MADRID.- Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar) alertan de que el perfil del ludópata en España está cambiando rápidamente. Así lo advierte Juan Lamas,
director técnico de esta federación, al asegurar que si hace unos años
el adicto al juego era mayoritariamente un hombre casado entre los 35 y
45 años, actualmente a las asociaciones de Fejar en todo el país llegan
jóvenes de entre 18 y 25 años.
«Es relevante también el aumento de consultas de familias con hijos menores de
edad en relación con los juegos de azar y apuestas que, a pesar de que
legalmente no puedan apostar hasta cumplir los 18 años, consiguen jugar
y, en muchos casos, convertirse en presas de los trastornos de la
ludopatía».
Participar en apuestas no es legal en España hasta la mayoría de edad,
sin embargo, –tal y como señala la Guía Clínica «Jóvenes y Juego
Online», elaborada por Fejar y financiada por el Ministerio de Sanidad,–
a día de hoy los mecanismos para que los operadores de juego online
puedan controlar que quien está jugando es mayor de edad «son todavía
insuficientes». Cualquier menor podría llegar a usurpar la identidad,
por ejemplo, de uno de sus progenitores, con los datos de una tarjeta de
crédito.
Apuestas deportivas y póker online
No
hay estudios concluyentes de la dependencia en menores, difícil de
cuantificar debido, precisamente, a que no pueden jugar dentro de la
legalidad. Aún así, desde Fejar insisten en que los jugadores patológicos son cada vez más jóvenes y
que, a diferencia de lo que ocurría hace una década, en que el 75% de
los casos eran adictos a las máquinas de tragaperras –y el resto a otras
modalidades presenciales como rascas, quinielas...–, hoy los más
jóvenes están seducidos por las apuestas deportivas y el póker en la
modalidad online.
Son varias las razones que explican esta adicción tan temprana. En 2011 entró en vigor la regulación del juego online en España con la Ley 13/ 2011.
A partir de esa fecha, tal y como expone la Guía «Jóvenes y Juego
Online», se incentivaron numerosas estrategias de publicidad a través de
diferentes canales de comunicación y redes sociales. El aumento de
reclamos publicitarios, tales como bonos de bienvenida, promociones o
anuncios en todos los medios de comunicación, es especialmente relevante
en grupos que puedan ser más vulnerables, entre los que se encuentran
los jóvenes y adolescentes.
En busca de ayuda
Precisamente, «entre 2012 y 2015 se apreció un crecimiento mayor de jóvenes en busca de ayuda
para salir de su adicción al juego –apunta Juan Lamas–. En 2015, los
menores de 26 años supusieron un 16% de las nuevas acogidas, mientras
que antes de la legalización el porcentaje era escasamente del 3,8%».
Según
Guillermo Ponce, psiquiatra especializado en adicciones, «España tiene
la tasa más alta de jóvenes ludópatas (de entre 14 y 21 años) de toda
Europa». Explica que los jóvenes están muy familiarizados con el uso de las tecnologías digitales,
lo que les expone masivamente a diferentes servicios de juego.
«Numerosos estudios ya han señalado que la prevalencia entre los
adolescentes de conductas de juego problemático es, por lo menos, el
doble que en adultos».
Aliviar tristeza y ansiedad
Uno de los factores que lo motiva es que el estado del desarrollo neurobiológico en la etapa infantil y juvenil determina
una mayor sensibilidad a las recompensas y una mayor propensión a
implicarse en conductas de riesgo. Ponce asegura que el efecto
estimulante del juego puede ser capaz de aliviar transitoriamente
estados de ansiedad y tristeza frecuentes en la adolescencia. «Además, a
estas edades hay una mayor dependencia del reconocimiento social
en grupos de iguales, lo que determinaría un riesgo especial en
aquellos en los que se presione para determinadas prácticas, como el
juego o el uso de sustancias».
Tampoco hay que pasar por alto que la expansión de modalidades de juego y la difusión de propaganda a través de internet supone
un aumento exponencialmente mayor de la disponibilidad para jugar,
principalmente en aquellos que más utilizan estos medios. Si hace años
se comprobó que la mayor disponibilidad de juego (más centros de
apuestas, casinos o tragaperras) se asocia con un aumento de casos de ludopatía,
«es fácil entender que la omnipresente promoción digital del juego y
las múltiples posibilidades de practicarlo impliquen un aumento del
riesgo entre los principales usuarios de los medios digitales», explica
Guillermo Ponce.
Por otro lado, señala que el hecho de posibilitar
el acceso a diferentes modalidades de juegos de azar a una edad más
temprana favorece el desarrollo de los problemas derivados, «pues está
firmemente constatado que el inicio más temprano de estas prácticas se asocia con una mayor rapidez de la progresión a la ludopatía
y una mayor gravedad de esta. Anteriormente había una media de 5-6 años
desde el inicio de la conducta de juego hasta que se desarrollaba la
adicción, mientras que en la actualidad, en solo unos meses se ven
atrapados por el juego por la facilidad de acceder a él en cualquier
lugar y las 24 horas del día.
