Era previsible. La decisión de los
cuatro presos políticos de hacer huelga de hambre ha anulado los tiempos
y ritmos judiciales, los políticos y los mediáticos y los ha sustituido
por otros biológicos.
Está articulándose una actividad colectiva de
protesta para el próximo día 21, aniversario de las elecciones de 2017 y
día de consejo de ministros en Barcelona. Pero la decisión de los
presos y el ejemplo de Francia están echando a la gente a la calle.
En dos días sucesivos ha habido manifestaciones antifascistas, reprimidas con inusitada violencia por los mossos d'Esquadra. Y ha saltado la contradicción entre un govern independentista
y republicano y unas fuerzas de seguridad unionistas y monárquicas. Por
supuesto, será preciso averiguar si se trata de la totalidad del cuerpo
o de una parte y de cuánta. Pero el hecho es que el govern, presionado por una opinión pública encendida, no puede avalar el comportamiento fuera de toda medida de los mossos.
Nadie
sabe cómo va a reaccionar la gente, pero es de esperar una
intensificación en los enfrentamientos. Se trata de un guion que el
presidente Torra parece dispuesto a aceptar cuando en visita a
Eslovenia, afirma que Catalunya puede seguir la "vía eslovena". De
inmediato le han recordado que esa vía produjo un centenar de muertos.
También podían recordarle que fueron debidos en lo esencial a la
negativa del Estado yugoslavo a aceptar la independencia de Eslovenia.
En todo caso, es forzoso que el gobierno republicano obligue a su
policía a proceder con legalidad y mesura y tome las medidas necesarias
para que eso pase.
Y,
por supuesto, al margen de la extensión que puedan tomar las
manifestaciones siempre que estas mantengan su método radicalmente
pacífico. Es el pueblo el que está hablando, manifestándose en las
calles y las autoridades deben escuchar y proceder. Porque, entre otras
cosas, quizá sea la última oportunidad de resolver civilizadamente el
conflicto.
La
huelga de hambre debe terminar con la libertad de los presos y
exiliados políticos, la anulación de sus causas, el cese de la represión
y la apertura de una mesa de negociación que incorporará el
reconocimiento del derecho de autodeterminación de los catalanes.
Nos lo hemos ganado.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED