La mejora de su infraestructura petrolífera es uno de los diez propósitos del plan estratégico que la compañía ha programado para las anualidades de 2008 a 2012 y la entrada en el accionariado, de producirse, de la petrolera rusa Lukoil no supondría cambio alguno en su proceso.
En el marco de la tradicional copa de Navidad con periodistas, Brufau pronunció el miércoles un discurso improvisado -iba a ser un encuentro informal- de unos quince minutos de duración en el que repasó los principales logros de este año, los proyectos más importantes que se incluyen en el Plan Estratégico 2008-2012, entre los que destaca la ampliación del complejo de Cartagena; y, finalmente, se refirió a la posible venta de la participación de Sacyr y de otros socios, como Criteria, aunque sin citar a ambas compañías.
Exactamente, Brufau, dijo como primera referencia en el área de downstream (refino, marketing y química) que uno de los tres pilares estratégicos de la actividad de Repsol era la ampliación de la refinería de Cartagena: "El grupo va a construir una nueva refinería. Va a ser la inversión industrial más importante de toda la historia de España. Vamos a invertir sólo en una ciudad que se llama Cartagena y, en concreto, en el valle de Escombreras, del orden de 3.200 millones de euros. Y en estos momentos hablar de inversiones de 3.200 millones de euros es hablar de muchos euros".
Cartagena, vino a señalar el ejecutivo de la petrolífera española en su improvisado discurso, junto a proyectos como el de prospección y extracción de un yacimiento en Brasil son los pilares de la inversión a medio plazo de la compañía. Son inversiones "prioritarias", concreta la oficina de comunicación de la energética, a realizar en los próximos años de manera irrenunciable. A continuación hizo alusión a las ampliaciones de los complejos de Muskiz (Vizcaya) y Sines (Portugal), que también se encuentran entre los diez proyectos clave de la compañía para los próximos cuatro años, hasta 2012.
La ampliación de la refinería de Escombreras, por tanto, parece tener asegurado el título honorífico de ser la mayor inversión en la historia de la industria española, salvo que Repsol cambie de propietario, lo que sólo es viable con la compra del 100 por ciento de las acciones.
En el caso de la posible venta del paquete accionarial de algunos socios, dejó claro que la transmisión de hasta el 29,9 por ciento del capital no supondría nunca la toma de control de Repsol, ya que la ley establece que esa posición se alcanza sólo al superar el 30 por ciento y, por tanto, tener la obligación de lanzar una OPA por el 100 por cien.
Brufau aprovechó para subrayar que el proyecto empresarial de la compañía, en el que destaca la ampliación de las instalaciones de Cartagena, está al margen de los cambios en el accionariado.
Técnicamente, aunque Lukoil entrara en la administración de Repsol Ypf con el 29,9 por ciento -tope máximo legal para no ser considerada una OPA- su peso en el Consejo sería inferior a ese porcentaje. Un acuerdo en Junta de Accionistas hace dos años limita el valor del voto de los consejeros de Sacyr a un 10 por ciento de las decisiones.
Cabría recordar que la entrada de capital ruso, sea de la pública Gazprom o de la privada Lukoil, en Repsol sería a través de la compra del 20 por ciento que de las acciones de la compañía tiene Sacyr, de las que quiere desprenderse por su elevada deuda, y el 10 por ciento restante de manos de otros accionistas. Tras la del murciano Luis del Rivero, primer accionista de la petrolera española, se sitúan en porcentaje de acciones La Caixa, con más de un 12 por ciento.
Comparativamente, la inversión prevista para la ampliación de la refinería de Escombreras supondría la mitad de ese paquete de acciones que el capital ruso quiere adquirir de la petrolera española.
Para Repsol Ypf, la ampliación de la planta de murciana es de vital importancia estratégica ante el aumento en el consumo del combustible. Su orientación inicial hacia las gasolinas y otros derivados del petróleo -la línea de asfaltos también es bastante importante- no la he hecho perder vigor por el giro en las necesidades (más gasóleo) del mercado automovilístico al que abastece.