más kilos de carne si tienen condiciones de confort, insiste
Morla en relación a la granja mostrada en el ‘
Salvados’ de Évole.
“El que es profesional sabe que si hay
bienestar animal, hay
mucha más producción. Si el animal está tranquilo, tiene su espacio
para caminar y acostarse, responde mejor a la producción y eso a final
tiene un retorno económico más amplio”, insiste el ganadero.
Mientras habla Morla, una vaca lame a otra en lo que parece una señal de
afecto: “Cuando ellas se tratan bien, es porque no hay competencia
entre ellas, porque cuando van a comer tienen su sitio cada una, tienen
suficiente espacio. Si aquí hubiera 200 vacas y solo hubiese 150
puestos, cuando echases la comida competirían entre ellas. Siempre
intentamos tener entre 15 y 20 amarres de sobra”.
Ramón Morla intenta hacer dos viajes cada año para descubrir las novedades que
implementan en otros países y pueden aplicarse a una granja para
mejorar la producción y las condiciones de los animales. Algunos de los
países que ha visitado en busca de nuevas técnicas son EEUU, Italia,
Francia, Israel y México. “Aquí lo que hacemos cada año es
reinventarnos, tenemos que invertir dinero en hacer cosas nuevas, en
maquinaria nueva, en las cosas que salen nuevas”, comenta orgulloso.
De
sus ocho millones de facturación, seis provienen de la leche. Las otras
actividades que le reportan beneficio son la venta de terneros machos
para el engorde, la venta de abono fabricado por ellos mismos con el
estiércol de sus animales, así como la venta de vacas de desvieje que
van al matadero, uno de los cuales era proveedor habitual de Mercadona.
Los meses de julio, agosto y septiembre son los peores para la
producción y para las rumiantes, porque al igual que los perros ellas no
transpiran y acumulan el calor. Ramón Morla ha importado una técnica israelí
para hacer más llevadero el caluroso verano mediterráneo. “Nosotros las
bañamos en verano para minimizar el estrés por calor”, explica. Se
trata de un ciclo de cinco minutos. Durante un minuto, las
vacas
son pulverizadas con agua; después, a goteo y durante cuatro minutos,
se les da aire, de este modo se mojan y se secan, lo que induce la
sudoración de manera forzada. Ramón señala una parcela vacía, y dice que
ahí quiere construir otra sala de duchas, ya que ahora únicamente hay
una, de este modo podría practicar las duchas seis veces al día en vez
de tres.
Otro sistema que contribuye a su bienestar son las 'camas calientes' con
el sistema del rotovatado. Esto consiste en que primero hay una base de
paja de medio metro de altura a la que añaden estiércol. Lo que hacen
al añadir el estiércol es airearlo con el rotovator. Esto hace que las
bacterias no crezcan y así las vacas tienen menos probabilidades de
sufrir una infección de mamitis. Con la paja como único elemento de su
‘colchón’, se ha demostrado que tienen más enfermedades.
En la oficina, Miguel Fernández, uno de los veterinarios, enseña el sistema que permite tener una granja de esas dimensiones con esa plantilla. Es un sistema informático,
denominado GEA FT, que monitoriza los movimientos de los animales con
unos collares que tienen puestos. La información va directa al
ordenador.
De este modo, saben cuántas veces se ha agachado para comer
el animal, y se saca un promedio: normalmente es de seis horas, si está
por debajo, por ejemplo en tres, les pasa algo malo y salta la alarma en
el ordenador, por lo que enseguida pueden ver al animal. En una de las
gráficas que enseña, se puede observar que el periodo de alerta solo
dura tres días y el animal vuelve a la normalidad.
El
GEA FT, que supuso una inversión de
250.000 euros, detecta el celo de la vaca debido a que cuando lo está
pasando, “la vaca está nerviosa, y camina muchísimo más”. De unos 200
pasos al día puede llegar a andar hasta 500, entonces pasa a
inseminarse. Ramón no tiene machos a raíz de un accidente. Dice que son
demasiado agresivos y es peligroso. Elige a los toros
por catálogo.
Tres tercios de ellos son estadounidenses y el restante es europeo.
De
este modo, puede elegir qué toro le va mejor a una vaca concreta, y
entre otras cosas te dice cuántos litros por encima de la media nacional
producen las hijas de ese semental. “Dependiendo de la genética de la
vaca, sus hijas son mejores o peores. La elección de los sementales determina que vayan a ser buenas o malas sus hijas. Intentamos que sean ejemplares que den mucha leche”, señala Ramón.
"Hoy todo está mucho más controlado"
Lidia Entrecanales,
la esposa de Ramón, se encarga de ese proceso de selección. Se
conocieron en una feria ganadera y ella trabajaba en una empresa
importadora de genética americana, aunque ahora también es maestra de
profesión. Conoce de cerca el sector, pues su familia tiene una granja
mediana con poco más de un centenar de vacas en Cantabria. Se dedican a
la elaboración de productos como el queso y los yogures, que venden en
el mercado local.
La cuñada de Morla, Vicky Segundo,
también trabaja en la empresa y se encarga de toda la documentación de
los animales, que tienen como una especie de DNI y toda la información
relativa a su vida, por cada lugar por el que han pasado. Esto es lo que
denominan la
trazabilidad, de este modo, si hay cualquier alerta sanitaria, saben a dónde acudir y pueden solucionar el problema de raíz.