Desde hace años, el Mar Menor soporta una presión urbanística
desmesurada, que lleva aparejada la creación de playas carentes de arena
natural y puertos deportivos, que han forzado sucesivamente a dragados.
Todos los ayuntamientos y la Comunidad Autónoma de Murcia, han sido
incapaces de llevar a cabo una reordenación urbanística que permitiera
un desarrollo más equilibrado, debiendo haber disminuido mucho la
densidad de población, bien mediante edificación en altura, o
disminuyendo el número de licencias de obra.
Se debería haber pensado
más en el entorno común, favoreciendo la amplitud de avenidas, áreas
verdes y zonas de paso de agua. No se optó por este modelo, si no por el
contrario, masificando lo ya saturado y dejando sin desarrollar
infraestructuras vitales como colectores pluviales, alcantarillados,
etc.
Todos han sido cortoplacistas y las grúas están otra vez en auge,
contribuyendo al empeoramiento en la zona. Sólo piensan en cobrar muchas
licencias de obra, IBI’s, recibos de agua, vados, etc.
No han ejecutado planes integrales para evitar vertidos a la laguna y
el sábado 12 de octubre, todos fuimos testigos del grave atentado que
se cometió.
La red de alcantarillado de Lo Pagán está obsoleta, como nos explicó
el que fuera alcalde en los años 80, José Antonio Albaladejo Lucas,
declarando que la red utilizada para evacuar el tanque de tormentas de
Lo Pagán se desborda con facilidad al estar obsoleta, saliendo el agua
por un aliviadero en la misma playa de Villananitos.
Sabíamos que dicho tanque no estaba recepcionado por el ayuntamiento,
que no funcionaba automáticamente, pero no nos explicaron que al
vaciarlo se corría riesgo de que se produjera un vertido en la playa. Y
fue lo que sucedió y se han encargado de ocultar.
Nos gustaría que se depurasen responsabilidades, pero más aún, a
algunos nos gustaría que dejaran de confundir a la gente y este desastre
no se volviera a repetir.
Mientras periodistas, ecologistas y políticos siguen enredando, yo les pediría tres cosas;
1º AUDITAR EL BALANCE DE LAS AGUAS EN LAS DIFERENTES LOCALIDADES.
Fácil de entender. Necesitamos saber cuánta agua se suministra a la
población y cuánta llega a las depuradora, así como su calidad, ya que
hay constancia de que se producen pérdidas y filtraciones a la red de
alcantarillado, siendo este factor con mucha diferencia el principal
riesgo sobre la calidad de las agua.
2º PLAN DE ACTUACIÓN URGENTE SOBRE INFRAESTRUCTURAS DE SANEAMIENTO.
Que se repare y se dimensione nuevamente todo lo que hay en mal estado, como el alcantarillado de Lo Pagán.
3º DISMINUIR AL MÁXIMO LA ENTRADA DE AGUA SUBTERRÁNEA.
Muy al contrario de lo que están diciendo las organizaciones
encargadas de confundir a la opinión pública, la agricultura de regadío
puede ayudar a rebajar la carga de nutrientes que entran a la laguna y
para ello hay que permitir que se usen las infraestructuras disponibles
en aras de utilizar ese caudal de agua subterránea que llega a la
laguna.
En la ribera del Mar Menor hay que hacer más cosas, pero esto es lo
que yo creo de más urgencia. En el año 2016 se amplió el Puerto de Lo
Pagán y fue el verdadero detonante del desastre de aquel verano, pero
todo se tapó, aprovechando unos vertidos de salmueras inocuas (los
nitratos entran igualmente desde el acuífero contaminado). No permitamos
que ante el desastre de la semana pasada se cubra un tupido velo de
mentiras, infundios y opacidades.
(*) Ingeniero Técnico agrícola vinculado a Vox