MADRID.- El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo,
aprovechó el altavoz de Madrid –en un reciente acto de Europa Press que
protagonizó y al que asistió la vicepresidenta del Gobierno, Soraya
Sáenz de Santamaría, entre otros ministros y buena parte de la cúpula
del PP–, para disparar un misil Tomahawk de largo alcance. Su
destinatario fue el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, abanderado de la reclamación de un nuevo sistema de financiación autonómica.
“El Gobierno de Valencia se queja mucho de su
financiación”, advirtió Feijóo. Tras recordar que el sistema vigente lo
diseñó el gobierno de Zapatero, del mismo color político que Puig, le
instó a no echarle la culpa al Gobierno de Mariano Rajoy y le demandó
que, en cambio, le esté agradecido.
“Porque, desde luego, ayudó a
Valencia y mucho. Nada más y nada menos que se le condonaron 11.000
millones de euros de intereses. A Galicia y a otras comunidades
autónomas no se les condonó nada. En consecuencia, el gobierno de la
Generalitat debería agradecérselo al Gobierno de Rajoy”, expuso el
presidente de la Xunta.
“El Gobierno –insistió– entró al rescate de
algunas comunidades autónomas y les ayudó de una forma evidente,
condonándoles los intereses de la deuda. Si Rajoy no hubiese entrado al
rescate, en este momento la mayor parte de los proveedores de la
Generalitat valenciana estarían sin cobrar desde hace, no meses, sino
años”.
Ximo Puig montó en cólera en cuanto escuchó esta andanada
de su homólogo gallego. Aunque públicamente rechazó “el rifirrafe que
propone Feijóo”.
“Alguien pretende que otra vez el debate sobre la
financiación se convierta en un debate entre comunidades autónomas.
Yo no estoy en esa tesitura. Es muy irresponsable lo que se está
haciendo por parte de quienes intentan azuzar el debate entre
territorios”, lamentó.
No obstante, contraatacó: “Si la Comunitat Valenciana
tuviera la financiación que tiene Galicia por habitante, este año
hubiéramos tenido 2.500 millones más de euros, con lo cual evidentemente
no tendríamos ningún problema de deuda y la asumiríamos toda”.
“Pero
así y todo –zanjó– el conjunto del sistema tiene un déficit de 16.000
millones, con lo cual no quiero entrar en la guerra que propone Feijóo,
que no sé por qué la propone porque entre otras cosas no favorece en
absoluto a la unidad del país”.
En los días sucesivos, Puig siguió negando que a su
comunidad se le hayan condonado esos 11.000 millones, y criticando que
Feijóo “le está haciendo el trabajo sucio al Gobierno de España”.
“Es
absolutamente irresponsable en estos momentos dividir a las
comunidades”, insistió.
Este episodio, en todo caso, es uno de los muchos
ejemplos de las fricciones y choques que se producen entre los distintos
presidentes autonómicos, no siempre de diferente color político, ante
la ausencia de un foro de diálogo y encuentro permanente y estable, que
no dependa de la buena o mala disposición del Gobierno central de turno, según La Vanguardia.
El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo
Fernández Vara, hace muchos años que denuncia esta incomunicación. “No
es normal que los presidentes sólo nos veamos el 12 de octubre en las
escalinatas del desfile”, lamenta, en alusión a la celebración de la
Fiesta Nacional de España, cuando los presidentes suelen coincidir en
Madrid.
Y esta incomunicación también está saliendo a relucir en
las intervenciones de los comparecientes en la comisión territorial del
Congreso, que evalúa la salud del modelo autonómico español. Una
incomunicación que, eso sí, viene de lejos. Jordi Sevilla, exministro de
Administraciones Públicas entre el 2004 y el 2007, recuerda que cuando
llegó al cargo se encontró con una notable “sed de diálogo”.
Lo primero
que hizo fue una ronda con todos los presidentes autonómicos. “Algunos
hacía muchos años que no habían sido recibidos por el presidente del
Gobierno”.
Las relaciones institucionales eran muy poco fluidas, pero
también entre ellos. “Yo sólo me veo con otros presidentes autonómicos
en el Comité de las Regiones en Bruselas, no tengo otro sitio”, le
confesó uno de ellos.
Zapatero puso en marcha la conferencia de presidentes, en
el 2004, para superar esta incomunicación. Pero en sus siete años de
mandato sólo la convocó en cuatro ocasiones. Al final, lamentó que este
foro se convirtiera en un nuevo escenario para la pugna partidista entre
PP y PSOE. Tampoco supo cómo reglamentarlo para impedirlo.
Rajoy, por su parte, sólo la convocó en dos ocasiones. Y
con “escaso grado de cumplimiento”, según denuncia el PSOE, ya que en su
última cita –el 17 de enero del 2017– Rajoy se comprometió, entre otros
acuerdos, a aprobar un nuevo sistema de financiación antes de que
acabara aquel año. Catalunya se cruzó en el camino, y sigue sin haber
nuevo modelo, pese a que el vigente lleva cuatro años caducado.
Existen otros foros, como la comisión general de las
comunidades autónomas del Senado. Pero, según reconoce Benigno Pendás,
director general del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
“pese a que es un mecanismo muy potente, está infrautilizada”. “Faltan
herramientas de cooperación, y algunas de las que existen no funcionan
adecuadamente”, comparte Sevilla.
Así que, ahora, ante la negociación de la
financiación, los presidentes autonómicos no tienen más remedio que
debatir la cuestión en las citas que se organizan ellos mismos,
habitualmente con sus homólogos vecinos, para tejer alianzas. Ya se
citaron por su parte el gallego Feijóo, el asturiano Javier Fernández y
el castellanoleonés Juan Vicente Herrera. O, por la suya, el valenciano
Ximo Puig y el castellano-manchego Emiliano García Page. Pero siempre
cada uno por su lado.