Trampas encubiertas
Guillermo Ponce también alerta de las modalidades encubiertas, como el juego sin dinero de diferentes videojuegos, o el juego de prueba, en modo «demo»,
en páginas de juegos de azar que no restringen esta modalidad a
menores, y en las que, por estrategia promocional, se facilita la
consecución temprana de ganancias elevadas. «La experiencia de obtener
una elevada ganancia puede ser un disparador del desarrollo del hábito
de jugar hasta niveles peligrosos: muchos pacientes ludópatas relatan
cómo su hábito se inició a raíz de una ganancia elevada puntual, que
implantó en ellos la creencia falsas de una gran probabilidad de
conseguirla o de una especial habilidad personal para lograr éxito en
los juegos», explica este psiquiatra.
Por este motivo, recomienda a
los padres que vigilen lo que hacen sus hijos en internet y no dejen
que caigan en estas trampas encubiertas de juegos que les puede hacer
que, poco a poco, dediquen muchas horas «enganchándose» a ellos. «Los videojuegos son solo la fase inicial
porque, aunque carecen de ganancia económica, les aporta esa sensación
gratificante de ser buenos cada vez que consiguen ganar puntos o pasar
niveles y de ser ellos los que dominan las jugadas».
Uno de
los mayores problemas en este asunto para el director técnico de Fejar
es que «la Administración considera el juego de azar como un mecanismo
recaudativo, sin percibirlo como un canal adictivo que genera graves problemas,
tanto en el propio individuo atrapado por el juego como en su entorno
familiar, social... Es una adicción sin sustancias con consecuencias
psicosociales muy graves y, por ello, –insiste Lamas– el Estado debería
asumir también parte de su responsabilidad a la hora de
responsabilizarse de los costes de salud pública para recuperar a estos
ludópatas desde edades cada vez más tempranas. En España el 1% de la
población juega de manera patológica; es decir, hay afectadas unas 400.000 personas,
a lo que hay que sumar el trastorno que genera en la familia, lo que
supone que finalmente incide en un 2,5% de la población, un millón de
personas, lo que es una cifra nada desdeñable», apunta Lamas.
No culpabilizar a los padres
En
este sentido, y para evitar que estas cifras aumenten, el director
técnico de Fejar apunta que es necesaria una regulación de la
publicidad, que se considere el juego de azar como un problema de salud
pública, sobre todo en sectores más vulnerables como la juventud y la
infancia, y se adopten medidas de prevención.
Juan Lamas destaca que cuando un joven se convierte en ludópata no se puede culpar a los padres. «Existe una responsabilidad compartida entre familia y Administración.
Los progenitores no pueden luchar por ellos mismos contra los
mecanismos de la Administración. Lo único que pueden hacer es informar a
sus hijos de los riesgos que supone iniciarse en este tipo de prácticas
que están diseñadas precisamente para atraer en sucesivas ocasiones a
su consumo», concluye.
Señales de alerta
El trastorno de juego se encuentra categorizado dentro del apartado de trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos.
Se define como una conducta de juego problemático persistente y recurrente, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y se manifiesta por la presencia de diferentes criterios establecidos. Más concretamente, es necesario que se presenten cuatro (o más) de los siguientes criterios durante un periodo de 12 meses:
— Necesidad de apostar cantidades de dinero cada vez mayores para conseguir la excitación deseada.
— Está nervioso o irritado cuando intenta reducir o abandonar el juego.
— Ha hecho esfuerzos repetidos para controlar, reducir o abandonar el juego, siempre sin éxito.
— Con frecuencia tiene la mente ocupada en las apuestas (por ejemplo reviviendo continuamente con la imaginación experiencias de apuestas pasadas, condicionando o planificando su próxima apuesta, pensando en formas de conseguir dinero para apostar).
— A menudo apuesta cuando siente desasosiego (por ejemplo desamparo, culpabilidad, ansiedad, depresión).
— Después de perder dinero en las apuestas suele volver otro día para intentar ganar (“recuperar” las pérdidas).
— Miente para ocultar su grado de implicación en el juego.
— Ha puesto en peligro o ha perdido una relación importante, un empleo o una carrera académica o profesional a causa del juego.
— Cuenta con los demás para que le den dinero para aliviar su situación financiera desesperada provocada por el juego.
Se define como una conducta de juego problemático persistente y recurrente, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y se manifiesta por la presencia de diferentes criterios establecidos. Más concretamente, es necesario que se presenten cuatro (o más) de los siguientes criterios durante un periodo de 12 meses:
— Necesidad de apostar cantidades de dinero cada vez mayores para conseguir la excitación deseada.
— Está nervioso o irritado cuando intenta reducir o abandonar el juego.
— Ha hecho esfuerzos repetidos para controlar, reducir o abandonar el juego, siempre sin éxito.
— Con frecuencia tiene la mente ocupada en las apuestas (por ejemplo reviviendo continuamente con la imaginación experiencias de apuestas pasadas, condicionando o planificando su próxima apuesta, pensando en formas de conseguir dinero para apostar).
— A menudo apuesta cuando siente desasosiego (por ejemplo desamparo, culpabilidad, ansiedad, depresión).
— Después de perder dinero en las apuestas suele volver otro día para intentar ganar (“recuperar” las pérdidas).
— Miente para ocultar su grado de implicación en el juego.
— Ha puesto en peligro o ha perdido una relación importante, un empleo o una carrera académica o profesional a causa del juego.
— Cuenta con los demás para que le den dinero para aliviar su situación financiera desesperada provocada por el juego.