En 2017, en el largo viaje de Madrid a
Bruselas, a partir de la frontera con Francia, la carretera era una
fiesta catalana. Encontrabas todo tipo de vehículos con banderas,
emblemas, carteles independentistas. En las estaciones de servicio, nos
juntábamos en clima de alborozo, sabedores de que llenaríamos Bruselas.
También es verdad que hicimos la mayor parte del viaje de día, mientras
que ahora estamos otra vez en la carretera y es de noche. La mayoría de
las estaciones de servicio, pasada la raya catalana, está cerrada, pues
es ya casi madrugada.
En las escasas abiertas, en esta de Los Monegros,
por ejemplo, hay muy poca gente, aunque la poca que hay es catalana.
Solo que, a diferencia de 2017, no vamos exhibiendo símbolos o banderas y
eso que ahora tenemos uno sobrevenido, el amarillo, muy visible. Nos
reconocemos, pero no exteriorizamos grandes alegrías.
Estamos en territorio hostil. Se trata de llegar a Madrid sin caer en broncas por el camino.
Leo en elMón.cat un estupendo reportaje sobre los preparativos de la manifa
de hoy. Los voluntarios de la ANC ultimando detalles para que, como es
costumbre, salga todo perfecto. Al parecer, la policía española no está
poniendo dificultades ni hostigando, como tiene por costumbre. Ya
veremos de mañana qué hacen los picoletos en las carreteras de acceso a
la capital, cuando empiecen a llover autobuses repletos de catalanes.
Son los del "¡A por ellos!" que ahora estarán gritando: "¡qué vienen
los polacos!" Especialmente tierna la observación del reportaje sobre
los grupos de catalanes que deambulaban ya el viernes por las tarde por
la capital con algún símbolo amarillo y el GPS en el móvil. Sin duda
reconfortados al reconocerse mutuamente.
Dice
asimismo el reportaje que los madrileños ignoran la manifa que se
avecina. Es la costumbre. No la ignoran, propiamente hablando.
Simplemente, los medios se la ocultan. Todos.
Me decía el otro día el
periodista Manchón en "Tot es mou", de TV3, que TVE estaba transmitiendo
el juicio/farsa franquista (bueno, eso no lo decía, claro) por el canal
24 horas, tratando de dejarme por mentiroso.
Según he sabido, este
canal, que no lo ve nadie, además transmite pero sin conexión con
España. De forma que, de haber algún mentiroso aquí, es él. Los
madrileños no saben prácticamente nada de Catalunya porque la basura de
medios de la capital, todos, los impresos y los audiovisuales, ocultan,
manipulan y tergiversan la información. Así que la manifa de hoy va a
ser una gran sorpresa para muchos.
No
para todos. La ignorancia popular es también alimentada a propósito por
la izquierda española, incapaz de entender la cuestión y asociada
íntima de la derecha en la explotación colonial de Catalunya.
La
irrisión con que los periodistas más reaccionarios (sean de derechas o
de izquierdas) hablan de los "lacitos", cuyo significado ignoran, no
solo demuestra su falta de sensibilidad sino, también de inteligencia y
coraje para afrontar la crisis de conciencia nacional en la que viven
con la estólida satisfacción con que las ranas habitan las charcas.
IU,
por fin, ha tenido el arresto de solidarizarse con la manifa de hoy y
pedir la libertad de los presos políticos, cosa que los fariseos de
Podemos aún no ha hecho. No podía faltar Llamazares -que se cree don
Pelayo revivido- criticando acerbamente el gesto pues, como buen facha
español (aunque vaya de comunista) cree que la lucha del pueblo por su
liberación, en realidad, es una conspiración de la corrupta burguesía
catalana solo para fastidiarle a él.
Hoy
seremos más que en Bruselas. Cien mil o doscientos mil corruptos
burgueses, para que rabie Llamazares. Llegan 500 autobuses: 360 de
Catalunya y el resto, de otras tierras del Estado. Diez AVES llenos.
Docenas de vuelos. Incontables autos. Contamos con el apoyo de una
cincuentena de grupos de izquierda (de verdad) española. Por supuesto,
no del PSOE, no de Podemos y no de Llamazares (por fortuna), lo cual
redundará en beneficio de la claridad de la causa.
Lo dicho, hasta que lo consigamos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED