Síndrome de
abstinencia y muy grave. Es lo que siento desde que el pasado jueves por
la tarde se le cayeron los palos del sombrajo a nuestros colegas de «El
País» y al fin descubrieron que el doctor Sánchez es un plagiario.
Necesito desesperadamente encontrarme con algunos colegas -perdón, y
algunas, porque si no me acusarán de referirme sólo a varones y estoy
pensando muy especialmente en alguna ex compañera de la redacción de ABC
y de la COPE- que proclamaban a principios de esta semana que «el
supuesto plagio» del doctor Sánchez era un «asunto cerrado». O ese otro
que dijo que la información de ABC era «un bluff». Que San Francisco de
Sales les conserve el instinto periodístico. O mejor todavía, que les
ayude a recuperarlo.
En estas
últimas horas hemos visto cómo «El País» despachaba en cinco líneas
cinco plagios que se extendían -según ese diario- a lo largo de doce
páginas del libro del doctor Sánchez basado en su tesis doctoral.
Verdaderamente, no paramos de mejorar.
En verdad no hay ningún
otro país de Occidente hoy en el que un medio de comunicación -¡con 115
años de solera!- ponga pruebas irrefutables del plagio de un presidente
del Gobierno encima de la mesa y la mayoría de los colegas se apresuren a
negar la mayor, decir que no hay nada -pese a que está a la vista de
todos- e intentar ayudar al Gobierno a que todo continúe como si nada
hubiera ocurrido. «Asunto cerrado» decretaban desde el palomar. Eso no
ocurre ni en Rwanda-Burundi, créanme.
Aun
cuando la compañía de la aplicación a la que el doctor Sánchez atribuyó
su salvación, PlagScan, explicó que la supuesta coincidencia decretada
por La Moncloa de un 0,96 por ciento de su texto con otros era en
realidad de un 21 por ciento, muy por encima de cualquier supuesta
eximente porcentual, fueron incontables los que se mantuvieron
impertérritos esperando órdenes de La Moncloa.
Mas, al fin, la discreta
concesión a la verdad de «El País» el jueves al admitir la existencia de
reiterados plagios en la versión publicada de la tesis hizo que algunos
dieran al fin marcha atrás. Bienvenidos a la Verdad. No era tan difícil
llegar a ella. Espero que la mentira les haya sido, al menos, muy
rentable.
Porque aquí sólo se ha dejado engañar quien de verdad ha
querido hacerlo. Nadie que sepa leer ha sido víctima de unos
desaprensivos que no lo han engañado. Simplemente han sembrado en sus
plumas lo que ellos estaban deseosos de propagar. Los que negaban la
existencia del plagio sabían perfectamente que lo era. Pero esperaban
que su mentira les resultara muy rentable.
Éste es el Gobierno que
vino a acabar con la manipulación informativa y con la propaganda. Que
quería que prevaleciese la verdad en los medios bajo su control. Pero
claro, lo que hemos vivido en los últimos nueve días es lo más normal
del mundo: quien asalta el poder de forma ilegítima acaba empleando
cualquier medio para retenerlo porque sabe que fuera de él ya sólo queda
el inhóspito desierto.
Y es por ello que el doctor Sánchez ha
convertido la mentira en un arma de uso corriente para defenderse. Pero
su situación es cada día más insostenible. Decía ayer en ABC el
presidente de la Real Academia de Doctores que «Hay motivos para
retirarle el título de doctor». Pues ni aunque lo hicieran tendría la
dignidad de dar un paso atrás. El doctor Sánchez, el de la ética...
(*) Periodista