Acaba de regresar Pedro Sánchez de una cena de cortesía en el entorno
del G-7 a la que le invitó el presidente francés Emmanuel Macron, y en
la que el político español debía de haberse percatado de que, en la
actual situación europea e internacional, España no puede tener un
Gobierno que dependa de Podemos y ERC.
Pero Sánchez no sabe que hacer y por eso gana, o pierde el tiempo,
con sus idas y venidas y no tiene prisa en buscar una solución a su
investidura. Y puede porque ya sabe que las nuevas elecciones tienen
fecha fija en el 10 de noviembre. Pero su actitud transmite la dejadez
que a muchos desespera y que recuerda la parsimonia de Mariano Rajoy.
Al tiempo que el Presidente Sánchez transmite una imagen nada
edificante porque apenas quedan dos semanas para que el Rey Felipe VI
convoque la nueva ronda de consultas previa a un posible nuevo mandato
de investidura. Lo que le obliga a Sánchez a tomar una decisión final en
breve y sobre todo le obliga a reunirse cuando antes con Pablo
Iglesias, que es el único con el que puede pactar.
Por ello estos encuentros de Sánchez con los llamados agentes
sociales son una tomadura de pelo con la que el líder del PSOE pretende
ablandar las resistencias de Podemos a un gobierno solitario del PSOE ‘a
la portuguesa’ en lugar del gobierno de coalición que pretende Iglesias
y que el líder de Podemos tiró por la borda el pasado 25 de julio por
pedir más (el ministerio de Trabajo) de lo que Sánchez les ofrecía.
Sánchez rechaza la coalición y debería huir de la solución portuguesa
con Podemos y ERC, porque eso sería ‘pan para hoy y hambre para
mañana’. Y porque el coste en políticas económica y fiscal para España
sería un lastre muy difícil de soportar, y no digamos la dependencia del
preso Junqueras, que de entrada obliga a Sánchez a conceder indultos a
los golpistas que resulten condenados en el Tribunal Supremo.
En realidad a Sánchez solo le queda la opción de la repetición
electoral. O un pacto ‘de Estado’ con el PP. Sobre ahora que a Casado le
ha crecido la barba de tanto repetir lo de ‘España suma’.
Pues que sume
con el PSOE porque Cs no está por la labor (ni sabemos dónde está). No
vaya ser que a Casado solo le quede como compañero para ese viaje Vox, y
puede que ni siquiera logre el apoyo de Abascal.
El caso es que las tormentas de fin del verano que se proyectan ahora
sobre el cielo español pueden ser poca cosa si las comparamos con el
otoño tanto político como económico que se acerca y amenaza los
territorios de España y de toda la UE.
A sabiendas, como sabemos, que
dos paquidermos nada constructivos sino más bien lo contrario, como son
Boris Johnson y Donald Trump, no cesan de tropezar en el salón donde se
guardan las delicadas figuras de la estabilidad política y económica
europea e internacional.
(*) Periodista