Desde luego, la enérgica condena de esta guerra inhumana "no implica una justificación de los atentados de octubre de 2023, sino reconocer la evidencia de que estamos ante una respuesta militar desproporcionada e inhumana, de una crueldad sin precedentes, con ataques dirigidos contra hospitales, campamentos de refugiados, mercados y muchas otras instalaciones de vital importancia para la población".
La privación deliberada de alimentos, agua, atención médica y ayuda humanitaria por parte de Israel "pone en peligro la vida de todas las personas atrapadas en Gaza y constituye un crimen de guerra más allá de toda duda razonable".
Por eso, en palabras de María Jesús Fernández, "es preciso reiterar la condena sin matices de la política genocida de Netanyahu y de su ejército en la Franja, no podemos callar ni desconocer sus actos atroces".
Pero es igualmente necesario "mostrar nuestra repulsa ante el silencio cómplice de los gobiernos occidentales, que, a lo sumo, lamentan la muerte de civiles y piden contención a Israel, pero no quieren, o no se atreven, a tomar medidas efectivas contra un gobierno que es culpable a todas luces pero que también es su aliado".
No cabe olvidar que si Estados Unidos y Europa dejasen de respaldar, por acción o por omisión, a Israel, "el conflicto de Gaza tendría los días contados".
Por otra parte, la prolongación temporal de la guerra en Gaza "acentúa las tensiones geopolíticas en el polvorín de Oriente Medio y nos sitúa en un escenario de riesgo cierto de guerra generalizada", como ha quedado claro con los incidentes militares entre Israel, Líbano e Irán o con los asesinatos, en territorio iraní, de dirigentes de Hamás y de Hezbollah por parte de agentes de los servicios secretos hebreos.
En definitiva, "casi 40.000 personas han muerto en Gaza desde octubre y casi 100.000 son los heridos contabilizados; esto tiene que parar ya, y los responsables directos deberán ser juzgados por la Corte Penal Internacional".
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