El expresidente catalán Carles Puigdemont ha rechazado participar en
las elecciones europeas en una lista del partido nacionalista flamenco N
-VA, según ha declarado a la prensa local, en Lommel, un pequeño pueblo
belga de poco más de 30.000 habitantes, tras un acto en el que ha
apoyado a los nacionalistas flamencos de derecha, en la campaña
electoral para las elecciones municipales.
Hasta ahora, el expresidente
catalán venía manteniendo una posición muy ambigua sobre su candidatura
en lo que se ha llamado “Operación Flamenca”, cuyo objetivo era
colocarle en una lista nacionalista flamenca para que ocupara un puesto
de europarlamentario, que le permitiera utilizar el escaño para la
defensa de los intereses catalanas y, sobre todo para dar la batalla en
Europa sobre la necesidad de independencia de Cataluña y su
incorporación como nuevo país a la Unión Europea.
Recientemente, en unas declaraciones a la televisión comercial
francófona, el exiliado político catalán, instalado en Waterloo, se
expresaba con total vaguedad sobre esa “Operación” y no quería confirmar
si se presentaría a esas elecciones. Lo único que decía es que él no
había recibido formalmente ninguna propuesta oficial. Eso sí, hacía un
canto al partido flamenco N-VA, un partido con el que, decía Puigdemont
“preservaremos las buenas relaciones porque compartimos la
reivindicación de un derecho que consta en la carta de Naciones Unidas:
el derecho a la autodeterminación de los pueblos”.
De ese plan de los
flamencos se ha venido hablando durante todo el mes de agosto y, en
cierto modo, adquirió carta de naturaleza cuando el periódico francés Le Monde se hizo amplio eco del proyecto de los nacionalistas flamencos.
Puigdemont, que volvió a instalarse en Bélgica después de su
detención en Alemania tras la decisión del juez del Tribunal Supremo
español Pablo Llarena de retirar los mandatos de detención europeos e
internacionales contra él, anunciaba su voluntad de continuar en la
lucha política pese al fracaso de su declaración de independencia de
octubre 2017.
Está intentando, además, decía el periódico francés,
lanzar un nuevo partido y crear en Bélgica un “Consejo de la República”.
“No es el final. Viajaré hasta el último rincón de nuestro continente
para defender la justa causa del pueblo catalán”, declaraba a su
regreso de Alemania.
El N-VA considera que una candidatura de Puigdemont en Bélgica le
aportaría, con seguridad, un escaño suplementario de eurodiputado. En la
actualidad cuenta con cuatro miembros en Estrasburgo, adheridos al
grupo de derecha Conservadores y Reformistas europeos, el de los Tories
británicos y el PiS polaco.
Los “exiliados” catalanes, que han
organizado diversas manifestaciones en Bruselas, han podido contar,
hasta ahora, con el apoyo activo del presidente N-VA de la Región
flamenca, Geert Bourgeois, y de importantes ministros del Gobierno
federal belga, como los responsables de Emigración e Interior.
Puigdemont vive en Valonia y se expresa en inglés y francés, pero le
votarían en Flandes, y la norma establece que quienes integren las
listas allí han de saber neerlandés.
Su ingreso en el Parlamento Europeo le permitiría contar con un
importante altavoz mediático. Pese a los 1.500 kilómetros que separan
Bruselas de Madrid, y a ser solo uno de 751 diputados, las
intervenciones en los plenos, los previsibles encontronazos con otros
eurodiputados del PP o Ciudadanos y su participación en misiones en el
extranjero multiplicaría su visibilidad.
“Ahora mismo no tiene una
plataforma política que le dé voz para ejercer el liderazgo en Cataluña.
Toda su acción pública gira en torno al Consejo de la República y esa
ficción institucional que hay montada en una casa a las afueras de
Bruselas. El Parlamento Europeo sería una plataforma perfecta para
enviar mensajes al exterior”, opinaban recientemente en Estrasburgo en
el último pleno varios eurodiputados.
A eso hay que añadir la inmunidad
que otorga el escaño. Los europarlamentarios no pueden ser detenidos o
procesados en el territorio de cualquier otro Estado miembro. España
puede solicitar que se levante la inmunidad, pero con el incómodo peaje
de que el proceso atraiga de nuevo los focos internacionales: Puigdemont
tendría derecho a ser oído al respecto y finalmente sería una votación
la que decidiría si se le despoja de protección para ser juzgado.
Puigdemont, después de rechazar su participación en una “candidatura
flamenca” ha querido aclarar que continuará trabajando por la
independencia ya que, de hecho ya somos una realidad política y todo el
mundo lo reconoce.
“Ahora trabajamos para que sea legal. Hoy ya somos más
independientes que hace un año. Dentro de un año seremos aun más
independientes. Esto es un proceso imparable Hemos decidido luchar por
la independencia de forma democrática y no violenta. Seguimos dispuestos
a alcanzar un acuerdo con el Estado español y hemos optado por la vía
pacífica, descartando una guerra de independencia, que hubiese acortado
el tiempo necesario para conseguir esos objetivos”.
(*) Periodista y economista