Ahora resulta que Esperanza Aguirre le ha salido rana a Esperanza Aguirre.
Después
de anunciar, con su facundia habitual, que de los centenares de
nombramientos que había hecho como presidenta del Gobierno de la
Comunidad de Madrid, un par de ellos le habían "salido rana", ocurre que
ella también ha sido imputada por la justicia. Rana.
Según el juez, Esperanza Aguirre "impulsó", "supervisó" y
"controló" los mecanismos necesarios para que un dinero que era público
llegara a la caja B del PP madrileño. Vamos, que no puede alegar
Aguirre la menor ignorancia.
Dijo Aguirre en 2009,
antes de convertirse en rana, que había que preguntar a "Pío, Pío",
señalando al entonces presidente del PP de Madrid, Pío García Escudero,
como responsable del pago por parte de Fundescam de las facturas del PP
en 2003. Decía que ella no era presidenta del PP en esa fecha, cuando
este partido financiaba ilegalmente sus campañas electorales a través de
esa fundación, creada por el propio PP, y que luego ella acabó
presidiendo.
Aguirre sufrió ante las cámaras y quiso
mostrar sorpresa cuando dos de sus fieles escuderos, Francisco Granados,
vicepresidente con Aguirre, e Ignacio González, presidente sucesor de
Aguirre, fueron tan severamente imputados como para acabar en la cárcel
los dos.
Era un misterio sin resolver comprobar cómo
mientras todos los que habían trabajo a sus órdenes, y las órdenes de
Aguirre son férreamente controladoras, eran empapelados por la justicia,
ella seguía a salvo, paseando a su perro, Pecas, con su correa
rojigualda.
Ahora Aguirre esta imputada, presuntamente
por destinar dinero público a financiar ilegalmente al PP en sus
campañas electorales. El catálogo de consignas distribuidas tras este
hecho enlaza perfectamente con las difundidas cuando otros dirigentes
del PP fueron señalados por la justicia: respetamos las decisiones de la
justicia, presunción de inocencia y ese cosquilleo de felicidad que al
parecer le produce a Aguirre acudir ante el juez hasta decir que irá
"encantada", que se ha enterado por la prensa y que todo es mentira.
Hay
una diferencia con disculpas anteriores. Aguirre ha sido promotora de
Pablo Casado, que después de ser aupado por ella vio como su carrera de
Derecho progresaba más que adecuadamente en tiempo récord. Casado
preside hoy el PP.
Dice el equipo de Casado que esto son cosas del
pasado, en concreto "del Paleolítico del PP", concepto un poco laxo para
tan largo periodo de tiempo, cuando hablamos de hechos ocurridos entre
2003 y 2011, con Aznar y Rajoy, ¿les suenan?, de jefes; ni siquiera con
Fraga.
Aguirre tenía la confianza suficiente con
Isabel Díaz Ayuso como para encargarle la cuenta de twitter de su perro,
Pecas, el de la bandera.
Ayuso siempre puede decir
que el perro se ha comido sus deberes, pero parece evidente que sus
vínculos con Aguirre van mucho más allá de alguien con el que te cruzas
un día en el ascensor de la sede del PP. Aguirre ha explicado en clave
de "volvemos los liberales" el triunfo, después de la derrota, de Ayuso y
la ha bendecido con su presencia.
Ayuso tiene también
lo suyo, entre avales y créditos impagados, y no se puede descartar que
el paso lento de la justicia acabe también imputándola, aunque sea por
hechos del paleolítico del PP.
La idea de poner un
cortafuegos entre el PP de Casado y el PP de Aguirre, su mentora, se
entiende por el intento de salvarse de la quema, pero no funciona por
mucho que se repita la frase: son evidentes los estrechos vínculos entre
Aguirre y Casado y entre Aguirre y Ayuso.
No ha
empezado a gobernar aún el PP en Madrid y ya tenemos una estela de
corrupción que arranca con el Tamayazo (2003), Paleolítico superior, y
que tiene su última explosión en la imputación de Aguirre, y de
Cifuentes, ya en el Mesolítico. Pecas debe estar queriendo huir.
(*) Doctor en Ciencias de la Información, profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III y licenciado en Historia